"Las democracias no son menos implacables que los sistemas autoritarios a la hora de defenderse en caso de ataque". Michael Ignatieff, politólogo de la Universidad de Harvard.
El 12 de febrero 2005, la secretaria norteamericana de Estado Condoleezza Rice hizo una gira por Europa, preparatoria de la que llevaría a cabo un poco después el presidente George W. Bush en el viejo continente.
Los medios de opinión pública europeos dieron a la señora Rice los instrumentos de difusión de la nueva estrategia norteamericana a seguir con o sin sus socios más o menos influyentes en el escenario mundial.
Esa estrategia matiza la importancia del terrorismo en la agenda administrativa y militar de su país para dar paso a la vigencia de la lucha contra la tiranía en la medida que la defensa de los derechos humanos lo exija.
Con este fondo geopolítico la funcionaria norteamericana exigió que Irán cumpla su deber en la comunidad internacional absteniéndose de producir armas atómicas y que en el vecino país invadido, Irak, una ley fundamental asigne a las mujeres los mismos derechos que a los hombres (diario El País, 12.02.05).
En la misma declaración la jefa de la diplomacia norteamericana dijo estar preocupada sobre el proceso de democratización, «que nos parece muy lento», en Europa oriental, o sobre «la libertad de prensa, no siempre garantizada». Estas declaraciones fueron suficientes para causar preocupación en los analistas europeos.
En efecto, una nueva estrategia norteamericana está a punto, potenciada con la energía personal de Condi Rice. En el programa la pugna por los derechos humanos, cuya vigencia plena sólo puede tener lugar, como en Ucrania, en el marco de una democracia activa.
Sólo así cumpliría George W. Bush su promesa al llegar la primera vez a la Casa Blanca: «Creo que Estados Unidos debe ser humilde», y lo fue poniendo en marcha el Project for a New American Century, programa neoconservador que desde 1998 pugnaba por una iniciativa militar contra Irak.
En la nueva etapa de Bush éste da un paso adelante. De la guerra contra el terrorismo salta a una estrategia más ambiciosa: acabar con la tiranía, expander la libertad y, como dijo en su toma de posesión: «La supervivencia de la libertad en nuestra tierra cada vez depende más del éxito de la libertad en otras tierras, y la mejor esperanza de paz es la expansión de la libertad en todo el mundo».
Al respecto, Karlyn Bowman, del American Enterprise Institut, comentó que no hay duda que los neoconservadores «siguen teniendo a su espalda al presidente». Pero Joe Klein, de la revista Time analizó: «fue un discurso potente y admirable, pero no estoy seguro de que fuera sensato».
Por su parte, el periodista Charles Krauthammer expresó asombrado: «La única respuesta consistente al 11 Septiembre la dan los neoconservadores: hay que cambiar al mundo, pero creo que hay que matizarla y reducirla a cambiar la parte del mundo que supone la mayor amenaza ahora mismo para Estados Unidos y Occidente».
Ante Europa, la política de Bush consiste, según Krauthammer: «en tolerar alianzas con los países occidentales para contener al islamismo radical y asumir que no puede haber cambios democráticos de la noche a la mañana».
Particularmente elocuente ha sido el senador Richard Lugar (diario El País, 06.03.05) al profetizar: «En el futuro previsible los países de la OTAN se enfrentarán a la amenaza formada por la intersección del terrorismo y las armas de destrucción masiva». De tal manera, «el terrorismo previsible tendría que ser tan concreto y específico como puede serlo un estado amenazante provisto de intenciones armamentistas» y capaz de despertar sospecha.
Esta visión estratégica del mundo fue completada con el remate que hizo la directora de contra inteligencia Michelle van Cleave en una declaración a The Washington Times(06.03.05): «Estados Unidos aplica una estrategia de contra inteligencia, que consiste en atacar a servicios extranjeros de espionaje y grupos terroristas antes de que estos lo hagan».
Van Cleave advirtió en entrevista con el diario de que la política de esperar el surgimiento de amenazas de inteligencia «cede la iniciativa al adversario, por lo que debemos adelantarnos».
Es decir, las agencias tendrán facultades para sancionar una intención agresiva por bien guardada que se halle, lo que significa que la amenaza, finalmente, no tendrá que ser muy concreta y específica. Aquí va un botón de muestra: John Saxe Fernández, analista mexicano de asuntos energéticos informa La Jornada 05.03.05) que la Agencia internacional de energía atómica (AIEA) acaba de advertir a Irán que sus programas de energía nuclear «sufren un déficit de confianza» porque podrían servir para producir armas.
Esta advertencia del gendarme del imperialismo ocurre en medio de las intimidantes declaraciones de Bush y Rice contra Teheran.
