Estos días se ha celebrado el tercer congreso de medicina antienvejecimiento y longevidad en Valencia (España). Según dicen los expertos, vamos a vivir muchos años.
Jorge Planas, secretario de la Sociedad Española de Medicina Antienvejecimiento y Longevidad, indica que pronto llegaremos a los 120 años y el tope podría quedar en torno a los 150 años.
Contra eso no tengo ninguna objeción. Es posible que con el tiempo se llegue a ese punto. Eso sí, antes deben cambiar muchas cosas. Según los expertos, la edad media de los españoles nacidos en 2005 será de 100 años, frente a los 85 de la actualidad. Cuando lean este artículo, todavía estaré riéndome.
Eso no me lo creo ni harto de vino. Es más, podría ser que dentro de unas décadas la esperanza de vida en España se reduzca algunos años. Los expertos parecen enloquecidos pregonando la ozonoterapia como remedio para los males de la edad. Seguramente, muchos estarán forrándose a base de este tipo de tratamientos. La misma historia de siempre.
En una de las pocas cosas en que estoy en una cierta sintonía con los «expertos» es en que un 25% de la longevidad depende de los genes y un 75% del entorno. No sé si en esos porcentajes, pero es totalmente cierto que el principal determinante de la edad de una persona son los factores externos.
Entre ellos, la alimentación y la limpieza del entorno. Cada vez consumimos más alimentos procesados, cargados de aditivos alimentarios: conservantes, colorantes, espesantes, potenciadores del sabor, estabilizadores, anti-oxidantes, etc. Por si eso fuera poco, los alimentos naturales ya vienen cargados de sustancias de cierta toxicidad: hormonas animales, pesticidas, fertilizantes, retardadores de la degradación.
En toda esta maraña de despropósitos, lo único que nos faltaba era la presencia de grandes cantidades de sustancias tóxicas, generadas por genes insertados en vegetales transgénicos. No es un asunto banal.
La cantidad de sustancias no naturales que ingerimos es elevada. A eso hay que añadir las sustancias prohibidas. En un país desarrollado cabría esperar que los artículos de consumo humano no contuvieran sustancias ilícitas.
Hace unos días, se inició en España un programa para estudiar la presencia de productos tóxicos en humanos. La primera en someterse a los análisis fue la Ministra de Sanidad. En su sangre se encontraron unas 50 sustancias prohibidas.
¿Llegaremos a vivir 100 años bajo estas condiciones? El cáncer es la causa de una de cada cuatro muertes en los países industrializados. Su tasa está creciendo y este tipo de moléculas están relacionadas con su aparición. En este escenario es ridículo pensar en un aumento de la longevidad.
Máxime, porque existen ciertos factores que los «expertos» en antienvejecimiento parecen ignorar. La esperanza de vida de 85 años en España, mencionada por los facultativos, está condicionada por algunos factores importantes. Por una parte, se basa en una población femenina con una esperanza de vida elevada (la población masculina no llega a los 80 años de media).
En esta población de mujeres, nacidas en torno a 1920, el consumo del tabaco era muy escaso. Hoy en día, la igualdad entre sexos se ha extendido al hábito de fumar. Ese simple hecho reducirá el promedio de esperanza de vida en varios años. Además, la población femenina del siglo XX consumía una dieta mediterránea rica en verduras, frutas y aceite de oliva (donde predomina la grasa «buena» monoinsaturada), sin aditivos o sustancias prohibidas.
Hoy, esta dieta está cediendo ante el avance de la «fast food», dominada por hamburguesas con sus grasas saturadas «venenosas» y aditivos alimentarios, lo que probablemente rebajará un poco más las expectativas vitales.
Los condicionantes no son los más adecuados para esperar un incremento de 15 años en la esperanza de vida. En el mejor de los casos, serían buenas noticias que los que nacieron en la segunda mitad del siglo XX podamos llegar en buenas condiciones a los 80 años como promedio. Por eso, espero que me perdonen si me río un poquito cuando escucho ciertos comentarios.
Es fácil decir que los chavales que nazcan el año que viene llegarán a vivir 100 años por término medio. Muchos adivinos y futurólogos que salen en diferentes medios de comunicación dicen ciertas barbaridades que casi nunca se les echa en cara. A fin de cuentas, los que han vaticinado semejante necedad no estarán vivos para entonces.
Puestos a pronosticar, yo voy a hacer una apuesta. Si la esperanza de vida de los niños nacidos en 2005 supera los 85 años, yo me presentaré a impartir mis clases de Biología Celular en la Universidad vestido de Fallera. [1]
Les advierto que en este tipo de apuestas suelo ganar. Ayer me invitó a comer Jordi Martínez en pago de una de esas apuestas. Yo mantenía que el factor de transcripción E2F-1 era capaz de regular su propia expresión. Me dijo que era imposible. Que ya había hecho varias búsquedas en la red y no aparecía nada al respecto en la literatura científica actual. Les advierto que Jordi no es ningún inexperto.
Lleva más de tres años realizando su Tesis Doctoral bajo mi supervisión. Hace unas semanas le concedieron un premio internacional de investigación en Inglaterra (el Young Scientist Award) y hoy mismo nos han comunicado la aceptación de otro trabajo en una prestigiosa revista científica. Gané esa apuesta y estoy seguro de que esta otra apuesta la ganaría. Claro, que yo ya no voy a estar allí para verlo. Supongo que mis estudiantes tendrán que esperar a otra ocasión para verme vestido de Fallera.
[1] Traje regional femenino y con mucho colorido, que se lleva en la región de Valencia (España).
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