Telesur será algo así como el Al Bolívar, según el paralelismo que alguien propuso pensando en la televisora Al Jazeera árabe. Un ejercicio para "desalambrar" los medios de comunicación masivos del continente, según el símil que prefiere Aram Aharonian, el periodista uruguayo que será el director general de este canal continental, parafraseando a su paisano, el entrañable cantautor Daniel Viglietti. Será, apuestan sus creadores, "el primer proyecto contrahegemónico de comunicación que conozca Suramérica en materia de televisión."
Telesur será, se proponen, un firme competidor de CNN y Univisión. Es ya, bajo la razón comercial Televisora del Sur SA, una multinacional venezolano-argentino-brasileño-uruguaya. Todo bajo estrictos criterios de rentabilidad, competitividad y comercialización. Vía satélite, en principio por un canal, cubrirá Suramérica desde su sede, Caracas, y estará al aire en mayo, según los planes.
Dos veteranos del periodismo que figuran en el directorio de este proyecto están de gira por México, en busca de ventanas, relaciones útiles para un canal de televisión que reivindica los viejos y vigentes valores del periodismo progresista. Son Aharonian, que viene de las trincheras contra las dictaduras conosureñas, radicado en Caracas, director del diario Questión, colaborador de la cibernética Red Voltaire. Y Jorge Enrique Botero, un colombiano que fue conductor de televisión en su país y autor de dos documentales sobre la guerra colombiana que le hicieron ganar el Premio Nuevo Periodismo, "Cómo voy a olvidarte" y "Bacano salir en diciembre", sobre los secuestrados por las FARC.
Un viejo sueño de periodistas
Telesur, explica su director, es "un proyecto estratégico que nace de la necesidad de dar voz a los latinoamericanos en medio de un cúmulo de pensamiento e imagen únicos, que es lo que transmiten los medios de comunicación comerciales. De la urgencia de vernos con nuestros propios ojos y dar soluciones propias a nuestros problemas. Si no empezamos por ahí, el sueño de la integración latinoamericana no va a ser más que un saludo a la bandera".
- No son ideas nuevas.
- No, es un sueño por el que pelearon muchos compañeros que cayeron en el camino. Ahora se puede volver realidad por dos circunstancias interesantes. Primero, porque Latinoamérica no es la misma que hace cinco años y también por otro hecho de gran trascendencia. Por primera vez en la historia de Venezuela las ganancias del petróleo están permeando al pueblo y hasta da ciertos excedentes para poder impulsar este proyecto de integración comunicacional latinoamericana.
El colombiano lo describe como "un proyecto de comunicadores, una iniciativa privada que después de estar siendo afinada, pastoreada durante cuatro años está a punto de cuajar".
La sociedad anónima cuenta con acciones de los gobiernos de Venezuela y Argentina, con participación no accionaria, pero sí de apoyo de las instituciones brasileñas y en marzo se firmará un convenio con Uruguay. Es decir, es una multinacional. La empresa se llama Nueva Televisión del Sur SA. Y su lema es: "Nuestro norte es el sur".
El directorio es internacional. El presidente es el ministro de Información de Venezuela, Andrés Izarra; Aharonian, el director general. Y otros directivos son Ana de Escalom, argentina, directora de Canal 7 de Buenos Aires; Beto Almeida, sindicalista del gremio periodístico de Brasil; Botero, que será el director de información del canal, y Ovidio Cabrera, ex vicepresidente de Radio Tv de Cuba.
"Puros periodistas", refrendan ambos entrevistados, de gira en busca de talentos, seguros de que en este continente los hay de sobra. "Hay -dice Botero- miles de creadores de documentales y televisión que producen materiales muy originales y que están frustrados porque esa enorme producción no tiene ventanas de salida en los medios masivos, generaciones enteras de realizadores en espera de un medio. Y nosotros lo que queremos es a toda esta gente".
Porque, añade Aharonian, "nada va a servir si no buscamos nuevos contenidos." Por eso, junto con la salida del canal se lanza otro proyecto, la Factoría Latinoamericana de Contenidos, la Flaco. "No es una productora, sino un pequeño instituto que lo que hace es tratar de recopilar la producción audiovisual, de documentales, cinematográfica, de televisión, que hay en América Latina. Buscamos poder producir series, y no necesariamente miniseries, sino series de 53 semanas, no sólo para un canal sino para varios. Si esto lo logramos en cinco años, aplaudimos."
Una paraestatal de nuevo tipo
- El factor económico los distingue de manera importante. Tienen dinero. Eso nunca ocurrió con los medios alternativos, pobres casi por naturaleza.
- Por eso digo que es un hecho político importante. En lugar de que haya 500 o 900 pequeños medios alternativos, va a haber una empresa grande. Y con capital.
- Telesur ¿será entonces una paraestatal?
- Digamos que el capital semilla es estatal. Es la primera vez en América Latina, después de muchos años de neoliberalismo, que el Estado vuelve a fomentar proyectos que sirvan a al ciudadanía.
- Parecen partir de las mismas premisas del periodismo que durante décadas se refugió en pequeños medios alternativos y comunitarios.
- Pero ahora hemos salido del nicho de lo marginal y vamos por lo masivo.
"Nuestro enfoque va a hacer lo contrario de lo que hace la televisión comercial. Va a buscar el protagonismo de los movimientos sociales, de la gente, de las comunidades, los pueblos".
Botero complementa: "Ya está programada una barra de una hora diaria sobre lo que se dice en las comunidades, en reportajes hechos por ellos mismos".
- Los críticos del chavismo ya le llaman "Telechávez" a Telesur. ¿Cómo van a evitar que sea un canal oficial del gobierno?
