Señor Presidente, señoras y señores:
El Medio Oriente no se distingue precisamente por traer buenas noticias y son pocos los que esperan que este año sea diferente. Como ustedes saben, la pandemia está devastando esta parte del mundo, como sucede en todas partes.
Pero estoy feliz de anunciar a ustedes que este año podré dar buenas noticias del Medio Oriente. De hecho, puedo dar a ustedes dos.
A principios de este mes, durante una ceremonia en la Casa Blanca en presencia del presidente Trump, Israel firmó dos acuerdos históricos. Uno con Emiratos Árabes Unidos y el otro con el Reino de Bahrein.
Fue el primer acuerdo de paz concluido entre Israel y un país árabe en más de un cuarto de siglo. Y fue la primera vez que se firman en un día acuerdos de paz entre Israel y dos países árabes.
Esos nuevos acuerdos aportarán a nuestros pueblos respectivos las bendiciones de la paz y de los enormes beneficios que nacerán del comercio, de las inversiones, de los intercambios, de los transportes, del turismo llamados a desarrollarse en lo adelante y de una cooperación que se fortalecerá en un gran número de sectores.
Además, no tengo dudas de que otros países árabes y musulmanes van a unirse a este círculo de paz pronto, muy pronto.
Esta buena noticia de paz se ha hecho posible gracias a una clara ruptura con las estrategias del pasado, que habían fracasado.
Durante demasiado tiempo los palestinos realmente opusieron su veto a la paz entre Israel y el mundo árabe en el sentido más amplio.
Durante décadas, todos los progresos fueron interrumpidos, mantenidos como rehenes de las exigencias completamente irrealistas emitidas por los palestinos –como la demanda de que Israel se retire de las líneas indefendibles de 1967 y ponga su seguridad en manos de otras partes; o como la demanda de que Israel expulse a decenas de miles de judíos de sus casas, prestándose de hecho a una limpieza étnica; o como la demanda de que Israel integre a millones de Palestinos, descendientes de los refugiados de una guerra iniciada por los palestinos contra Israel, hace más de medio siglo.
Por supuesto, esas demandas, junto a muchas otras, siguen estando condenadas al fracaso a los ojos de cualquier gobierno israelí que tenga sentido de la responsabilidad. Sin embargo, durante años, gran cantidad de actores, en el seno de la comunidad internacional, han tratado de satisfacer esas demandas absurdas y, como resultado, han perdido tiempo en alimentar una ilusión que nunca llegará a convertirse en realidad en vez de trabajar en pro de una solución realista que pudiese concretarse.
Felizmente, el presidente Trump ha optado por un camino diferente a favor de la paz –una vía anclada en la realidad.
[El presidente Trump] ha reconocido Jerusalén como capital de Israel; ha reconocido la soberanía israelí sobre la meseta del Golán y ha presentado un plan de paz realista que reconoce los derechos de Israel, que tiene en cuenta las necesidades de seguridad de Israel y que ofrece a los palestinos una vía realista que podrán asumir dignamente si hacen la paz con Israel.
Los críticos no habían dejado de decir que todas esas iniciativas emprendidas por el presidente Trump acabarían con las posibilidades de paz.
Y estaban equivocados, totalmente equivocados.
Esas iniciativas han hecho progresar la paz.
Hoy dos Estados árabes han decidido hacer la paz con Israel y otros seguirán su ejemplo.
Este círculo de paz que no deja de ampliarse no hará más improbable la conclusión de un acuerdo con los palestinos. Hará, por el contrario, mucho más probable la paz entre israelíes y palestinos.
Los responsables palestinos tomarán cada vez más conciencia del hecho que ya no tienen un veto que oponer a la paz y al progreso en nuestra región y, con un poco de suerte, esos responsables decidirán finalmente hacer la paz con el Estado judío.
Y cuando eso suceda, Israel estará dispuesto.
Yo mismo estaré dispuesto y sabré mostrar la voluntad de negociar sobre la base del plan de Trump para poner fin, de una vez y por todas, a nuestro conflicto con los palestinos.
Señoras y señores:
Israel y los Estados de todo el mundo árabe no se limitan a hacer un frente común en pro de la paz. También hacen un frente común para enfrentar al mayor enemigo de la paz en el Medio Oriente: Irán.
Irán ataca deliberada y repetidamente a sus vecinos, y sus grupos terroristas están directamente implicados en los hechos de violencia que ocurren en todo el Medio Oriente y sobre todo en Irak, en Siria, Yemen, Gaza y, por supuesto, en Líbano.
Todos vimos la terrible explosión que se produjo el mes pasado en el puerto de Beirut. La explosión se produjo en este punto, en el puerto de Beirut.
Doscientas personas murieron, miles de personas resultaron heridas y un cuarto de millón quedaron sin techo.
Ahora he aquí donde podría producirse la próxima explosión. Aquí. Esto es el barrio de Janah, en Beirut, justo al lado del aeropuerto internacional. En ese lugar, el Hezbollah tiene un depósito de armas clandestino. Ese depósito clandestino, en este punto preciso, está adyacente –a unos metros de distancia– de una compañía de gas. Aquí, hay botellas de gas. Está a pocos metros de una gasolinera. A 50 metros de la compañia de gas. Aquí hay camiones cisternas. Y ese depósito está ubicado entre residencias de civiles: aquí y aquí. Para los habitantes del barrio de Janah, aquí tienen las coordenadas geográficas exactas.
