El reverendo Sun Myung Moon llamó a los franceses y a los norteamericanos a restablecer la unidad. El llamado no incluyó a los irakíes, a quienes espera una temporada difícil con la llegada a la jefatura del gobierno del aventurero Ahmed Chalabi, el hombre fuerte del Pentágono.
Paul Bremer no anda por las ramas. Como todos los buscadores de oro sabe que la capacidad de maniobra de los chiitas de Irán o de Irak tiene muchas vertientes; es capaz de efectuar mil piruetas con tal de no perder y a sabiendas de que la partida puede ser definitivamente ganada a los invasores anglosajones, Bremer y el Pentágono preparan la entrada de Ahmed Chalabi al escenario irakí donde está lejos de suscitar veneración y de ser factor de unidad. Por no contar este proyecto con la aprobación de la CIA la organización Moon lo ha criticado a través de la pluma de Arnaud Borchgrave.
En efecto, antes de tres meses Paul Bremer cambiará su bastón de mando como administrador de Irak por un traje de baño y se marchará de vacaciones que pueden durar muy poco. El mercader Ahmed Chalabi se prepara para el relevo por ser el ídolo del Pentágono y a pesar de que es causa de dolores de cabeza para el Departamento de Estado y la CIA.
Para hacer posible la llegada al poder de Chalabi se han efectuado convenios provisionales dentro de un marco que pretende ser constitucional simplemente porque Arnaud Borchgrave lo dictamina de esa manera. Es decir, la capacidad del jefe del gobierno será mayor que la del jefe del Estado. Este funcionario tendrá su libertad de decisión coartada por dos diputados o vicepresidentes que dirán la última palabra.
Mientras que Chalabi estará en condiciones de ir más allá que su superior porque la inteligencia militar norteamericana le ha entregado ya los documentos confiscados por su congreso nacional irakí al aparato de seguridad de Sadam Husein.
Chalabi reúne otra facultad que es la de «desvincular» al partido Baatista, es decir, suprimer de un brochazo a la primera fuerza pública de Irak a pesdar de que esa formación se descubre a cada rato su huella en la resistencia al invasor anglosajón. Chalabi dispone asimismo de cantidades ilimitadas de dinero y tiene luz verde para escoger a las empresas a las que dará un sitio en la reconstrucción del país. El escogido del Pentágono recibe aún un sueldo mensual de 340 mil dólares de la Agencia de Inteligencia para la Defensa. Los 40 millones de dólares que el Congreso nacional irakí encabezado por Chalabi desde 1994 del gobierno de Estados Unidos cubrió una parte del gasto destinado a encontrar las armas de destrucción masiva que serían el casus belli para atacar a Irak.
En Jordania, Chalabi consolidó una estructura corruptora con el Banco Petra de Amman en los años ochenta, que proporcionó pequeños préstamos a oficiales del ejército, suboficiales, guardias reales y agentes de inteligencia. A la vez desarrolló una relación amistosa con el príncipe Hassan, quien desde antes de remplazar a su padre en el trono tomó un préstamo de 20 millones de dólares del Banco Petra. En cuanto esta institución financiera entró en bancarrota con una pérdida de 300 millones de dólares, Chalabi huyó a Siria en un coche que le fue proporcionado por el actual rey jordano. Chalabi fue sentenciado in absentia a 22 años de prisión por fraude en Jordania. Chalabi se refugió en Londres donde entró en relación con la inteligencia israelí.
Chalabi es matemático titulado del Instituto Tecnológico de Massachussets.
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