Irak, ¿cuna de la civilización, tumba del Imperio?
por Iraida Vargas-Arenas, Mario Sanoja Obediente
My Captain does not answer, his lips are pale and still. [4]
La cuna de la domesticación de plantas y animales, según lo que sabemos hasta ahora, se halla en las tierras altas de Irak, Siria, Turquía e Iran. El origen de la civilización, la fundación de las primeras ciudades, la invención del alfabeto, de la alfarería, la rueda, la irrigación y la agricultura, ocurrió en el valle de los ríos Tigris y Eúfrates, donde -según los textos bíblicos- se hallaba localizado el Paraíso Terrenal. Para entender la horrible catástrofe cultural y humana que está ocuriendo como resultado de la invasión estadounidense, es bueno mostrar en simultáneo lo que significa Irak para la cultura universal y lo que significa la guerra de exterminio contra el pueblo iraquí, montada por los actuales gobernantes del país más poderoso de la tierra, sangrientos e insensibles
mercaderes de la muerte.
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La Cuna de la Civilización
Según las investigaciones arqueológicas que se han realizado en Irak desde hace más de un siglo, el sitio de Palegawra, Distrito de Sulimanyah, indica que hacia 12.000 años antes de Cristo, durante el Pleistoceno Superior, ya existían en las montañas Zagros, poblaciones de tipo mesolítico, recolectores, cazadores que habitaban en campamentos cavernarios y manufacturaban una industria de artefactos de sílex apropiada para tales fines. Cazaban y. al parecer. ya habían comenzado a domesticar, entre otros, mamíferos como el onagro (Equus hemionus), ovejas (Ovis orientalis), cabras (Capra hircus aegagrus), vacunos (Bos primigenius) y cerdos (Sus scrofa). Las evidencias más importantes de domesticación de animales, particularmente ovejas, provienen del sitio Zawi Chemi Shanidar, hacia el noveno milenio antes de Cristo.
La presencia de microlitos de sílex engastados en mangos de madera o hueso, manos y piedras de moler, sugiere la existencia de cuchillos para segar cereales y artefactos para la molienda de los mismos. El sitio arqueológico de Jarmo, norte de Irak, revela que para el séptimo milenio antes de Cristo ya existían aldeas sedentarias integradas por casas hechas de bahareque. Sus habitantes ya habían domesticado la cebada, dos especies de trigo y arvejas, así como las ovejas y las cabras, iniciando así mismo la manufactura de alfarería. El inicio del urbanismo se manifiesta en el sitio de Tell es-Sawwan, cerca de la actual ciudad de Samarrá, donde aparecen viviendas familiares defendidas por muros de barro seco.
El sitio de Tell Hasuna, en el norte de Irak, nos indica la existencia de poblaciones humanas plenamente neolitizadas entre 6000 y 4500 años antes de Cristo, que manufacturaban alfarería policromada. Las viviendas eran fabricadas con adobes, conteniendo espacios para guardar las cosechas, evidencia de una producción excedentaria que permitía mantener una clase de funcionarios y trabajadores qie no se dedicaban directamente al cultivo de la tierra.
La continuación la Revolución Neolítica en Irak está evidenciado por una serie de importantes sitios como Tell el Halaf, Ras Shamra y Tepe Gawra, estimulada por la presencia de ricas tierras aluviales a lo largo del Eúfrates y el Tigris, donde se practicaba la agricultura, el pastoreo de animales, la caza y la pesca, propiciando el surgimiento de lo que podríamos llamar la primera civilización neolítica a lo largo de dichos ríos. Ciudades como Al’Ubaid y Uruk, fundaciones de la civilización Sumeria, testimonian los albores de la Revolución Urbana, de la escritura pictográfica, culminando con el Primer Período Dinástico de la Civilización Sumeria hacia el año 3000 antes de Cristo. [5]
Hacia 2370 antes de Cristo, aparecen el legendario rey Sargón y sus seguidores de origen semítico, quienes fundan la ciudad de Agade, al sur de Babilonia. A ésta le suceden otras dinastías como la Akkadia, Ur, hasta la primera dinastía de Babilonia en 1990 años antes de Cristo y la aparición del reino de Hammurabi, el año 1800 antes de Cristo. Durante su reinado se popularizó, para las relaciones comerciales, la utilización de la escritura cuneiforme y el idioma akadio.
