Jugando a las cartas, Aldo Severi, 1989

Conocido e irresoluble es el fenómeno del desempleo en la sociedad capitalista actual. La estructura productiva del metabolismo de su lógica no permite resolver esta contradicción que le resulta insalvable. Desde la aparición del término "ejército industrial de reserva" hasta nuestros días tales situaciones forman parte de la lucha por liberar la fuerza de trabajo de su exclusión obligada del aparato productivo. El caso venezolano no es una excepción a la regla, más aún su forma rentista de apropiación del excedente económico lo que hace es acentuar los rasgos cuando trata de diferenciarse de aquello que ocurre en los países capitalistas avanzados.

Cómo es suficientemente conocido las mediciones que se realizan en el país a través del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) en la Encuesta de Hogares por Muestreo, que se viene realizando de manera sistemática, permiten observar el estado de una serie de variables relativas a la fuerza de trabajo. Dentro de las mediciones que efectúa el INE, las últimas cifras publicadas a la fecha se refieren al mes de enero del 2005. Ellas muestran una cantidad de aspectos que trataremos de desarrollar a lo largo de este artículo. Pruebas al canto...

La tasa de desocupación abierta correspondiente al mes de enero del 2005 es la menor desde que se inició el actual gobierno. Ella alcanzó un valor de 15,5%, mientras que en los años anteriores desde el 1999 hasta el 2004 para el mismo mes de enero se encontraba respectivamente en las siguientes tasas: 15,6% para 1999, 15,8% en el 2000, igual valor para el 2001, aumentando a 16,4% en el 2002, y como es conocido no se tuvieron datos para enero del 2003 debido al sabotaje petrolero, pero cuándo se pudo retomar la medición fue en febrero de 2003 con un astronómico número de 20,7%.

Esta serie resulta indicativa dado que al final de los tres primeros años desde el 1999 al 2001 la tasa de desocupación abierta para diciembre llegó a valores cercanos al 10%, siendo de manera precisa 10,6% en el 1999, 10,2% en el año 2000 y 11% en el 2001 cuándo comenzaba a sentirse el impacto de la arremetida por derrocar al gobierno, cuestión que luego dejó de ser un iceberg para mostrar su cara más tenebrosa con el golpe de abril del 2002.

Exceptuando el año 2002 cuándo la diferencia entre el valor de la tasa de desocupación abierta entre principios de año y el final que fue apenas de un 0,7%, para el resto de los años el mismo alcanzó valores de 6% en el 1999, 5,6% en el 2000, 4,8% en el 2001, 6,1% en el 2003, y la mayor diferencia para el año 2002 cuándo llegó a 8,2%.

Esas diferencias permiten extrapolar que para finales del 2005 se pueda tener por primera vez desde el inicio del gobierno una tasa de desocupación a finales del año inferior al 10%. Meta que parece razonable alcanzar de continuar el esfuerzo que hace el Ejecutivo Nacional por mejorar la tasa de inversión y el propósito explícito de luchar contra la desocupación. El inicio de la tasa para el mes de enero del 2005 es una señal de cómo podrá seguir avanzando la lucha contra el desempleo abierto como política importante dentro de los cánones que rigen al gobierno en su acción contra la exclusión social y también de cómo es necesario realizar todos los esfuerzos para abatir esa plaga de la desocupación.

Otro elemento que conviene destacar en la lucha contra el desempleo y la creación de fuentes permanentes de trabajo se refiere al porcentaje de ocupados en el sector formal de la economía. El valor de 51,3% es el mayor junto al 51,4% que se obtuvo en diciembre del 2001. Mayores estos a los alcanzados durante los años 1999, 45%, 46,8% en el 2000, 47,7% en el 2002, y al 47,6% en el 2003. Igualmente es de señalar como durante los meses previos a las fiestas navideñas de diciembre del 2004 se alcanzaron los máximos de toda la serie desde 1999, en cuanto a la tasa de la ocupación en el sector formal de la economía con valores que llegaron a 53,4% en octubre y 53,2% en noviembre del 2004 respectivamente. En las cercanías de las fiestas navideñas estos valores de la tasa del empleo formal tienden generalmente a disminuir por las posibilidades que brinda el aumento del gasto familiar en esa época del año.

Es importante igualmente destacar como el aumento estacional del número de desocupados al pasar de diciembre a enero de cada año, que en promedio para los últimos seis años se acerca a los 560.000 personas, en el caso de este último año se tiene el menor número para la serie de estos seis años encontrándose una cifra cercana al medio millón de desocupados. Este fenómeno que tiene carácter estacional debido a las fiestas navideñas también refuerza la tendencia que se ha venido efectuando en el aparato productivo venezolano con la actual recuperación que comienza a transformarse en crecimiento.

No nos llamamos a ilusiones por las características estructurales que tiene el desempleo abierto en Venezuela, el cual sobrepasa a las variaciones estacionales observadas. Por otro lado el crecimiento absoluto del número de ocupados alcanzó también en enero del 2005, su máximo dentro de la serie de los últimos seis años cuando llegó a 10.049.167 personas.

