Los gobiernos de Reagan y de los Bush se han ocupado de alimentar y poner en operación una poderosa maquinaria de agresión contra varios países del mundo, así como de llevar a sus límites el puritanismo y la explotación capitalista. Han sido los apologistas de esas políticas decenas de “expertos” agrupados en organizaciones como la conservadora Fundación Heritage.
Los gobiernos de Reagan y de los Bush se han ocupado de alimentar y poner en operación una poderosa maquinaria de agresión contra varios países del mundo, así como de llevar a sus límites la explotación en aras de la libertad económica.
Han sido ideólogos y voceros de esas políticas genocidas, decenas de «expertos» agrupados en organizaciones como la Fundación Heritage, creada en 1973 para «formular y promover políticas públicas conservadoras, basadas en los principios estadounidenses tradicionales de empresa privada, gobierno limitado y libertad individual así como una firme defensa nacional».
El fundador y primer presidente de Heritage fue Paul Weyrich, quien además creó en 1974 el Committee for the Survival of a Free Congress, y en 1977 la Free Congress Foundation.
Refiriéndose a sus proyectos Weyrich llegó a decir que «...nuestro principal interés está en la guerra cultural.
¿Recuperará América la cultura que la hizo grande, nuestra tradicional cultura occidental judeo cristiana, o continuaremos la decadencia moral y cultural de lo políticamente correcto? En este caso, América, que fue un día la nación más grande de la Tierra, llegará a ser simplemente un país del tercer mundo».
Esas palabras de Weyrich y sobre todo los frutos de sus proyectos evocan el espíritu totalitario del siniestro ministro de propaganda de Hitler, Joseph Goebbels, quien afirmaba que «...puede uno rehacer una nación por medio de una revolución espiritual, con lo cual al adversario no se le aniquila, sino que se le domina», precisamente una revolución conservadora es lo que ha tratado de impulsar Heritage mediante actividades, abiertas o disfrazadas, de cabildeo, propaganda y desestabilización de gobiernos extranjeros o, por el contrario, de apoyo a los gobernantes impuestos por Estados Unidos.
La propaganda de Heritage pretende ser sutil pero sus recursos son antiguos, especialmente el de la autocalificación como una institución «seria» y «no partidista», pese a que sus planteamientos son muchas veces meramente retóricos y coinciden plenamente con los del gobierno de Bush quien con su reconocimiento a dicha Fundación contribuye a fortalecer la imagen de ella.
Heritage tiene un directorio de una veintena de miembros así como 185 empleados, entre ellos 75 «especialistas» en asuntos de política nacional y exterior. Su presupuesto anual es de 28.4 millones de dólares que incluyen donaciones de empresas, entre ellas Exxon, beneficiaria de la guerra de Irak y adversaria de grupos ecologistas, que desde 1998 ha aportado más de medio millón de dólares a Heritage.
Se calcula que un tercio de su presupuesto lo gasta en mercadotecnia dicha Fundación que publica unos 200 documentos anualmente destinados a impulsar y justificar la política estadounidense, incluyendo el armamentismo, y a «calificar» a los países según el grado en que se adecuan al sistema capitalista.
Por ejemplo, en lo que concierne a la carrera armamentista, en su trabajo titulado «La Fundación Heritage: su influencia en el debate sobre la defensa contra misiles», Baker Spring, investigador de dicha fundación argumenta que esta «ha empleado durante las dos décadas pasadas una variedad de medios para influir sobre el proceso político en Washington en lo que respecta a la defensa contra misiles».
Concretamente, para desarrollar programas militares. Afirma el analista que «El estudio High Frontier, patrocinado por la Fundación, que recomendaba el despliegue de un sistema efectivo de defensa contra misiles balísticos, fue publicado en 1982. Desde entonces, la Fundación Heritage, como organización no partidista de investigación de política pública con sede en Washington, ha venido trabajando para educar a los formuladores de políticas acerca de la necesidad de desplegar ese sistema».
