Superando distancias, trabas e incomprensiones de la televisión limeña que por desgracia es nacional, el vídeo Valle de La Convención, Cusco: Tierra de Nadie fue pasado por la televisión quillabambina. El domingo 3, el mismo trabajo fue expuesto por HTV-Canal 4 de Arequipa en el programa de Alberto Núñez Borja, En la Mira. Y sabemos que en los días siguientes se producirán experiencias similares en Cusco, Iquitos, Piura, Chiclayo, Trujillo, Tacna, Cajamarca, Puno, Ayacucho, Ica y otras localidades. Una especie de descentralización videográfica gesta su aparición.
En la producción de imágenes se da cuenta de testimonios que sindican a la empresa argentina Techint como violadora de los preceptos más elementales de preservación del medio ambiente y de la sanidad colectiva de los habitantes del Valle de La Convención. De cómo destruyen carreteras, puentes y envenenan campos agrícolas para construir el gasoducto que, por irónico e increíble que parezca, no beneficiará en nada al Cusco ni a la macrorregión Sur.
¿Y ahora qué dirá Techint? Acaba de despedir a 1200 peruanos con el obvio propósito de descabezar las articulaciones germinales de trabajadores que columbraban cuál la clave de evitar más desmanes de esta transnacional del tercer mundo y que se resume en una palabra simple: unión. Juntos y organizados, las insolencias y palabrotas de estos extranjeros palurdos aquí y casi muertos de hambre en sus convulsionadas naciones, no pasarían. Por eso, para reconstruir su alicaída imagen, Techint ha contratado a una empresa norteamericana de publicidad.
La Comisión de Derechos Humanos del Congreso presidida por la parlamentaria Doris Núñez se ha dirigido al alcalde de Quillabamba, Rubén Aragón, para indagar por las múltiples denuncias e irregularidades puestas en conocimiento público por este humilde escriba. El burgomaestre ha tomado cartas en el asunto y en gesto que le honra porque ya se va, impulsó la proyección del vídeo y está gestionando además que el resto del departamento sureño tome conocimiento visual de lo que allí se expone.
Más de 160 ONGs se han dirigido al Washington Post suscribiendo las denuncias de que hemos dado cuenta. Al parecer, la insolencia limeña de ignorar a las provincias porque están comprados, sobornados o no pueden con su rufianería muy bien pagada, colisiona con las entidades que trabajan en la zona y que saben que no he mentido ni maquillado realidades que por tristes o inverosímiles que parezcan, ocurren en desmedro de los trabajadores peruanos en el Valle de La Convención.
En breve se proseguirán estas indagaciones porque el Perú no puede darse el lujo de pasar por alto contratos hechos por intereses particulares y por camarillas políticas que ahora se presentan como alternativas; democráticas, entre éstas la de un cusqueño de baja estatura pero que hasta hoy no explica cómo y porqué se firmó una concesión como la de Camisea tan llena de estafas nunca desmentidas y que son una verguenza.
A nosotros no nos asustan las matonadas de Techint ni de Pluspetrol. Menos las bravatas de los vendepatrias que copan puestos importantes en el gabinete del presidente Toledo. Para ellos nuestro desprecio más galano y asco por su accionar de roedores encubiertos.
Es hora de romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz.
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