Creada por la CIA para sacar al escenario público a los tránsfugas comunistas de la época de Reagan, la Jamestown Foundation ha reanudado sus servicios en el gobierno de Bush. Edita boletines especializados sobre el mundo poscomunista y sobre el terrorismo que sirven de referencia a los think tanks de Washington. Universitarios y periodistas se dedican a describir un mundo lleno de fantasmas cuya hostilidad, por sí misma, justifica el imperialismo norteamericano.
Cada vez con más frecuencia, think tanks / [centro de investigación, propaganda y divulgación de ideas, generalmente de carácter político N del T.] neoconservadores como el Center for Security Policy [1] citan las publicaciones de la Jamestown Foundation.
Esta asociación, creada en 1983, estaba prácticamente inactiva hasta que fue reanimada con motivo del 11 de septiembre para ser integrada al dispositivo del paso brusco de la Guerra Fría a la Guerra contra el Terrorismo.
Durante el primer mandato de Reagan, varios tránsfugas comunistas se quejaron de no haber tenido en Occidente una carrera comparable a la que habían dejado en el Este. Al entonces director de la CIA, William J. Casey, se le ocurrió la idea de complacer a algunos de ellos publicando sus testimonios. Así mataba dos pájaros de un tiro: por un lado, los tránsfugas recuperaban la posición pública que habían perdido y, por otro, sus declaraciones alimentaban la campaña anticomunista de la Agencia de espionaje.
Así se creó la Jamestown Foundation. Su dirección le fue confiada a William Geimer. Este sacó al escenario público a dos altas figuras políticas del Este que habían pedido asilo político en los Estados Unidos: a uno de los antiguos amos rumanos de la información, el general Ion Pacepa y, sobre todo, al ex subsecretario de las Naciones Unidas, el diplomático soviético Arkady Shevchenko, quien había desertado en abril de 1978 y caído en un estado depresivo.
Este último publicó sus memorias, que se convirtieron en un best-seller [2] y le abrieron las puertas de los estudios de televisión y de las salas de conferencia.
La obra estaba repleta de anécdotas y de detalles sobre el funcionamiento del Kremlin dados por un testigo ocular.
Infelizmente, una investigación periodística [3] demostró que Shevchenko no había estado presente en muchas de las situaciones que narraba. Nunca se supo si se trataba de un fabulador que había engañado a la CIA o de una campaña de insidias organizada por la Agencia de espionaje.
Las memorias de Pacepa, por su parte, no fueron impugnadas [4]. En este período, la Fundación contaba entre sus administradores tanto a Dick Cheney como a Marcia Carlucci (esposa de Frank C. Carlucci, entonces el número 2 de la CIA).
Aunque la Jamestown Foundation desempeñó un papel en el período de Reagan, sus actividades se vieron pronto limitadas debido al derrumbe de la Unión Soviética, acontecimiento que la privaba de una de sus razones de ser. Se concentró entonces en la edición de un boletín diario de noticias sobre el mundo postsoviético.
Asimismo, se le pidió resolver el caso del comandante Viktor Sheymov, un tránsfuga de la KGB, que se consideraba afectado en la aplicación del protocolo de reubicación que había firmado con la CIA. Tomó como abogado a uno de los administradores de la Fundación, el Sr. R. James Woolsey, y renegoció con la agencia su salario mensual y sus ventajas [5].
Pero sólo después que la Corte Suprema designó a Bush para ocupar la Casa Blanca fue que la Fundación se reactivó plenamente, tarea llevada a cabo por Woolsey (quien entretanto había sido director de la CIA) y por el ex consejero nacional de Seguridad, Zbigniew Brzezinski [6].
La misión consistía en adaptar el discurso de la Guerra Fría (llamada «Tercera Guerra Mundial») a la Guerra contra el Terrorismo (llamada «Cuarta Guerra Mundial»).
En su versión actual, la Jamestown Foundation edita una serie de boletines
informáticos que alimentan los think tanks neoconservadores:
– Chechnya Weekly (semanal) es el boletín oficial del American Committee for
Peace in Chechnya (Comité Norteamericano para la Paz en Chechenia) de Zbigniew Brzezinski y Alexander Haig, que es una filial de la Freedom House [7] de R. James Woolsey [8] . Su redactor es Lawrence A. Uzzell, un universitario que durante la Guerra Fría se había dedicado a defender la libertad religiosa en el mundo comunista.