Como explica Spring, Estados Unidos se ha retirado del Tratado de Misiles Antibalísticos de 1972, que prohibía el despliegue de un sistema efectivo de defensa contra misiles, y «la administración Bush persigue un programa de defensa antimisiles para desplegar un sistema eficaz tan pronto como sea posible». Enfatiza: «Estos deseados acontecimientos no se produjeron por accidente. Numerosos grupos y personas, dentro y fuera del gobierno de Estados Unidos, desempeñaron papeles importantes en el cambio de la política estadounidense en lo que respecta a la defensa contra misiles».
Parte de sus fondos los gasta Heritage en apoyar a los disidentes de gobiernos como el de Cuba. Por ejemplo, se ha dado a conocer que en enero de 1996 John Sweeney, de la Fundación Heritage, viajó a Cuba en calidad de turista para entregar ayuda financiera a varios contrarrevolucionarios... (www.ain.cubasi.cu/).
Heritage ha gestionado también contactos y recursos estadounidenses en otros países latinoamericanos, como El Salvador, gobernado por el derechista partido ARENA.
Asimismo, otros viajes de miembros de Heritage han tenido entre sus objetivos la participación en supuestas tareas de «observación electoral» tendientes a legitimar triunfos de la derecha, como en México, en las elecciones de 2000, donde Stephen Jonson, analista de Heritage para América Latina participó en la misión organizada por el IRI, Instituto Republicano Internacional, en la transición derechista encabezada por Vicente Fox. Formaba parte del grupo de «observadores electorales» nada menos que Roger Noriega, colaborador de Bush de muy negra trayectoria.
La mafia de Bush
En junio de 2004, Heritage financió el viaje de Carlos Ploter, un ex comandante guerrillero colombiano de 34 años, desde ese país hasta Washington, para pedir al gobierno estadounidense más dinero para combatir a los grupos armados en su país.
En la elección fraudulenta que llevó a Bush a la presidencia, fue decisiva la actitud de magistrados conservadores que validaron al elección, entre ellos Clarence Thomas, acusado hace años por una de sus subordinadas de acoso sexual, y cuya esposa, Virginia Lamp Thomas, trabajaba para Heritage analizando prospectos de funcionarios para el entonces probable gobierno de Bush. En un artículo publicado el 12 de diciembre de 2000 en el New York Times, ella dijo que no vio conflcito alguno de intereses entre su trabajo y las deliberaciones de su esposo sobre la elección del futuro presidente.
Refiriéndose a la influencia que tuvo Heritage sobre el expresidente Ronald Reagan, Susan George señala que «...Una semana después de su victoria electoral, el director de la Heritage dio al personal de Reagan un documento de mil páginas con consejos sobre política, llamado Mandato para el Liderazgo (Mandate for Leadership), fruto del trabajo de 250 expertos neoliberales. Sus recomendaciones fueron distribuidas a través de la nueva administración; la mayoría se convirtieron en ley» (Susan George Cómo Ganar la Guerra de las Ideas: Lecciones de la Derecha Gramsciana.
Resume «George que La Heritage ha sido el «cerebro» colectivo detrás de Reagan y George Bush». Efectivamente, las ideas que impulsa Heritage coinciden con las principales tendencias de esos gobiernos: política exterior agresiva y militarista, promoción incondicional de los intereses empresariales y guerra a las reivindicaciones sociales, defensa de una moral sexual y familiar basada en la abstinencia sexual.
Como una maniobra propagandística, Heritage disfraza con un ropaje académico la retórica de la abstinencia sexual, que predica junto con instituciones conservadoras tanto católicas como protestantes con pretensiones transnacionales, ya sea el Consejo Pontificio para la Familia, del Vaticano, o el grupo Focus on the Family.
En 2003, al participar en un evento de este último, Melissa Pardue, de la Fundación Heritage, afirmó haciéndose eco de una vieja consigna de la abstinencia que «Las personas que empiezan a tener relaciones sexuales cuando son adolescentes están más propensas a contraer una enfermedad de transmisión sexual, a quedar embarazadas, a tener un aborto y a sufrir problemas emocionales devastadores».