Hacia el año 1595 antes de Cristo, la Primera Dinastía de Babilonia fue destronada por los Hittitas y los Kassitas, quienes a su vez iniciaron una nueva dinastía. La fundación de otros centros de civilización contemporáneos en Egipto y Assyria, dio pie a la integración de extensos imperios en el Medio Oriente y el Norte de África como el Nuevo Imperio de Babilonia, 625 a 539 años antes de Cristo, el cual posteriormente habría de ser conquistado por los ejércitos persas comandados por Alejandro Magno.
Ex Oriente Lux
Desde el núcleo civilizador del Oriente Medio, el impulso de las culturas neolíticas se extendió hacia la cuenca del Mediterráneo y el mar Egeo. A través de los pueblos originales de los Balkanes, el valle del Danubio y Europa Central, las nuevas tecnologías del cobre, el bronce y luego del hierro, la manufactura de la alfarería, el uso del arado, de la rueda y la domesticación del caballo, se difundieron hasta las poblaciones originales de la Europa Occidental, quienes modelaron estos adelantos de una manera orgánica y nueva según sus propias necesidades.
La ideología neolítica, en esta primera globalización de la cultura, llegó a las Islas Británicas hacia 3500 años antes de Cristo, culminando alrededor de 1400 años antes de Cristo en la Edad del Bronce y la introducción del hierro por pueblos de posible origen Celta y Germánico alrededor del año 250 antes de Cristo.
En el último siglo antes de Cristo, las legiones romanas al mando de Julio César iniciaron la conquista y la colonización de las Islas Británicas. Para el primer siglo después de Cristo, Claudio y Adriano ya habían consolidado los asentamientos romanos en las islas, iniciándose la historia escrita del pueblo británico.
De ese sustrato original, modificado y enriquecido con los aportes de los pueblos germánicos y normandos, sugieron los primeros colonizadores ingleses que se asentaron en el noreste de Norteamérica, núcleo inicial de lo que devendría posteriormente, a finales del siglo XVIII, los Estados Unidos de Norteamérica. Parece paradójico que los actuales líderes de esa nación, surgida en buena parte de las corrientes culturales originadas a partir de la civilización que vio la luz en Irak hace 10.000 años, hayan enviado sus legiones y sus mercenarios a este país para destruir, precisamente, sus creaciones.
Rumanos, polacos, checos, descendientes al parecer de antiguas poblaciones danubienses romanizadas o germanizadas, hondureños, puertorriqueños, dominicanos, mexicanos, descendientes de las milenarias poblaciones surgidas del noreste de Asia, todos se han encontrado también, por diferentes razones, para destruir la cuna de la vieja civilización, aniquilando asimismo a sus actuales pobladores que abrazaron la fé del Islam hace ya casi 1500 años.
Tiempo de Mercaderes Sangrientos
Contemplando desde su elevado sitial sobra las orillas del Potomac la tragedia y la muerte que los soldados de su querida patria esparcen sobre Irak, Abraham Lincoln quizás reflexione también, silencioso, sobre la miseria humana que ha caido sobre su propio pueblo, mientras, como diría Neruda, el viento del sur resbala sobre su sepultura trayendo voces y briznas de ciudades y árboles, y el angustiado espíritu del poeta le pide "...Que nada de esto pase/ Que despierte el Leñador/ Que venga Abraham con su hacha..../ contra los nuevos esclavistas/ contra la mercadería sangrienta que quieren vender..." [6]
La sociedad epígono de la vieja civilización, agita espamódicamente sus brazos armados con los más terribles instrumentos de destrucción, masacrando sin piedad los niños y niñas apenas en flor, a sus padres y abuelos, haciendo polvo las humildes casas de adobe de los fellah de Fallujah, de la milenaria Samarrá, de Bacqubá que se baten para recuperar el honor y la libertad de su patria mancillada por las legiones extranjeras, con la complacencia cobarde de los traidores irakíes que dicen gobernar, escondidos tras sus bayonetas, sus modernos misiles, tanques y aviones.