Bajo la patente neoconservadora de Bush el mundo queda fragmentado en un entorno de comunidades que se solapan, en los que la vida cotidiana nos conecta a todos más intensamente, movidos por el inconfesable deseo de construir una nueva división internacional del trabajo y un ambiente en el que no haya ninguna traba a la circulación de capitales.
La palabra que define a esta circunstancia es globalizacíón, la cual excluye el bilateralismo y a fortiori al multilateralismo en la toma de decisiones mundiales, ambas palabras ahora excluidas del lenguaje coloquial norteamericano.
Hay, en tanto, una ceguera en América del Norte por cualquier alternativa al consenso de Washington, que supone el libre comercio, la liberalización del mercado de capitales, tipos de interés determinados por el mercado y una serie de medidas que ya han demostrado su inoperancia en América Latina, que ha sido convertida en polvorín.
Lo lamentable es que en el sur del continente americano no se ponga la mirada en una alternativa que vea en el desarrollo del estado nacional o en la intervención del estado la única fuente posible de bienestar y progreso.
Debido a ello, el ascenso de los temas de «seguridad» al más alto nivel de las discusiones regionales norteamericanas refleja sólo la necesidad de entender los resultados que dichas políticas han desatado.
México en la encrucijada globalista
El Consenso de Washington ha echado raíces en México bajo el patrocinio del gobierno del Partido Acción Nacional manejado por Vicente Fox. En concordancia con el Consenso, los flujos de capital han circulado sin control a lo largo de su gobierno.
Se abarató el precio de los productos energéticos cuando estados Unidos los necesitó para abaratar el precio de su guerra en Irak; la vida pública se ha degradado moral y funcionalmente y no hay a la vista la posibilidad de un reemplazo fundamental en la orientación de la actividad pública.
Mientras tanto, la vida privada de Vicente Fox y su esposa se ha convertido en un circo escandaloso para diversión y asco de los contribuyentes. En todo esto los actores de la vida pública, los partidos políticos, siguen subordinados a la estrategia del Consenso de Washington.
Ofensiva contra México y otros países
Entre tanto, la ofensiva violenta que ha desatado en este año que comienza el narcotráfico mexicano con un intenso exterminio de cabecillas por el control de bandas hegemonistas de la zona fronteriza del norte, ha enfrentado a los gobiernos de México y su vecino del norte en un cruce de comunicados que han contenido acusaciones mutuas.
El Departamento de Estado, es decir Condoleezza Rice, difundió a fines de enero una nota en la que advirtó a sus conciudadanos de que viajar al país del sur puede ser peligroso. Esto por la violencia que se ha desatado entre los clanes de la droga a lo largo de 3 mil kilómetros de línea fronteriza.
La secretaria de Estado no anduvo por las ramas al expresar en ese comunicado que «las fuerzas del orden público locales no cuentan con fondos y entrenamiento y el sistema de justicia es frágil e ineficaz».
No se necesitó más que estas palabras para que el Departamento de Estado dibujara la inoperancia del «democrático» sistema político mexicano. Un retrato tan elocuente que terminó siendo reconocido por la Comisión Nacional de Derechos Humanos como ajustado a la realidad.
Así es. El poder del narcotráfico en México exhibe su poderío en todas las calles y todos los poblados del país así como en las cárceles. El ascenso de Miguel Angel Yunes, un reconocido pederasta y narcotraficante, a la subsecretaría de Seguridad Pública (federal) confirma la criminalización del estado mexicano.
Pero hay más. El 19 de febrero Roger Noriega, secretario de Estado adjunto para Asuntos Hemisféricos, del Departamento de Estado que encabeza la señora Rice, afirmó como respuesta a la manifestación de agravio expresada por el gobierno Fox, que tal vez ha sido mal entendidas por el gobierno mexicano las declaraciones del director de la CIA Porter J. Goss que insinuó el clima de inseguridad que prevalece en México y otros países de América Latina, entre ellos Venezuela.
Aclara Noriega que «la política exterior de Estados Unidos (es decir, el ramo que encabeza la señora Rice) reconoce a México como socio estable, confiable y realmente importante para nuestra compartida seguridad». Pero la aseveración que sigue en la nota aclaratoria es estremecedora: «Los vecinos de Estados Unidos: México y Canadá, saben que nuestra seguridad y la de ellos es inseparable y que todos compartimos la responsabilidad de protegernos a nosotros mismos del tráfico ilegal de armas, personas y drogas».
La declaración es inquietante porque en las decisiones del Comando Norte los militares mexicanos y canadienses tienen poco o nada que ver, y en cuanto a los dispositivos de defensa, sólo los norteamericanos saben cómo y cuando emplearlos de cara enemigos supuestos o reales.
