Israel es un país pequeño, judío y post industrial, mientras que Turquía es un país grande, musulmán e industrial. No obstante, ambos tienen mucho en común.
Sus poblaciones tienen orígenes étnicos cercanos y la religión es el eje de su identidad nacional. En ambas sociedades, las persecuciones religiosas han agrupado a poblaciones diferentes. Los judíos se agruparon en Israel para combatir el mandato británico, después para sobrevivir contra los árabes palestinos. En Turquía, la mitad de la población desciende de personas que huyeron de las persecuciones religiosas en Europa y se agruparon en una identidad islámico-turca. De ese modo, se unieron a Mustafa Kemal contra la ocupación extranjera de su país. En ambos países, el papel de la religión se basa en una tradición secular.
Las sociedades de ambos países están igualmente marcadas por fuertes divisiones internas. La población de Israel se divide entre sefardíes y asquenazíes y los turcos están compuestos por anatolios e inmigrantes musulmanes. Ambos países tienen una relación compleja con Europa y sienten la tensión de vivir entre la secularización y la religión.
En una región tan fragmentada, es interesante encontrar tantos puntos comunes.
« What binds Ankara and Jerusalem », por Soner Cagaptay y Asaf Romirowsky, Jerusalem Post, 2 de mayo de 2005.
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