Y quiero mostrar la entrada de esta fábrica de misiles del Hezbollah, porque eso es precisamente. Está justo aquí. Ahí está la compañía de gas y aquí está el depósito explosivo de misiles.
Yo les digo a los habitantes de Janah: tienen que actuar ahora. Ustedes tienen que protestar porque si eso estalla será otra tragedia.
Le digo al pueblo del Líbano: Israel no quiere hacerte ningún daño.
Pero Irán quiere hacerte daño.
Irán y el Hezbollah los han puesto a ustedes, deliberadamente, en un grave peligro, a ustedes y a las familias de ustedes.
Y ustedes tienen que dejarles claro que lo que han hecho es inaceptable. Tienen que decirles que destruyan esos depósitos.
Hace sólo unos días, uno de esos depósitos estalló en Ain Qana, en el sur del Líbano.
Y esa es la razón por la cual la comunidad internacional debe repetir una y otra vez su exigencia al Hezbollah: que el Líbano y los civiles libaneses no sigan siendo utilizados como escudos humanos.
Señoras y señores:
Tenemos que unirnos todos frente a Irán. El presidente Trump merece elogios por haber optado precisamente por esa posición.
Ante todo, saludo al presidente Trump por haberse retirado del mal acuerdo sobre el tema nuclear concluido con Irán.
En 2015, fui el único, entre todos los dirigentes del mundo, en oponerme al escandaloso acuerdo sobre el tema nuclear que había sido concluido con Irán. Me opuse porque ese acuerdo no impedía a Irán avanzar hacia la bomba sino, al contrario, le abría el camino. Me opuse porque las restricciones sobre el programa nuclear, tal y como estaban mencionadas en el acuerdo, eran sólo temporales y no estaban en ninguna forma vinculadas a un cambio de comportamiento de parte de Irán.
Hoy, Irán incluso ha contravenido esas restricciones temporales.
Y gracias a esas violaciones, en unos meses, Irán tendrá suficiente uranio enriquecido para fabricar 2 bombas nucleares.
Irán trabaja actualmente en una nueva generación de centrífugas, que denomina IR9 y que permitirá multiplicar por 50 las capacidades de enriquecimiento de Irán.
Señoras y señores:
Es indudable que Irán trata de dotarse de armas nucleares.
Los archivos sobre el programa nuclear, antes secretos y obtenidos por los agentes israelíes en pleno corazón de Teherán, lo demuestran sin sombra de duda.
Durante la preparación del acuerdo sobre el tema nuclear, se afirmó a Israel –en particular por parte de nuestros amigos europeos– que cualquier violación del pacto firmado provocaría una respuesta rápida y severa.
Pero, ante las violaciones descaradas del acuerdo por parte de Irán, ante las pruebas irrefutables que los archivos nucleares aportaron, el Consejo de Seguridad no hizo absolutamente nada.
Con las manos atadas por ese mal acuerdo, el Consejo de Seguridad todavía se niega a ver lo que es evidente a los ojos de todos los que entienden el Medio Oriente.
En vez de reducir las agresiones de Irán, el acuerdo las alimentó y las financió.
Hace 5 años, al suprimir las sanciones impuestas a Irán, las grandes potencias del mundo abrieron la jaula del tigre, conformándose después con cruzar los dedos para que todo marchara bien.
Pero, por el contrario –exactamente como yo predije hace 5 años– nosotros, las poblaciones del Medio Oriente, sufrimos las consecuencias de ese acuerdo irresponsable. Un Irán más rico y enardecido ha usado los miles de millones que entraron en sus arcas para alimentar su campaña de carnicerías y de conquista en toda la región.
Felizmente, el presidente Trump percibió lo desastroso que era este acuerdo nuclear y decidió actuar.
Restableció las sanciones estadounidenses, obligó los países a escoger entre hacer negocios con Estados Unidos o hacer negocios con Irán y eliminó al terrorista más peligroso del mundo, Qassem Suleimani.
Y, el mes pasado, cuando el Consejo de Seguridad se negó a prolongar un embargo sobre el armamento impuesto a Irán, Estados Unidos restableció las sanciones.
Si el Consejo de Seguridad está dividido, nosotros, en la región, hacemos frente en común.
Árabes e israelíes demandamos juntos acciones duras contra Irán. Y cuando los árabes y los israelíes se ponen de acuerdo, eso debería llamar la atención.
Israel llama todos los miembros del Consejo de Seguridad a unirse a Estados Unidos para luchar contra las agresiones de Irán, a unirse a Estados Unidos reclamando que Irán ponga fin de una vez y por todas a su programa nuclear, y a unirse a Estados Unidos para enfrentar el mayor peligro para la paz en nuestra región.
Y si ustedes lo hacen, tengo la certeza de que, en los años venideros, todos podremos celebrar otras buenas noticias provenientes del Medio Oriente, buenas noticias para Israel, buenas noticias para nuestros vecinos árabes y buenas noticias para el mundo, para todos los que buscan paz, seguridad y prosperidad.
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