Para ponerse a tono con la promoción intensa del turismo y el consumo de nuestra riqueza gastronómica, el Congreso aprobó por más de 80 votos, la llegada de 568 militares estadounidenses, armados hasta los dientes y que vendrán para cuidar a su mandatario Donald Trump en ocasión de la Cumbre de las Américas.
La noticia salió en Clarín de Buenos Aires, aquí en Perú pasó el tema, casi desapercibido. Ciertamente el legislador reelecto varias veces y ocupante eterno de curul, Javier Velásquez Quesquén sí la destacó.
De seguro que Mr. Trump dio instrucciones a su embajada en Lima para que averiguara sobre los mejores restaurantes en comida criolla y, no hay que descartarlo a tontas y locas, también bares con el mundialmente conocido pisco sour. Si son 568 individuos que, por limitaciones de idioma, apariencia, armamento y seguridad, se mueven en grupos numerosos, no habrá en Lima quien no dispute el tener como clientes aunque sea un 20 ó 30% de semejante lote de comensales.
Los cálculos más prudentes estiman que un número de 100 militares bastaba y sobraba para proteger al presidente de Gringolandia. No estamos en guerra civil, ni confrontación bélica con país fronterizo. Debemos convenir que la agresiva promoción de Cancillería en la Casa Blanca sobre las maravillas del Perú, ha sido efectiva, muy efectiva. Y por eso hay que aplaudir tanta buena dinámica diplomática.
Supongo que los promotores habrán cumplido su labor y advertido a los 568 American soldiers que el ají del ceviche pica como los diablos, con disimulo, para sus paladares poco afectos a la especia. Entonces que degusten el pescado muy ligero. Es mejor prevenir malestares y fiebres o humores aterradores y visitas urgentes y reservadas.
Lo que sí preocupa es la probanza de pisco sour. Todos saben aquí que el gaznate admite su exquisito sabor y que en menos que canta un gallo, el mareo puede apoderarse de las testas inexpertas y demasiado entusiastas. ¿Se imagina usted a desaforados boinas verdes cantando o bailando, en otro idioma, haciendo de las suyas en plazas y cruceros?
Estos turistas, 568 American soldiers, no son cualquier gente. Vienen a proteger a su jefe de Estado, Mr. Trump y están avituallados de armas hasta en el cabello. Que beban pisco sour con prudencia, no vayan a ponerse a hacer tiro al blanco por las calles de Lima. Aunque ellos están familiarizados con las balaceras cuasi cotidianas en Estados Unidos, aquí eso es inaceptable.
Felicitemos el rol promotor del Congreso, esa institución de precarísimo prestigio en Plaza Bolívar, estemos atentos a cualquier desmán y que los 568 hagan turismo gastronómico en grande.
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