Peli:el neogarrote de Pinocho

Hay algo que parece olvidarse, y es que gracias a un nuevo modelo de democracia, llamada participativa y protagónica, el próximo 15 de agosto unos 12,5 millones de ciudadanos venezolanos estrenará una novedosa figura que amplía sus derechos políticos: el referendo revocatorio. Y ello surge de que más del 20% de los ciudadanos juntaron sus firmas para reclamarlo. Así lo dice la Constitución y así se ha cumplido hasta ahora.

Mucho se ha declamado y escrito sobre este gobierno y se ha logrado en buena medida mantener desinformada a buena parte de la colectividad nacional e internacional, al punto que hay gente en el exterior que cree que Hugo Chávez alcanzó la presidencia por medio de un golpe de estado o por decisión de una junta militar. Y aún hoy se intenta seguir imponiendo una verdad virtual... pero lo que subsiste en la única verdad emanada de la realidad.

"¿Está usted de acuerdo con dejar sin efecto el mandato popular otorgado mediante elecciones democráticas legítimas al ciudadano Hugo Rafael Chávez Frías como presidente de la República Bolivariana de Venezuela para el actual período presidencial?": esa será la pregunta. Cabe recordar que el actual presidente fue elegido en diciembre de 1998 y su mandato fue religitimado en junio de 2000.

No se trata solo de quitar a un Presidente, porque la pregunta sigue siendo la misma: ¿Y después de Chávez, qué?. Se trata nuevamente de dos proyectos de país: uno que busca saldar la enorme deuda social con las grandes mayorías nacionales, llevando adelante una política independiente, soberana, y otro de continuación de la dependencia, en la insistencia de seguir viendo con los ojos de los centros extranjeros de poder y sumarse al pensamiento único y a la comparsa que acompaña -y es financiada- por aquellos que se creen dueños del mundo.

No es tarea fácil producir hechos revolucionarios sin hacer la revolución. Sobre todo cuando se coexiste con un entramado de relaciones mediáticas, políticas, sociales, económicas, jurídicas, pero sobre todo administrativas, que pretenden cortarle el paso. Que quieren aniquilarlo, eliminarlo de raís. Y sobre todo cuando subsiste una cultura clientelista, corrupta, cortoplacista. El paternalismo estatal, la partidocracia y la obediencia a los mandatos de las metrópolis extranjeras son cambios culturales que se van produciendo, poco a poco.

Es difícil hacer una revolución respetando las instituciones -algunas de ellas en mano de gente corrupta, sin escrúpulo, de pensamiento antinacional- y a la vez buscando la forma de satisfacer las necesidades del desarrollo integral venezolano y garantizando la elevación de la calidad de vida del pueblo hasta ahora marginado. La ejecución de las diferentes misiones han servido, más que nada, a elevar el nivel de autoestima de las mayorías y a vislumbrar que por primera vez tienen acceso a una palabra que jamás había existido en sus vocabularios: esperanza.

Las misiones son un instrumento al servicio de los intereses colectivos, donde la participación protagónica de la gente es el dínamo que impulsa los programas. Sin duda, este proceso de cambios -o si prefiere esta revolución pacífica y democrática- ha desplazado a una élite que se había enquistado en el poder en las últimas cinco décadas. Ha desplazado espacios de hegemonía económica, política, social, ideológico-cultural e internacional, y por ello ha provocado también reacciones violentas. Grandes campañas nacionales e internacionales se han lanzado para satanizar y descalificar a priori toda acción gubernamental, pero en especial a las llamadas misiones.

Las misiones socio-educativas (Robinson, Ribas, Sucre), que pretenden superar la ignorancia inducida como mecanismo de dominación, han sido descalificadas por la oposición tildándolas de "adoctrinamiento cubano"; "demagogia y piratería"; "populismo" y "locura irrealizable". Fueron descalificadas por aquellos que para imponer sus mecanismos de dominación recurrieron a la privatización a través de una supuesta "descentralización", la elitización del conocimiento, programas de estudio tendentes a la sumisión del pueblo, para legitimar su explotación, su exclusión y, en definitiva, su conversión en ejército de reserva del capital.

Las misiones socio-productivas (Zamora, Mercal, Miranda, Piar y Vuelvan Caras), fueron descalificadas como un "atentado a la libre empresa", "otra costosa aventura con fines electorales"; una "botadera de dinero" e impulso de "milicias populares"; "legitimación de los mineros ilegales"; o como "promesas que no se cumplirán". Son un atentado para esas elites, porque pretenden instaurar la economía social e impulsar el desarrollo endógeno, atendiendo las necesidades de empleo de los sectores más sistemáticamente excluidos del país.

