Digresión: ¿Sigue siendo norteamericano o yanqui nuestro presidente Pedro Pablo Kuczynski? Debe preguntársele y exigir respuesta documentada este jueves en la sesión del Pleno del Congreso de la República.
A nuestra Constitución Política de 1993 se le ocurrió -mejor dicho a los conspicuos constituyentes de entonces-, crear la figura de Permanente Incapacidad Moral, como causal de vacancia del presidente zamarro; ergo, peligroso.
No era nada nuevo. La Carta Política de 1979 ya la tenía prevista, aunque no como un estado o condición del presidente de carácter permanente. Su Artículo 206° rezaba así:
"¬La Presidencia de la República vaca, además del caso de muerte por:
1.- Incapacidad moral o permanente incapacidad física declarada por el Congreso."
¡No existe aún ley descabellada que la defina!
¡Qué bien que no fueron definidas, ni tienen período de prueba como se le ha ocurrido al colega abogado perdedor César Nakazaki!
Este jueves 21-12-2017 culmina el trámite de vacancia iniciado válidamente contra el presidente Pedro Pablo Kuczynski Godard, quien, para mí, luce o muestra su "incapacidad moral" a flor de piel, por una retahíla de hechos, como es cambiar de versiones, mentir con recidivismo, negarse a declarar ante la autoridad competente y encubrir sus graves latrocinios. Este señor se ha levantado en peso el país, por ejemplo, vendiendo-regalando el gas de Camisea y prepagando la deuda pública por la inmensa suma de 13 mil millones de dólares. ¡Qué espanto!
Quizá también para los 26 proponentes de la moción, y los 93 congresistas que la admitieron, dicha incapacidad moral fluye diáfana, por eso la firmaron y votaron para que el cuestionado presidente acuda al pleno del Congreso a defenderse por 60 minutos y acaso mucho más si el presidente del Congreso o el pleno mismo así lo acuerdan. Su defensa está, pues, asegurada.
Aconsejo que le brinden mucho más tiempo que ese, que cada congresista le pregunte y repregunte sobre hechos de gobierno, cuando fue ministro, jefe de Proinversión y primer ministro de Toledo (2004, 2005 y 2006), porque así le darán la oportunidad de oro para que muestre su incapacidad moral psicoanalítica. Es el Super Yo freudiano que la almacena y desde allí emerge cuando uno actúa.
César Lombroso, el famoso criminólogo turinés, en el lejano año 1876, ya la identificó con mucha propiedad. La llamó "locura moral". Se trata de aquellos "locos" que no son locos, sino que tienen un código moral diferente al común de los mortales, con quienes viven plácidamente. Caminan sobre cadáveres sin inmutarse y son capaces de hacer un discurso sobre moral acendrada pero estar riéndose por dentro. Si leen Las Personalidades Psicopáticas de Kurt Schneider, me darán la razón.
Eso es lo que pasa con nuestro presidente. Su código moral financiero no distingue entre el bien y el mal de las finanzas que él acomete, mezclando lo público y lo privado, haciendo sus linderos delebles y después negándolos con cinismo.
Por eso, siendo ministro a sueldo, jefe del órgano que otorgaba concesiones, a su empresa privada, Westfield Capital, la hace contratar para "asesorar" al dadivoso concesionario, nada santo, Marcelo Odebrecht y cobrarle fuerte suma de dólares por tal "asesoría", para la cual como ministro le expide varios decretos supremos en su favor, como es liberarlo del SNIP y gestionar una ley -dada en un solo día- que le quite la prohibición de contratar con el Estado que pesaba sobre sus hombros.
Es decir, al mismo concesionario le cobraba dos veces: una, para hacer su labor de ministro y, otra, para "asesorarlo" a levantar capitales que no tenía, a crearle rápidas garantías estatales millonarias y aumentarle, casi sin techo alguno, el valor de la obra o el servicio concesionados. Mejor, no sigo.
Allí tienen, pues, a un incapaz moral, presto a negar que lo es. Me resultó risible que Milagros Leiva le preguntara a boca de jarro: “¿Se siente usted, Pedro Pablo, capaz moralmente de gobernar?” Me imagino que se rió por dentro y velozmente espetó: “Claro que sí”. Precisamente, el loco moral es especialista en negar lo que hace o haría, sobre todo en "finanzas", con dinero del Estado peruano para engordar sus propias faltriqueras pese a su vejez. Su avaricia no tiene edad.
Este jueves próximo yo lo vacaría. Tendrán que vacarlo. Salvo que PPK apoquine un millón de dólares por cada voto de congresista venal, de esos que nunca faltan.
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