La prensa del reverendo Moon es aval de la CIA
El tiraje de 125 mil ejemplares del Washington Times es diez veces menor del tiraje del The Washington Post, pero aquél es lectura obligada cuando el lector quiere ponerse al corriente sobre la visión de la CIA en temas determinados y actuales.
En un número reciente de Tiempos del Mundo, versión parcial castellana de TWT, dirigido por el reverendo Moon, el periodista Alberto Batista reproduce la toma de posición del TWT sobre las declaraciones de Porter Goss en su carácter de director de la CIA en un panel senatorial de seguridad nacional. Cinco países latinoamericanos (Colombia, Cuba, Haití, México y Venezuela) son, según los servicios de inteligencia norteamericanos, potencialmente conflictivos en el área, además de otros países que se observan con preocupación, dice Batista.
Una especie de jinetes del Apocalipsis. La afirmación la hizo recientemente el director de la CIA Porter Goss, quien complementa el criterio del director del FBI Robert Mueller sobre las células terroristas interesadas en desestabilizar a Estados Unidos en mismo territorio.
Este tipo de valoración, dice Batista, con orientación político-militar, lo realiza con frecuencia periódica la CIA sobre países y zonas. Lo significativo de este último panel senatorial y las razones que enumera es que induce a una reflexión original, sigue Batista: en qué medida tiene Estados Unidos responsabilidad en las preocupaciones señaladas por la agencia.
Respecto de México en particular, la dureza de la posición norteamericana salta a la vista. El especialista de The Washington Times en seguridad nacional, John B Roberts, interpreta de una manera muy particular el análisis de Goss. Dice que en la misma presentación del texto del director de la CIA, el vicealmirante James Loy, subsecretario de Seguridad Nacional dio testimonio de que Al Qaeda ha cambiado sus tácticas para introducir a grupos terroristas en Estados Unidos.
Según el vicealmirante, comenta Roberts, Al Qaeda tiene planes de utilizar a contrabandistas profesionales de México, conocidos como polleros, para infiltrar a terroristas a través de la frontera sur de Estados Unidos. La información de Loy se basa en recientes interrogatorios y ha sido «confirmada por operaciones contraterroristas en curso».
Roberts comenta que los terroristas pueden entrar fácilmente en Estados Unidos sin ser localizados en la corriente de cientos de miles de ilegales que cruzan cada año la frontera mexicana, muchos de ellos con destino en Estado Unidos.
Volviendo a a Batista, lo que subyace en sus preocupaciones por los cinco países señalados es distinto en cada caso. Cuba Haití y México tienen alta potencialidad en el éxodo migratorio hacia Estados Unidos, con la agravante para México de su proximidad fronteriza y que los vínculos tradicionales con este país han marchado con «relativa armonía».
Colombia es un escenario donde puede ocurrir una vietnamización por efectos de la narcoguerrilla. Pero la perspectiva en méxico, por lo que dice Roberts no parece mucho mejor porque siendo el servicio migratorio mexicano uno de los más corruptos del mundo, poco va a poder hacer en dos años que le restan de gobierno el presidente Fox, en el sentido que exigen los norteamericanos.
Venezuela es problemático, según Batista, desde un punto de vista político. Aunque es importante su abasto de petróleo a Estados Unidos, no es la única causa (de su generación de problemas) porque repite la actitud contestataria de Fidel Castro.
Su antiliberalismo, dice Batista, ha sustituido a la guerrilla, y su antiglobalización ha reemplazado a las consignas antimperialistas de la década de los sesenta. Así, pues, de pronóstico reservado pueden calificarse a las tomas de posición del Departamento de Estado respecto de los cinco países mencionados por la CIA.
Tiempos del Mundo(03 03 05) publicó un collage sobre la base de informaciones publicadas en The Washington Times, UPI y AP. En el análisis se invoca el casi olvidado Tratado de Tlatelolco que fue patrocinado en 1967 por el gobierno de Luis Echeverría. T.d.M. recuerda que ese tratado fue adoptado con el propósito de impedir el uso de armas nucleares en América Latina.
El Tratado cuenta con dos protocolos adicionales, el segundo de los cuales incluye el compromiso de las cinco potencias nucleares del momento (Estados Unidos, Unión Soviética, China, Francia y Reino Unido)a no emplear armas nucleares y a no amenazar con su empleo a los países signatarios del tratado, es decir, de América Latina.
Sin embargo, T.d.M. dice que en los años setenta esas cinco potencias hicieron una interpretación en el sentido de que si sus territorios eran atacados por algún país latinoamericano, incluso con armas convencionales, podrían usar armamento nuclear en su contra y no apegarse a lo establecido en el protocolo.