La momentos oscuros de la historia reciente vuelven a nublar nuestro horizonte: Guernika, Lidice, Oradour, Nagasaki. Hiroshima, Panamá, Deir Yassin, Sabra y Chatilla, donde las manos de los mismos fascistas, herederos del culto solar y de la swastika, cosecharon cuerpos mutilados, pueblos y ciudades reventadas a bombazos.
Para borrar la historia del pueblo irakí, las evidencias de su vieja civilización, los extraordinarios museos arqueológicos que guardaban los testimonios materiales del Origen de la Civilización, las bibliotecas donde reposaban los textos milenarios del Islam, fueron saqueados y quemados, vendidos sus objetos al mejor postor, horrible crimen contra la Cultura Universal que no podrá quedar impune.
Habría que decirles como el poeta Neruda: "¿Qué puedes tú, maldito, contra el aire? ¿Qué puedes tú, maldito, contra todo/lo que florece y surge y calla y mira/ y me espera y te juzga?" [7]
¿La Tumba del Imperialismo?
El mundo ha visto surgir y desplomarse poderosos imperios. ¿Quién habría pensado en el año 100 después de Cristo, cuando el poderío de Roma se hallaba en su esplendor, que el Coliseo, el Foro Romano, el Arco de Tito, la Columna de Trajano, Villa Adriano y otros símbolos del Imperio serían alguna vez solamente ruinas para ser visitadas por los turistas? El colapso de los imperios no comienza por el centro, sino por su periferia. Roma comenzó a resquebrajarse como consecuencia del quebranto de su periferia. Tanto el Imperio Español, como el Británico y el Fancés comenzaron tambien a colapsar cuando perdieron el poder para controlar su periferia.
El colapso de la Unión Soviética no siginificó solamente la derrota del campo socialista, sino más bien la derrota de un imperio mundial bifronte donde luchaban una forma de capitalismo centrado en el mercado, contra otra forma de capitalismo centrado en el Estado. Como acota Wallerstein [8], los Estados Unidos no ganaron la guerra fría sino que también la perdieron, porque la guerra fría no era un juego que se pudiera ganar, sino un minué que había que bailar.
El proceso imperial de acumulación de capitales requiere la existencia de un orden mundial jerárquico, razón por la cual los Estados Unidos, cabeza de ese imperio, castigan a todos los países, tal como Cuba y Venezuela, que tratan de sacudirse de su yugo, en tanto alaban a los gobiernos que, como vemos en América Latina, les entregan su soberanía atada de pies y manos vía la incorporación al Tratado de Libre Comercio, sin consultar a sus ciudadanos/as.
El fin de la Guerra Fría gestó el surgimiento de un mundo multipolar, caracterizado por diferentes procesos de acumulación de capitales: la Comunidad Europea, La República Popular China, la India, Iran, la Federación Rusa y ahora el bloque de países caribeños y suramericanos: Cuba, Venezuela, Brasil. Argentina, Uruguay y Bolivia que avanzan hacia la constitución de una comunidad multilateral, de un proceso relativamente autónomo de acumulación de capitales a pesar de los esfuerzos norteamericanos para derrocar sus gobiernos como es el caso de Venezuela. Dentro de este fluido cuadro internacional, surge también la presencia ominosa de un Estado islámico transnacional, fundamentalista, con un enorme poder económico e ideológico alimentado por los graves errores políticos cometidos por las administraciones norteamericanas.
El costo de la lucha contra Al Qaeda, lo están pagando particularmente los ciudadanos/as estadounidenses, que han visto con preocupación el asalto contra sus derechos ciudadanos y el acceso al poder de la Casa Blanca del grupo fundamentalista cristiano más reaccionario y fanático de ese país. La guerra de Irak está minando los soportes morales del imperio norteamericano, sin que se vislumbre otra salida que la retirada de las legiones invasoras. La ivasión a Irak ha demostrado militarmente lo que ya decía Clausewitz, que la guerra se gana con gente, no solo con equipos militares sofisticados.