Una cifra que debe llamar a la reflexión es la referida al porcentaje de empleados y obreros en el sector público la cual se ha mantenido alrededor de 15,1% en los últimos tres años, teniendo un máximo de 17,9% en febrero de 1999, y un mínimo de 13,6% para diciembre del 2000. Este rango por supuesto que resulta muy inferior al de la ocupación dentro del sector privado que se mueve en una banda comprendida entre un máximo de 45,7% en enero de 1999, y un mínimo de 37,9% en junio del 2003.

Una categoría digna de ser señalada también es la del porcentaje de los trabajadores por cuenta propia que se ha mantenido a lo largo del 2004 en cifras cercanas al 30%, más exactamente como promedio del año en un 31,2% como valor muy por debajo de los alcanzados en los años anteriores desde 1999 hasta la fecha. El valor mínimo de toda esa serie corresponde al mes de octubre del 2004 cuando llegó a 29,6%. Esta categoría de los trabajadores por cuenta propia se refiere en parte al proceso de desestructuración que sufre nuestro aparato productivo como consecuencia de su dependencia petrolera.

En términos absolutos la fuerza de trabajo en Venezuela en enero del 2005 alcanzó 11.893.637 personas y el número de desocupados para la misma fecha llegó a 1.844.470 inferior al máximo de la serie de los últimos seis años cuando en el pico del sabotaje petrolero alcanzó la cima con 2.406.251, desde ese momento hasta enero del 2005 la disminución en términos absolutos fue de 561.781 personas.

Números y cifras que permiten orientar la política económica en su particularidad del manejo de la fuerza de trabajo. Esa relación entre la fuerza de trabajo y la población total alcanza un 45,3%, manteniéndose desde octubre del 2003 un número de ocupados mayor a los diez millones de personas excepto en enero del 2004 cuando la cifra se encontraba por debajo de ese umbral.

¿Cómo salir del desempleo?

La pregunta tiene un valor más allá de la retórica productiva. Cada pérdida de un puesto de trabajo resulta en una tragedia personal para quién la sufre, con todas las consecuencias para su propia vida y la de quienes lo rodean en el plano familiar y social. Se trata de un desperdicio asimilado a las deficiencias de una distribución desigual para la captación del excedente entre las fuerzas propias del metabolismo social de la sociedad en la cual nos encontramos. Desperdicio de recursos con implicaciones sociales y culturales espeluznantes y con ello la estela de consecuencias en el proceso de acumulación. La fuerza de trabajo resulta igualmente el factor fundamental para la creación de riqueza, junto a su alter ego, el capital, constituyen la copia especular que rige al sistema socioproductivo.

En el caso venezolano actual el margen de superación de ese desperdicio productivo, que lo constituye la desocupación, se encuentra ligado en particular a lo que le ocurra al sector que algunas veces ha sido denominado como segundo motor de la economía, esto es, la construcción, y en particular de su amplia gama a la vivienda. Subsector este cuyo déficit habitacional ha sido calculado en unos dos millones de habitaciones, tal de superar las viviendas faltantes como las que requieren de una reparación importante para hacerlas más adecuadas al cotidiano vivir.

En las últimas cifras publicadas por el Banco Central de Venezuela relativas al producto interno bruto (PIB) relativas al cuarto trimestre del año 2004, llama particularmente la atención como en el sector de la construcción privada, el índice de aquellas que han sido permisadas, medidas a través del volumen físico ejecutado, correspondientes a los años 2003 y 2004, en su promedio, solo llegan a un 48,4% del mismo promedio alcanzado para los cuatro años desde el 1999 hasta el 2002. Este diferencial menor de la mitad indica la existencia de un potencial en uno de los sectores más empleadores de mano de obra. Razón por la cual es de esperarse que en los próximos dos años su impacto en la generación de empleo será importante, y en consecuencia la disminución de la tasa de desempleo abierto podrá llegar a niveles inferiores al 10% a finales del año calendario.

Pero este ejemplo no es más que uno de los múltiples que pudieran expresarse para reconocer el efecto de las políticas que se vienen desarrollando por parte del Ejecutivo para combatir el flagelo de la desocupación, en cuya lucha no sólo debe participar el sector público, sino que también lo hará necesariamente el sector privado como antes señalábamos. La búsqueda de sinergias entre ambos sectores permitirá, sin duda, mejorar los índices actuales y aliviar en consecuencia la dura carga que significa sobretodo para los sectores populares, quienes en fin de cuenta son los más perjudicados en esa distribución desigual del uso de la fuerza de trabajo.

El combate a ese diablo de la economía sigue siendo una de las metas perseguidas por el gobierno, y ya las cifras que se presentan a principios del 2005 son una muestra de los resultados esperables. Cosas veredes, Sancho...

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