Es evidente, pues, de dónde emergen las verdaderas amenazas, de cara a las cuales los equipos dirigentes locales carecen de iniciativa salvo para someterse a los designios imperiales o la muy remota que implique la pugna por la restauración del estado nacional.
La situación de México es con mucho la más delicada porque no hay la menor posibilidad de que su equipo dirigente haga la menor corrección en las prácticas consideradas deficientes por el Departamento de Estado y la CIA. Además, no ve mayor alternativa de funcionamiento de sus estructuras administrativas que las ordenadas por el Consenso de Washington, ineficazmente acatadas en México, para el gusto de los republicanos de Bush, por Vicente Fox y sus amigos.
Condoleezza en México
La visita de Condoleezza Rice a México fue breve, a principios de marzo, pero significativa en el sentido de que no salió de las expectativas que se podían deducir de lo dicho por la funcionaria en otras partes del mundo.
Esa visita fue definitoria de los temas que los presidentes Bush y Fox abordarán en su próximo encuentro y que determinarán la temperatura de las relaciones entre ambos estados hasta 2006, cuando Fox sea finalmente reemplazado.
Los temas a debatir fueron puestos sobre la mesa por la propia Condoleezza sin que las autoridades mexicanas tuvieran tiempo de darse por sorprendidas. Y no podía ser diferente. La frontera sur de Estados Unidos corre a lo largo de más de 3 mil kilómetros de línea limítrofe. A través de ella se desliza el mayor tráfico comercial de drogas del planeta y pasan sin control miles de inmigrantes mexicanos, centroamericanos y caribeños; es decir allí radica un punto potencial de riesgo para lo que se ha denominado la seguridad interior norteamericana.
Esto ocurre en plena efervescencia de la inclinación persecutoria que ha terminado por inundar a la conciencia nacional norteamericana, de manera que los estadunidenses terminarán por imponer sus procedimientos de defensa sobre su frontera sur. El tema de la seguridad como es entendida por Bush y sus colaboradores es, pues, el tema central a tratar, y a la hora en que ambos mandatarios se reúnan sólo los conceptos y definiciones norteamericanos habrán de oirse y las autoridades mexicanas habrán de acatarlos en toda su significación. Nada ha cambiado. Las cartas han sido echadas por Condoleezza.
Después de la reunión Fox-Bush-Martin
De los dos invitados por William W. Bush a su reunión ranchera en la sugestiva localidad de Waco, Texas, Paul Martin se condujo de una manera particularmente digna. Desde luego, el canadiense entiende mejor que Fox la dimensión geoestratégica norteamericana de basar la política exterior de los tres países integrantes del área en la lucha contra el terrorismo; por ello rechazó el escudo misilístico de Estados Unidos y llegó a un acuerdo espectacular de venta de energéticos a China [Bloomberg(20 01 05).
Mientras tanto, Fox, por su parte, declaró a la prensa que en 20 minutos había llegado a acuerdos esenciales con Bush, basados en la afirmación (a contrario sensu de antes, cuando se decía que México está por agotar sus reservas energéticas) de que México "tiene las mayores reservas probadas de Norteamérica".
Hay quienes sospechan, a partir de esta declaración triunfalista, que el petróleo mexicano ha sido finalmente entregado a Estados Unidos. porque los tres países al final se comprometieron a regirse en materia ecológica por un tratado alterno del de Kyoto y a formar una unidad aduanal.
El zar de la inteligencia norteamericana
El embajador(1989-1993) de Estados Unidos en México, John D. Negroponte, fue otro político estadunidense seducido por el salinismo. En un documento confidencial dirigido al personal de la embajada, Negroponte saludaba los primeros pasos del gobierno del presidente Salinas de Gortari con estas palabras: «hay una prueba clara de que México está interesado en una cooperación sustancial con Estados Unidos para reducir el tráfico de drogas».
En una entrevista de prensa, citada por The New York Times, Negroponte hacía esta reflexión: «Yo no recuerdo haber dudado nunca de la integridad personal de Salinas. Era un tipo muy disciplinado. Siempre traía un reloj deportivo Casio. Trabajaba como un demonio».
Eso ocurrió al principio del salinato y se desconoce si Negroponte cambió su opinión sobre la integridad de quien llegó, efectivamente, a representar al demonio, con todo lo que vino después y que destruyó su prestigio.
De cualquier modo, el ingenuo analista del régimen inaugurado por Carlos Salinas de Gortari acaba de ser elevado al cargo de responsable de toda la inteligencia de Estados Unidos, o sea, para coordinar el trabajo de más de una docena de agencias de espionaje.
Gastón Pardo
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