El petróleo irakí, causa fundamental de la invasión norteamericana, no podría ser explotado con provecho dentro de un futuro previsible. La guerra produce ganancias a los mercaderes que se han apoderado del gobierno, a costa del empobrecimiento del pueblo norteamericano. Mientras la geografía de Irak y la distribución demográfica de su población se altera con la enorme cantidad de individuos infantiles y jóvenes que han sido y seguirán siendo asesinados y torturados por las tropas ocupantes, el desarraigo masivo de poblaciones, la devastación de ciudades, la destrucción de los servicios, de la producción, de los medios de comunicación, de la vida social y familiar, de la cultura, el sufrimiento y la humillación profunda a la cual ha sido sometido el pueblo irakí, producirá finalmente un cambio estructural profundo que afectará también al resto de los países árabes y particularmente del Oriente Medio.
Ante la pasividad cómplice de los diversos gobiernos árabes frente al holocausto de los irakíes, sus pueblos no hallarán más recurso que apoyar las organizaciones que combaten a los Estados Unidos y sus aliados en el Medio Oriente, quienes sin duda se dotarán de armas artesanales de destrucción masiva. Iran, el país más extenso de la región, es también una gran potencia militar y económica. Desde la lejana época imperial del Sha Rezah Palevi, Iran estaba procurando tener armas nucleares y muy posiblemente ya las tiene en secreto junto con los misiles para transportarlas, lo cual explica la moderación de la diplomacia norteamericana y de la Comunidad Europea en relación al tema.
El gobierno de los Estados Unidos se ve enfrentado a dos opciones igualmente destructivas: 1) quedarse empantanado en Irak luchando ad infinitum una guerra colonial imposible de ganar que terminará por alterar el equilibrio político del Medio Oriente y el Asia Occidental y 2) abandonar Irak, que ya hoy día es una realidad social diferente a la pasiva nación domesticada por la dictadura de Saddam, antiguo cliente del gobierno norteamericano, frustrada, llena de odio hacia sus invasores, consciente que puede organizarse para combatir con éxito al mismo ejército más poderoso del mundo. Si se quedan, las tropas invasoras no podrán salir; si se van, no podrán volver.
Las relaciones políticas de los Estados Unidos con el resto del mundo, tampoco volverán a ser las mismas después del genocidio cometido en Irak. El mismo pueblo estadounidense, por su parte, ya perdió la inocencia política. Ahora perciben en carne propia lo que significa vivir bajo un gobierno fascista y represivo. En Cuba y el Caribe Oriental, en Venezuela, Brasil, Argentina, Uruguay y Bolivia los cambios que se han operado y que se siguen produciendo, permiten suponer que se avanza hacia la concreción de una comunidad económica y una potencia energética regional, Mercosur, vinculada sí a los Estados Unidos, pero también a China, Rusia, La India, Irán y la Comunidad Europea. En Colombia, no es de extrañar que la presión de los grupos vinculados a la industria y el comercio, así como el hastío de la guerra civil que experimenta ya la mayoría de los/as colombianos/as, prevalezcan sobre los terratenientes fascistoides y la narcopolítica, forzando el estallido de la paz, inclinando quizás dicho país hacia la comunidad del Mercosur.
La tragedia de Irak ha ocasionado, en corto tiempo, profundas modificaciones en la sociedad mundial. Ellas serán determinantes para que el imperio tenga que revisarse y transformarse para adaptarse a las nuevas realidades sociales que han surgido, tanto en su propio país, como en el resto del mundo, como secuela del drama irakí. A pesar de sus prácticas seculares para atemorizar a los países más débiles, el golem, el ogro salvaje del imperialismo ya no seguirá perseverando por mucho tiempo en su táctica habitual de utilizar la fuerza bruta para moldear el resto del mundo a su imagen y semejanza. Sic transit gloria mundi.
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Fuente: «Irak, ¿cuna de la civilización, tumba del Imperio?», por Iraida Vargas-Arenas, Mario Sanoja Obediente , Red Voltaire , 13 de enero de 2005, www.voltairenet.org/article123224.html
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