Expresándose como una predicadora de la abstinencia, Pardue afirmó dirigiéndose a los adolescentes que «Las relaciones sexuales prematrimoniales no te van a hacer más feliz, y de hecho, es muy probable que te pongas en peligro emocionalmente, además de correr un riesgo físico».
Asimismo, se identifica con un conjunto de organizaciones de defensa del capitalismo en distintos países de América que recurren a membretes y consignas como Libertad Económica, Libre Empresa, Conocimiento Económico, Estudios Estratégicos, Democracia, etc.., y cuyos planteamientos son tan radicales que constituyen una especie de lucha de clases al revés, de los poderosos contra los desposeídos: guerra a la seguridad social y a las instituciones sindicales, así como privatización del petróleo y de otros recursos naturales, ya sea en Irak o en México, entre otras demandas empresariales.
Funge como director del programa de estudios sobre Asia, de Heritage, Larry Worzel, ex agregado militar estadounidense en Pekín y quien promueve una política militarista contra China. En febrero de 1999, el entonces presidente de la Fundación Heritage, Edwin Feulner, denunció las «ambiciones expansionistas chinas en el Pacífico asiático», que atribuyó a la «debilidad de las relaciones» entre Estados Unidos y Filipinas.
En 2003 Jack Spencer, analista de Defensa de Heritage declaró: «Necesitamos disponer de una fuerza disuasoria creíble contra regímenes implicados en el terrorismo internacional y el desarrollo de armas de destrucción masiva».
Heritage ha promovido las agresiones estadounidenses contra los gobiernos de Haití, Venezuela y Cuba, y en varios de sus reportes ha urgido al gobierno de Bush a enfrentar la «amenaza terrorista» en América Latina.
En marzo de 2004, la prensa internacional comentó el informe de la Fundación Heritage, elaborado por Johnson y por James Jay Carafano, en el que alertaba sobre esa supuesta amenaza terrorista, centrando sus ataques sobre Cuba y Venezuela, a las que acusaba de interferir en los «procesos democráticos latinoamericanos», frente a lo cual convocaba a la diplomacia norteamericana a «trabajar de forma coordinada con otros gobiernos para neutralizar las amenazas».
En otra guerra contra los que menos tienen, en noviembre de 1985 en una jornada a puerta cerrada organizada por la OMS en Nairobi, Kenia, para discutir si la industria farmacéutica debería tener el derecho de distribuir sus productos en el Tercer Mundo sin ningún tipo de regulación, los intereses de la industria fueron defendidos por Roger Brooks de la Fundación Heritage, quien introdujo un papel con propaganda en las carpetas entregadas a los participantes en la conferencia, donde acusaba a los defensores de un código de comercialización de estar en realidad introduciendo un plan oculto para «redistribuir por mandato la riqueza mundial».
Luego de que el Director General de la OMS, Halfdan Mahler, amenazara con arrestarle, Brooks se disculpó por su acción. «Sin embargo, las poderosas fuerzas a las que Brooks representaba lograron intimidar a la OMS. Bajo la presión de los delegados de las compañías farmacéuticas asistentes a la conferencia, Mahler canceló repentinamente el estreno programado de The Pill Jungle(la Jungla de las Píldoras), una película sobre los abusos de la industria farmacéutica que la OMS había patrocinado junto a la Radio Nederland TV».
