Los militares siempre quieren tener a su disposición la mayor cantidad del armamento existente. Eso sucede con los militares italianos y los drones estadounidenses. También sucede que la mentalidad occidental los lleva a utilizar las tecnologías que están a su alcance, no porque sea necesario usarlas sino sólo porque las tienen. De esa manera, sin ningún tipo de reflexión ni lógica, Italia se ve implicada en las guerras de Estados Unidos en África y en el Medio Oriente ampliado.
En la Naval Air Station Sigonella, la base que Estados Unidos y la OTAN tienen en la isla italiana de Sicilia, aterrizó, después de 22 horas de vuelo desde la base aérea de Palmdale, en California, el primer drone del sistema AGS (Alliance Ground Surveillance) de la OTAN. Este aparato es una versión mejorada del drone estadounidense Global Hawk. Desde Sigonella, que será en lo adelante su principal base operativa, este drone y otros 4 aparatos similares permitirán “vigilar” –léase “espiar”– vastas extensiones terrestres y marítimas, desde el Mediterráneo hasta el Mar del Norte.
Los drones de la OTAN teledirigidos desde Sigonella, capaces de volar 16 000 kilómetros a 18 000 metros de altitud, transmitirán a la base los datos que recojan. Esos datos, después de ser analizados por los operadores de más de 20 emplazamientos conectados entre sí, serán integrados a la red encriptada del Comandante Supremo de las fuerzas de la OTAN en Europa, cargo que siempre ocupa un general estadounidense designado directamente por el presidente de los Estados Unidos de América.
El sistema AGS, que estará operacional en la primera mitad de 2020, estará integrado con la plataforma de la Dirección Estratégica para el Sur: el centro de inteligencia que –desde el cuartel general de la OTAN en Lago Patria (Nápoles), bajo el mando de Estados Unidos– tiene como misión recoger y analizar toda la información vinculada con las operaciones militares, sobre todo en África y Medio Oriente.
El trampolín principal de esas operaciones, efectuadas en su mayor parte en secreto y mediante drones de ataque y fuerzas especiales, es la base de Sigonella, donde están desplegados drones estadounidenses Reaper armados con misiles y bombas guiadas por láser y vía satélite. Mientras están en acción, los drones de ataque y las fuerzas especiales se mantienen conectados –a través de la estación MUOS de Niscemi– al sistema de comunicaciones satelitales militares de muy alta frecuencia que permite al Pentágono controlar, mediante su red de mando y comunicaciones, los drones y los cazabombarderos, submarinos y buques de guerra, vehículos militares y destacamentos durante su desplazamiento en cualquier región del mundo.
En ese mismo marco operan los 15 drones Predator y Reaper así como otros drones de la fuerza aérea italiana, teledirigidos desde la base de Amendola, en la región italiana de Apulia. Los Reaper de Italia también pueden llevar bombas y misiles guiados por láser para realizar misiones de ataque.
El sistema AGS, que fortalece el papel de Italia en la «guerra de drones», se instaura con las «contribuciones significativas» de 15 miembros de la OTAN: Estados Unidos, Italia, Alemania, Noruega, Dinamarca, Luxemburgo, Polonia, Rumania, Bulgaria, la República Checa, Estonia, Letonia, Lituania, Eslovaquia y Eslovenia. El principal contratista del sistema es la firma estadounidenses Northrop Grumman mientras que la empresa italiana Leonardo aporta 2 estaciones terrestres transportables.
La “contribución” de Italia al sistema AGS consiste en poner a disposición la principal base operativa y en su coparticipación en los gastos, coparticipación que se eleva inicialmente a más de 210 millones de euros. Pero Italia ya dedicó además otros 240 millones de euros a la compra de los drones estadounidenses Predator y Reaper. Con los drones ya comprados y los que serán adquiridos en nuevas compras ya planificadas, el gasto de Italia en drones militares se eleva a 1 500 millones de euros, cifra a la que hay que agregar los gastos generados por el uso de esos aparatos. Eso se paga con dinero que sale del bolsillo de los contribuyentes, en el marco de gastos militares que van a pasar del promedio actual –unos 70 millones de euros diarios– a alrededor de 87 millones de euros cada día.
Los crecientes gastos de Italia en la compra y uso de drones militares tienen consecuencias que van más allá del tema económico. El uso de los drones de guerra en operaciones secretas bajo el mando de Estados Unidos y la OTAN priva aún más al parlamento italiano del poder de decisión sobre la política militar del país y reduce las posibilidades de reflexión sobre la política exterior. El reciente derribo de un drone Reaper italiano en Libia viene a confirmar que Italia está implicada en operaciones de guerra de carácter secreto en violación del artículo 11 de la Constitución de la República Italiana.
Traducido al español por la Red Voltaire a partir de la versión al francés de Marie-Ange Patrizio
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