En el marco de su Política Común de Seguridad y Defensa, la Unión Europea dispone de un pequeño servicio de inteligencia que depende de la Alta Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, la italiana Federica Mogherini. Esa unidad de inteligencia al parecer se limita a producir informes y síntesis basados en datos provenientes de fuentes satelitales pero no dispone de capacidades para el espionaje humano.
La Unión Europea dispone ahora de un programa llamado “Cooperación Estructurada Permanente” (PESCO, siglas en inglés). Aunque estaba incluida en el Tratado de Lisboa, la PESCO no entró en vigor sino en 2017. Su objetivo es crear capacidades comunes, a pesar de que no existe un ejército europeo. La PESCO no funciona por consenso sino según un complejo sistema de mayoría calificada que otorga un poder de veto al tándem franco-alemán.
Es en ese marco que los países miembros de la Unión Europea –con excepción de Dinamarca, Malta y el Reino Unido– decidieron, el 19 de noviembre de 2018, crear una escuela de espionaje con sede en Chipre y bajo la dirección de Grecia.
Esta decisión se adopta precisamente en el momento en que el Reino Unido sale de la Unión Europea. Antes, Londres bloqueaba el proyecto porque, en vez de unirse a la UE, prefería mantener sus cuerpos de inteligencia en la gran corporación anglosajona del espionaje, denominada «The Five Eyes» (los “Cinco Ojos”), que reúne las agencias de inteligencia de Australia, Canadá, Estados Unidos, Nueva Zelanda y Reino Unido.
Los diferentes países miembros de la Unión Europea tendrán ahora que rebasar sus culturas nacionales y compartir sus diversos métodos en materia de espionaje. Ese proceso promete ser muy complicado, sobre todo porque algunos participantes estiman que una escuela de espías con sede en Chipre será muy vulnerable para los servicios de inteligencia del Reino Unido, Turquía, Israel y Rusia.
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