La misión Barrio Adentro dejó en claro las estrategias descentralizadoras-privatizadoras de desmantelamiento del sistema público de salud. Hoy cubre las necesidades de 14 millones de personas, pero para la oposición se trata, apenas, de una "penetración de milicias cubanas" y un "atentado" a la salud del pueblo venezolano.
Pero hay más: la misión Identidad otorga documentos de identidad a miles de excluidos de este servicio gracias a la corrupción, la Negra Matea, se orienta al rescate paulatino de la niñez en estado de abandono, fenómeno que se incrementó desde el "paquetazo" neoliberal impuesto pro el FMI en1989, son descalificadas con la frase "más populismo". Y para finalizar, la Guaicaipuro, busca restituir los derechos originarios y específicos de 500 mil indígenas que padecieron cinco siglos de genocidio y etnocidio sistemáticos, y el saqueo de sus amplios y ricos territorios, es presentada como "racista", al "privilegiar a los indios".

Pero después de tanta descalificación, tanta burla de los millones de beneficiados, llega lo impensable: ahora anuncian la continuidad de las misiones. Las campañas de descrédito no han podido con el sentido común de una población que sí comprende (pareciera que muchos dirigentes no) la pertinencia social, la importancia de las misiones. Difícil resulta también entender el razonamiento de la dirigencia de la oposición. Y, entonces, vuelve nuevamente la misma pregunta: ¿Después de Chávez, qué? ¿Sacar a Chávez para continuar con sus políticas?

Pero en la hipótesis de que gane la oposición, no habrá continuidad de las misiones, porque al reducir y reorientar el gasto público para fortalecer al sector privado, se reduciría a su mínima expresión el gasto social "improductivo". No se trata solo de recursos, sino de una mentalidad de explotación, dentro de la lógica de la maximización de la ganancia.

De eso se trata: de dos concepciones diferentes, de dos proyectos de país diametralmente opuestos. No es un problema de hombres, ni de lunares.

La corrupción siempre de moda

Está nuevamente de moda hablar de corrupción y ese será el meollo de la campaña publicitaria que prepara la oposición a partir del 15 de este mes. Quizá sean los mismos que prefieren olvidar que entre 1973, cuando asume Carlos Andrés Pérez por primera vez, y el cierre del gobierno de Caldera en su segundo período (1999) la corrupción y los desastres administrativos le costaron al país unos 80 mil millones de dólares.
Y no son cifras nuestras, sino de la agencia británica Reuters, que en 1998 destacaba que la sola crisis financiera de 1994 y 1995, cuyas cabezas visibles o cómplices fueron los directivos del Banco Central de Venezuela de ese entonces, le dieron a la banca unos 18 mil millones de dólares.

Todo ese dinero de un pueblo -y un Estado- que fue estafado por los bancos y los funcionarios de los gobiernos de Velásquez y Caldera, fue a parar a cuentas en divisas fuera del país. Nunca se invirtió en desarrollo en el país, sino que le fueron cobrados al pueblo en inflación y más deuda externa, casi las dos terceras partes de ella.

Cisneros

Después del allanamiento a una quinta utilizada por Venevisión, en el cual se encontraron una serie de armas, Gustavo Cisneros llegó cual Príamo a Miraflores, de la mano de Jimmy Carter, a suplicarle a Aquiles la devolución del cadáver de Héctor. Muchos sacaron sus conclusiones de una entrevista "histórica" que dejó sin guión a la oposición, pero sí mostró al mundo su reconocimiento expreso de Chávez como líder y como presidente legítimo, y también como seguro ganador del referendo.
Cisneros, que insiste en presentarse como "el Berlusconi venezolano", fue un lamento permanente, me cuentan. Dijo que los dirigentes de la oposición son una manga de incapaces extremos y que ha tirado una millonada al Guaire. "Si me hubiera consultado en diciembre de 2001 y le hubiera cobrado solo el 0,1% de lo que se habría ahorrado, ahora estaría nadando en billete", le contestó irónicamente el mandatario, me cuentan. Cisneros ofreció hacer lobby con Bush, a lo que Chávez se negó. Por las dudas, que a nadie sorprenda que "el incompetente" Víctor Ferrere, deje Venevisión.