– China Brief (bimensual) es redactado desde julio de 2001 por un universitario neoconservador, Arthur Waldron, quien es además administrador de la Freedom House. Un suplemento, la North Korea Review, se publica con frecuencia irregular y gira en torno a un tránsfuga de alto nivel, Il-Kwawg Sohn.
– Terrorism Monitor (bimensual), que desde septiembre de 2003 amplía su campo de observación al Cercano Oriente y responde a las nuevas preocupaciones de Washington. Su redactor es Mahan Abedin, colaborador del Middle East Forum de Daniel Pipes [9], y difunde una visión paranoica del Islam. Un suplemento, Terrorism Focus (bimensual) presenta análisis de documentos redactados en Londres por Stephen Ulph, periodista del grupo de prensa militar-industrial Jane’s.
No puede dejar de asombrar el carácter no representativo, sino fantasioso, de los documentos analizados, todos los cuales contribuyen a reforzar la idea de que existe una poderosa e invisible organización jihadista mundial llamada Al Qaeda.
– Eurasia Daily Monitor es la publicación faro de la Fundación. Se inició de modo sencillo en 1995, convirtiéndose en el diario de referencia para los intereses estadounidenses en el mundo postsoviético. Ataca a la Rusia de Putin y elogia la «democratización» en marcha de las «revoluciones» de rosas, naranja, de los tulipanes, etc. Su dirección está a cargo de la profesora Ann Robertson, con la ayuda de una docena de periodistas.
En realidad, la Jamestown Foundation es uno de los elementos de un dispositivo más amplio controlado por la Freedom House y vinculado a la CIA.
En la práctica, se ha convertido en una agencia de prensa especializada en temas referentes a los Estados comunistas y poscomunistas y al terrorismo.
Si bien publica informaciones de calidad sobre asuntos susceptibles de comprobarse, no vacila en lanzar las imputaciones más burdas sobre el resto, brindando así a los think tanks neoconservadores una imagen del mundo que corresponde a sus fantasmas y justifica su política.
También existen muchos otros medios o soportes con la cual el espionaje estadounidense trata de inmiscuirse o controlar, sea el debate público o tener una influencia en la opinión de los ciudadanos.
[1] «El Center for Security Policy: Los manipuladores de Washington» , por Thierry Meyssan, Voltaire, 11 de enero de 2005.
[2] [2] Breaking with Moscow por Arkady N. Shevchenko, Random House, 1985.
[3] «The spy who came in to be sold; the invention of Arkady Shevchenko, supermole », por Edward Jay Epstein, The New Republic, 15 de julio de 1985.
[4] Red Horizons, Chronicles of a Communist Spy Chief por el teniente general Ion Mihai Pacepa, Regnery Publishing, 1987.
[5] Este asunto salió a la luz en el año 2000 con motivo de un proceso que enfrentaba a la CIA a un par de tránsfugas comunistas. La Agencia se encargó de garantizar cierto nivel de ingresos a los espías a quienes había dado una nueva identidad: John & Jane Doe. Con carácter regular, se les pagaba una indemnización cuyo monto iba disminuyendo gradualmente hasta cesar, a medida que aumentaban los ingresos legales de la familia. Pero como resultado de una fusión-restructuración empresarial, el Sr. Doe perdió su empleo y reclamó, sin lograrlo, que la CIA reanudara sus pagos compensatorios. El caso fue presentado recientemente ante Corte Suprema, cf «Court to Hear Arguments of CIA Spies» por Charles Lane, The Washington Post, 10 de enero de 2005, p. A2.
[6] «La monstruosa estrategia para destruir Rusia» por Arthur Lepic, Voltaire, 12 de diciembre de 2004.
[7] «Freedom House: cuando la «libertad» no es más que un pretexto», Voltaire, 3 de enero de 2005.
[8] El Comité fue creado en 1999 y el semanario comenzó a publicarse en el año 2000.
[9] «Daniel Pipes, expert de la haine» texto en francés), Voltaire, 5 de mayo de 2004.
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