El texto de la siguiente declaración conjunta fue emitido por los gobiernos de Estados Unidos, Antigua y Barbuda, Aruba, Bahamas, Barbados, Belice, Dominica, la República Dominicana, Granada, Guyana, Haití, Jamaica, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, Surinam, y Trinidad y Tobago, tras la Reunión Ministerial de la Alianza por la Resiliencia entre EE.UU. y el Caribe, que se realizó en Miami, Florida, el 12 de abril de 2019.
Reconociendo nuestra vulnerabilidad común a los desastres naturales, que afectan la vida y la economía de los pueblos y las naciones de Estados Unidos y del Caribe;
En consideración de que las alianzas pueden contribuir a la resiliencia regional a través de plataformas eficientes y con interoperatividad, que protejan a la población y agilicen los procesos de recuperación; y en consideración de que Estados Unidos y los socios del Caribe, incluidos Antigua y Barbuda, Aruba, Bahamas, Barbados, Belice, Dominica, la República Dominicana, Granada, Guyana, Haití, Jamaica, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, Surinam, y Trinidad y Tobago, se reunieron el 12 de abril de 2019 y ratificaron su compromiso de profundizar la cooperación y las inversiones para fortalecer nuestra resiliencia ante los desastres en toda la región del Caribe;
Por consiguiente,Estados Unidos y las naciones del Caribe antes mencionadas presentan por este medio la nueva “Alianza por la Resiliencia entre EE.UU. y el Caribe”, con el fin de fortalecer la resiliencia en la región del Caribe en áreas fundamentales de interés común, y con ese objetivo se proponen lo siguiente;
– Optimizar las redes de respuesta a alertas tempranas y formalizar las vías de comunicación;
– Mejorar, fomentar y trabajar en colaboración para seguir desarrollando planes y alianzas de resiliencia ante desastres en el área de aviación;
– Priorizar el intercambio técnico regional en materia de planificación energética, reducción de riesgos y resiliencia;
– Incrementar la interoperabilidad de las redes de comunicaciones entre los socios del Caribe y Estados Unidos;
– Utilizar cartografía de datos sobre marejada ciclónica e intercambiar información en tiempo real como parte de la preparación para los eventuales daños que podrían ocasionar los ciclones tropicales y los tsunamis;
– Utilizar los servicios meteorológicos para fortalecer y afianzar la infraestructura física y de comunicaciones, las redes de recopilación de datos y las capacidades humanas y técnicas en toda la región, así como las interacciones con el público.
– Comprender que si bien el uso de los activos de defensa internacionales, militares y civiles en la respuesta a desastres solamente podrá considerarse como último recurso —cuando estén desbordadas las capacidades civiles locales, nacionales e internacionales—, deberá llevarse a cabo una coordinación cívico-militar en apoyo a la nación afectada;
– Desarrollar un marco que regule el emplazamiento de activos de defensa militares y civiles internacionales en la respuesta a desastres, cuando se vean desbordadas las capacidades civiles locales, nacionales e internacionales, en apoyo a la nación afectada;
– Procurar identificar mecanismos comunes para lograr una respuesta y una recuperación rápidas en casos de desastres, como dispensar o agilizar los salvoconductos diplomáticos, dispensar o reducir los aranceles aduaneros, optimizar los permisos de sobrevuelo y uso del espacio aéreo, y asegurar que los socorristas estén en condiciones de responder con rapidez a desastres en otros países;
– Promover la integración y la coordinación de los mecanismos regionales de respuesta en el Caribe, incluidos la Agencia de Manejo de Emergencias y Desastres del Caribe, el Sistema de Seguridad Regional, las agencias del Gobierno de EE.UU. y los Aliados, de maneras que faciliten una mayor eficacia y eficiencia en las áreas de planificación, mitigación, respuesta y resiliencia en relación con desastres naturales.
– Compartir con organizaciones nacionales que intervienen en desastres las buenas prácticas relacionadas con mejoras en los códigos de edificación, incluida la creación de programas más eficaces a nivel regional, nacional y comunitario;
– Promover, en el ámbito de la comunidad, actividades de preparación y mitigación de desastres, sobre todo en comunidades que no cuenten con cobertura suficiente de servicios, con el propósito de favorecer una mayor participación pública y resiliencia;
Asimismo, mediante la creación de un nuevo Grupo de Trabajo de la Alianza por la Resiliencia entre EE.UU. y el Caribe, Estados Unidos y los países caribeños participantes se proponen coordinar y poner en práctica iniciativas en curso y futuras en todos los países de la región; reconocer y remediar falencias e identificar mejores prácticas y enseñanzas extraídas; y encontrar soluciones innovadoras mediante la reducción de riesgos de desastres y el favorecimiento conjunto de la resiliencia.
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