El presidente Trump ha ordenado generosamente a las principales agencias estadounidenses que ayuden a Italia en la lucha contra el coronavirus. Pero lo de “generosamente” quizás es ir demasiado lejos.
En una alocución transmitida en vivo el 10 de abril, el primer ministro italiano, Giuseppe Conte, anunció a sus conciudadanos que Italia no ha firmado ningún compromiso para la intervención del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) –el mecanismo de la Unión Europea para el “salvamento” de países– y afirmó que su gobierno discutirá sólo sobre «un MEDE sin condiciones», o sea que no imponga condiciones que perjudiquen los intereses nacionales y la soberanía de Italia. Una posición justa.
Pero el primer ministro Conte no anunció a los italianos que, en el mismo momento, el 10 de abril, el presidente estadounidense Donald Trump emitía, a pedido del gobierno del propio Conte, un Memorándum sobre la Entrega de Asistencia para el Covid-19 a la República Italiana, documento que sí contiene de hecho pesados condicionamientos para Italia [1].
Trump anuncia que «el gobierno de Italia requirió la asistencia de Estados Unidos». Por consiguiente, y en virtud de la autoridad que le confieren la Constitución y las leyes, «ordena lo siguiente» para ayudar a «uno de nuestros más viejos y cercanos aliados». Las órdenes, impartidas a los secretarios de los departamentos y agencias de Estados Unidos, estipulan dos tipos de intervención:
– El primero es de carácter sanitario para ayudar a Italia a luchar contra el Covid-19, «demostrando a la vez el liderazgo de Estados Unidos frente a las campañas de desinformación china y rusa». Trump ordena al secretario de Defensa poner disponibles para la asistencia «los más de 30 000 militares y asalariados estadounidenses en Italia» junto con sus «estructuras».
– El segundo y más consistente tipo de intervención consiste en «apoyar la reactivación de la economía italiana», que corre el peligro de caer «en una profunda depresión». El presidente Trump ordena a los secretarios del Tesoro y del Comercio, al presidente del banco de import-export, al administrador de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y al director de la United States International Development Finance Corporation (DFC, agencia estadounidense que financia proyectos de desarrollo de carácter privado) que utilicen sus instrumentos para «respaldar a las empresas italianas».
Todavía no se sabe qué «instrumentos» utilizará Estados Unidos para «apoyar la reactivación de la economía italiana», ni bajo qué condiciones se concederán las «ayudas». Pero es evidente el plan de Washington: explotar la crisis y las fracturas de la Unión Europea para reforzar la influencia de Estados Unidos sobre Italia, debilitando a la vez las relaciones de Italia con China y Rusia.
Así lo confirma el tono de autoridad que caracterizó el anuncio del plan de «asistencia a la República Italiana»: una serie de órdenes presidenciales impartidas no sólo a los secretarios de los departamentos (ministerios) antes mencionados, así como al secretario de Estado y al consejero presidencial a cargo de la seguridad nacional.
Uno de los objetivos del plan es parte de lo que el New York Times define como «una carrera armamentista mundial por una vacuna contra el coronavirus entre Estados Unidos, China y Rusia». El primero que logre producir la vacuna –afirma el New York Times– «puede tener la posibilidad no sólo de favorecer a su población sino de verse en posición ventajosa para enfrentar las secuelas económicas y geoestratégicas de la crisis».
La transnacional farmacéutica estadounidense Johnson & Johnson anunció el 30 de marzo que trabaja desde enero en una posible vacuna contra el Covid-19, junto al Departamento de Salud y con una inversión conjunta superior a los 1 000 millones de dólares. La compañía afirma que, después de los ensayos clínicos previstos para septiembre, la producción podría comenzar en los primeros meses de 2021, en «plazos sustancialmente acelerados en comparación con los plazos habituales», alcanzando rápidamente la capacidad para producir más de 1 000 millones de dosis.
El plan de «asistencia» de Trump para Italia podría incluir el uso de la vacuna, que probablemente sería aplicada (incluso haciéndola obligatoria) sin preocuparse por los plazos de los ensayos y de la producción «sustancialmente acelerados en comparación con los plazos habituales», ni por el costo económico y político de esta “generosa” «asistencia».
Traducido al español por la Red Voltaire a partir de la versión al francés de Marie-Ange Patrizio
[1] “Memorandum on Providing COVID-19 Assistance to the Italian Republic”, Donald Trump, Voltaire Network, 10 de abril de 2020.
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