Cuando faltan apenas días para la entrada en vigencia de la segunda fase del aumento de producción ordenado por la Organización de Países Exportadores de Petróleo las cotizaciones del hidrocarburo no muestran síntomas de debilidad. El mercado petrolero se empeña en negar la existencia de la ley de la oferta y la demanda. Pues aunque casi todos los países productores desde hace tiempo trabajan en función de concretar la mayor cantidad de bombeo posible de hidrocarburos, los precios no se dan por enterados y continúan, en el caso venezolano, cómodamente colocados por encima de los 30 dólares por barril.
El valor de la cesta nacional de crudos y productos se ubica -de acuerdo al último registro oficial de su promedio semanal - en 33,50 dólares por barril. Su media para julio asciende a 32,90 dólares y la alcanzada en lo que va del año suma 30,66 dólares por barril.
El bloque mencionado acordó aumentar su cuota a partir del 1º de agosto en 500 mil barriles diarios, con la intención de estabilizar el mercado y evitar que el valor del producto se dispare y vuelva a niveles récord, como sucedió hace más de un mes cuando el West Texas Intermediate cerró en 42,45 dólares por barril en el mercado de futuros de Nueva York.
El pasado 1 de julio la OPEP había abierto el grifo para colocar en el mercado dos millones de barriles adicionales.
La oferta de esta agrupación llegará en una semana a 25,5 millones de barriles diarios. Pero la Agencia Internacional de Energía, institución que le hace seguimiento al desenvolvimiento del mercado energético global y que está formada por las principales naciones industrializadas, estima que el bloque produjo en junio 26,9 millones de barriles diarios, 3,4 millones de barriles más que la cuota oficial.
Distintos hechos explican que el inminente aumento de producción de la OPEP no haga mella -por lo menos no la esperada por los países consumidores- en precios del crudo. Algunos analistas señalan la gran incertidumbre reinante en los mercados de futuros de Londres y Nueva York, nerviosismo relacionado con la incapacidad mostrada por las fuerzas armadas estadounidenses de anular las acciones de la resistencia iraquí.
Y en este clima priva el temor a que se produzcan interrupciones potenciales en el suministro de crudo en un escenario de creciente demanda mundial.
Y en esta cuenta hay que agregar también el peso de la especulación, la baja de las reservas comerciales de crudo en Estados Unidos, los problemas laborales y el surgimiento de accidentes que afectaron las explotaciones petroleras en Nigeria y Noruega, y las dificultades jurídico-financieras de la empresa rusa Yukos, la mayor productora de ese país.
La Agencia Internacional de la Energía calcula que el consumo mundial será de 81,41 millones de barriles diarios en el 2004, es decir, 330 mil barriles por día más que lo que calculaba hace un mes y un 3,2% más que el año pasado.
El incremento relativo del consumo estaría repartido de la siguiente manera: 14,5% en China; 5,4% en el resto de Asia; 6% en Oriente Medio, 3,6% en la antigua Unión Soviética, 3% en América Latina; 2,2% en América del Norte y 1,5% en Europa.
Para 2005, la AIE calcula que el consumo mundial de crudo podría representar 83,23 millones de barriles diarios, lo que significaría un incremento del 2,2% respecto a este año, escenario que favorecería también el sostenimiento de las cotizaciones del barril.
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