Asimismo, dos años más tarde Brooks, que lideraba el Proyecto de Evaluación de la ONU de la Fundación, fue designado para un puesto en el Departamento de Estado de EE.UU. en la sección de planificación de políticas del Vicesecretario para Organizaciones Internacionales, donde tenía como misión «ayudar a formular la política general de los EE.UU. respecto a la ONU» (E. David Werner, David Sanders, Jason Weston, Steve Babb y Bill Rodríguez. «Ganancias sanas en un mundo moribundo»)
Stephen Johnson, de Heritage, escribía en un documento del 13 de abril de 2004 que Estados Unidos no puede resolver todos los problemas del mundo pues estos son muchos y sus recursos son limitados por lo cual «otras sociedades deben aprender a valerse por sí mismas», pero que en el caso de Haití, siendo su estabilidad «crítica» para las restantes economías del Caribe, «Estados Unidos tiene un interés económico y estratégico de ayudarlo para llegar a ser autosuficiente y a gobernarse por sí mismo».
Sin aludir a la participación de Estados Unidos en el derrocamiento de Aristide, Johnson señala que ese país y sus «socios internacionales» ayudan a la reconstrucción de Haití, para lo cual es un buen comienzo el nombramiento de un gabinete formado por «tecnócratas no partidistas».
Apunta en sus conclusiones que «hasta ahora la administración Bush ha ayudado a Haití a preservar el orden constitucional ante una autocracia rampante» y cita palabras del gobernador de Florida, Jeb Bush, al pedir a los haitianos radicados en Estados Unidos participar en el «proceso de reconstrucción», a lo que añade Jonson que «empero, nada servirá a menos que los haitianos se ayuden a sí mismos, haciendo a un lado a los demagogos, y construyendo instituciones duraderas. El liderazgo de Estados Unidos para mantener el apoyo internacional es un factor clave para que la reconstrucción tenga éxito».
El 31 de octubre de 2002 en su calidad de secretario asistente para el Hemisferio.
Occidental, en un discurso pronunciado en la Fundación Heritage, Otto Reich arremetió contra Cuba a la que acusó de «amenazar en toda oportunidad la seguridad de Estados Unidos», exigiendo además que el gobierno cubano lleva a cabo «reformas políticas básicas antes de que Estados Unidos reanude con él relaciones diplomáticas normales» Mintiendo sobre la situación imperante en México, Otto Reich afirmó que «el presidente Fox está luchando contra décadas de abuso que minaron la confianza de la gente en su gobierno».
Los descalabros electorales que ha venido sufriendo el partido de Fox, los escándalos de corrupción dentro de su gobierno, incluyendo los protagonizados por su esposa, Martha Sahagún, y el notorio desencanto de la población con la falsedad de la consigna del «cambio» usada por Fox en su campaña. Cabe añadir que Reich incorporó a su mafia gubernamental, como su asistente, a Dan Fisk, exfuncionario de la Fundación Heritage y exasesor del senador Jesse Helms.
Es precisamente Dan Fisk, como máximo diplomático estadounidense encargado de Cuba, quien ha justificado las últimas restricciones a los viajes a la Isla y a las remesas enviadas por exiliados a sus familiares, alegando que esas restricciones eran necesarias porque Castro intentaba «aprovechar una parte del mantenimiento de la población cubana a la comunidad exiliada...El régimen ha construido su reputación en base a una revolución que dice proveer para el pueblo cubano...Es el régimen que debe alimentar, darle ropa y servicios médicos al pueblo».
Es decir, con un totalitarismo que envidiarían los nazis, el gobierno de Bush quiere subordinar hasta las decisiones más personales y los vínculos familiares a sus dictados geopoliticos.
A la fecha, la influencia de Heritage sobre el gobierno estadounidense es alarmante y descarada. El 6 de mayo del 2004, a través de Roger Noriega, dicho gobierno anunció que 16 países, entre ellos Bolivia, Honduras y Nicaragua, habían sido seleccionados para acceder a la Cuenta Reto del Milenio, de mil millones de dólares, para «apoyar los programas de desarrollo económico, desarrollo humano, fortalecimiento de la democracia y fomentar la libre empresa».
Entre otros criterios para obtener esa ayuda, el gobierno estadounidense se refirió a la aquiescencia de organizaciones derechistas como Heritage, que entre otras tareas se dedica a evaluar el grado de «libertad económica» de los distintos países.
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