- Primero porque no lo manejan los estados. El directorio está integrado por profesionales del periodismo y ninguno de ellos, excepto el caso de Izarra, representa oficialmente a un gobierno. Y la idea es que no sean los estados los que sigan aportando dinero indefinidamente, sino crear una bicicleta de financiamiento que posibilite otros ingresos, con la figura de patrocinadores. Es el caso de la Factoría Latinoamericana de Contenidos, en su totalidad financiada por contratos con patrocinadores.
- ¿Hay patrocinadores para este tipo de proyectos?
- Nosotros tenemos comprometidos ya 10, sin salir a buscarlos. Corporación Latina de Fomento, Mercosur, PDVESA, PetroBras, Petroamérica, las aerolíneas, las instituciones de fomento al turismo. Todo responde a un diseño nuevo de empresa, en el que también está contemplado el interés, digamos que comercial, de estas dependencias que en Telesur tienen garantizado un número de televidentes para sus mensajes. El criterio comercial es indispensable para sobrevivir. O sea, no va a haber publicidad consumista. Pero sí va a haber este otro tipo de publicidad de instituciones privadas y públicas. Siempre bajo una premisa: los patrocinantes no van a tener nada que ver con la línea editorial.
- En la medida en que el patrocinador principal sea el gobierno venezolano, ¿cómo va a incidir en la línea editorial?
- El gobierno venezolano tiene su propia televisora. Esta apuesta tiene que ver con las necesidades de integración de los gobiernos de Suramérica, la necesidad de subsistir como proyectos nacionales. La independencia está dada desde la pluralidad del directorio y de la posibilidad de encontrar recursos financieros que no provengan necesariamente del Estado. Nos sentimos lo suficientemente libres de diseñar la política informativa del canal. Y hasta ahora no hemos tenido ninguna injerencia de los gobiernos. Dentro de los marcos que nos dan origen: nada contra la integración regional y la lucha contra la globalización neoliberal.
Botero prefiere la referencia a un antiguo cómic estadunidense para responder. Es Lucky Luc, un cowboy del Lejano Oeste, que vende protección a un periodista de pueblo que dirige un periodiquito cuyo lema es "Independencia siempre, neutralidad jamás". Eso, concluye, "lo suscribo yo".
El salto de lo alternativo a lo masivo
Telesur se transmitirá, en principio, por un canal satelital de 24 horas al aire repartidas en tres bloques de ocho horas, en buena parte repitiendo unos a otros. La mayoría de la producción va a ser propia. El énfasis estará en lo informativo: noticias, programas de opinión, entrevistas. Y también se va a alimentar de la producción audiovisual de los realizadores de todo el continente que quieran participar.
"Por lo pronto -explica el colombiano- estamos haciendo un gran censo del material de calidad que hay. Y a partir de ahí montar una programación muy variada, que refleje nuestra enorme diversidad. Además de tener los corresponsales previstos en la nómina del canal (en Estados Unidos, México, Bogotá, Caracas, La Habana, Lima, Buenos Aires y dos en Brasil) queremos tener una red de colaboradores en el área periodística. Queremos contratos con medios independientes, que se han destacado por su línea editorial, que sean base de operaciones del canal en sus respectivos países. De este modo tendríamos todos los días, a la hora de las noticias, enlaces con los principales periódicos que nos darían un enfoque de lo acontecido en América Latina. Además aspiramos a tener una agenda propia, tocando temas que de pronto desaparecen del radar de los medios comerciales y que no por eso dejan de ser noticia. Queremos contar las historias desde el comienzo hasta el final, sin dejar la inmediatez de las cosas, pero no olvidando otros criterios".
- Este es un sueño que muchos periodistas progresistas nunca dejaron de perseguir, pero lo más que alcanzaron es crear agencias alternativas, radios comunitarias, periódicos. En la televisión masiva no se ha logrado concretar un proyecto de este corte.
- La decisión nace -dice Aharonian- de la convicción de que no puede dejarse la televisión, hoy por hoy el medio de mayor penetración, en manos del enemigo. El gobierno venezolano le dio una gran importancia a las radios comunitarias alternativas, pero le dejó lo masivo a su enemigo. Hoy se da cuenta que lo masivo es importante. Que lo alternativo alcanza cuando mucho el 5, el 7 por ciento de la audiencia general.
Fue Fidel Castro, por cierto, quien en un congreso de periodistas en La Habana nos propuso desarrollar una CNN latinoamericana, de los pueblos. Esto, claro, no es el modelo de la CNN. La gente ya no es pasiva ante lo que le dicen en la televisión. La ven y están tratando de leer entre líneas, de adivinar lo que se oculta, lo que no se dice.
Interviene Botero:
- Nos vamos a distinguir de la televisión comercial en muchos sentidos: estilo, tono, movimiento de cámaras. Por ejemplo, nuestro tono va ser dialogante, va a interpelar al auditorio, pero no de la manera agresiva que se acostumbra la televisión comercial. Nuestros presentadores van a tener un estilo coloquial, vamos a tener periodistas que van a contar historias, van a ser reporteros, no muñequitos que sólo saben leer el teleprompter. Nuestra idea es reivindicar el periodismo. Vamos a tener cámaras en acción, muy vivas, en las calles, buscando los ángulos que los demás no toman.
- ¿Este concepto es competitivo? Si la gente tiene dos opciones al alcance de su control remoto, ¿qué va a elegir, CNN o Telesur?
- Telesur, por supuesto, porque ahí va a estar enterada de todo lo que pasa, porque nuestra gente va a estar donde pasan las cosas. Porque vamos a abrir canales de expresión para los movimientos sociales que actualmente no están en los medios.
La Jornada
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