El formidable despliegue militar de los Estados Unidos en el Océano Índico no tiene por objetivo solamente brindar asistencia a las víctimas del tsunami, sino también reactivar los combates en Aceh aprovechando la confusión. La región norte de Sumatra, que es la más afectada por el sismo y el maremoto, está en estado de insurrección casi permanentemente desde hace cerca de treinta años. Ya el ejército indonesio, apoyado por dos grupos de combate aeronavales de los Estados Unidos, ha anunciado oficialmente su intención de erradicar a los rebeldes antes de ayudar a la población. La prensa internacional calla.
La ayuda internacional a las víctimas del tsunami que devastó el Océano Índico, el domingo 26 de diciembre de 2004, dio lugar a uno de los mayores despliegues militares humanitarios de la Historia. Pero sería muy ingenuo creer que es exclusivamente humanitario.
Algunas fuerzas terrestres norteamericanas fueron transportadas a Tailandia para volver a ocupar antiguas bases que datan de la guerra de Vietnam. A corto plazo, deberían recibir a los oficiales norteamericanos en permiso de Irak en los burdeles de campaña.
Las fuerzas navales norteamericanas se concentran sobre todo al norte de Sumatra, a lo largo de la región de Aceh, la más afectada por el tsunami. En el lugar se situaron dos portaviones con sus grupos de combate: el USS Abraham Lincoln y el USS Bonhomme Richard [1].
Para el secretario adjunto de Defensa, Paul Wolfowitz [2], ex embajador de los Estados Unidos en Indonesia, la situación actual ofrece la oportunidad de acabar con la rebelión del Movimiento de Liberación de Aceh (Gerakan Aceh Merdeka - GAM) y de controlar esto por las Fuerzas Armadas Indonesias (TNI).
La agencia de prensa nacional Antara señala que los combates se reanudaron el 7 de enero de 2005. El vocero de las Fuerzas Armadas indicó que tres separatistas habían muerto y que se había ocupado una reserva de armas (Kalachnikov AK-47 y fusiles de caza) en Gantang. «Los rebeldes del GAM cometieron crímenes y son inhumanos con los habitantes de la provincia quienes sufren las consecuencias devastadoras del temblor de tierra y del tsunami», manifestó [3].
Dos días más tarde, el ejército acusó a los separatistas de tender emboscadas a las fuerzas de socorro para apoderarse de los víveres e infiltrarse en los campos de refugiados. «Las Fuerzas Armadas se encuentran ahora en posición defensiva. Dada la intensificación de las actividades del GAM, las unidades especiales que ayudan a la evacuación de las víctimas deben perseguir y eliminar a los rebeldes», comentó el coronel Basuki [4].
Sin embargo, los grandes medios de comunicación extranjeros ignoran la reanudación de los combates a pesar de que disponen de legiones de enviados especiales en las playas de Banda Aceh. Hay que decir que la emoción de la opinión pública internacional movilizándose en un gesto caritativo es un valor positivo y consensuado, pero frágil, y no resistiría a la toma de conciencia de las realidades locales, de la rebelión de los Tigres Tamiles frente la dictadura del SLORC birmano. Y de la calidad emocional de la información-espectáculo depende la venta de los espacios publicitarios.
Las organizaciones civiles humanitarias han sido alejadas de las zonas de riesgo con excepción de algunas asociaciones como No Violencia Internacional, un apéndice de la Albert Einstein Institution (también articulada con la NED/CIA) [5].
La región de Aceh vive en la nostalgia de su grandeza, cuando era un sultanato independiente en el siglo XVII, y en el dolor de la colonización holandesa y la invasión japonesa. Esa región fue incorporada arbitrariamente a Indonesia a fines de la Segunda Guerra Mundial.
En 1976, Hassan di Tiro, hombre de negocios procedente de una familia noble, crea el Movimiento de Liberación de Aceh (GAM). Se trata de un partido nacionalista cuyos miembros tienen cultura musulmana. Milita por la justicia social y cuenta con un gobierno en el exilio, en Suecia.
En el mismo período otros movimientos separatistas se desarrollan en el imperio indonesio, en las Molucas y en Timor Oriental. De 1989 a 1998, el presidente Suharto decreta Aceh «zona de combate» y lleva a cabo una represión atroz (operación «Red Net», con varios miles de muertos).
A la caída de Suharto, quien dimitió a raíz de las revelaciones sobre las malversaciones de fondos colosales que realizó en detrimento de organizaciones humanitarias, uno de sus sucesores, el presidente Wahid, entabla negociaciones y firma una tregua, en Ginebra, en mayo de 2000. Se adopta un estatus de autonomía. El gobierno local percibe el 70% de los ingresos provenientes de los hidrocarburos de la región.
Pero los rebeldes, que ayudaron a la independencia de Timor Oriental, quieren más. La Exxon-Mobil, encargada de las explotaciones, se ve obligada a retirarse ante la acción desestabilizadora de los rebeldes [6].
El acceso de George W. Bush a la Casa Blanca y de Megawati Sokarnoputri a la presidencia indonesia permite a la firma retomar el control de su concesión y a los militares tomar la revancha. Sin embargo, 25,000 soldados y 20,000 policías no logran aplastar la rebelión en Aceh.
La comunidad internacional, indignada por la violencia de los enfrentamientos y las atrocidades cometidas de una y otra parte, logra imponer un alto al fuego, el 9 de diciembre de 2002, y despliega 15 equipos de observadores para verificar su aplicación. Muy pronto aparece que algunos oficiales superiores, que detentan el poder político de la situación de guerra permanente, no vacilan en ayudar secretamente a la rebelión para mantener la situación.
El GAM, siempre dirigido por su fundador, Hassan di Tiro, tendría actualmente en sus filas cerca de 3,000 hombres en capacidad de combatir frente a 45,000 hombres del ejército y de la policía de Indonesia. Su presupuesto anual sería de aproximadamente 500,000 dólares, procedente del impuesto revolucionario obtenido de las empresas de la región y del tráfico de marihuana.
En los años 80, los jefes rebeldes recibieron une formación de guerrilla en Libia, en ocasiones con instructores palestinos. Hoy, el GAM mantiene relaciones con los insurgentes Pattani en Thailandia (PULO). Las imputaciones de vínculos con «grupos radicales islámicos», difundidas por los medios de comunicación indonesios no tienen ninguna base válida.
Teniendo en cuenta las dificultades de circulación existentes en la región, no somos capaces de evaluar la magnitud de los combates que se están librando, ni sus consecuencias para las poblaciones ya víctimas del sismo y del tsunami, pero para Paul Wolfowitz se trata de culminar su obra asiática, y para las tropas del nuevo presidente, el general Bambang Yudhoyono, de poner fin a treinta años de conflicto.
Un millar de personas sospechosas de pertenecer al GAM deberían ser detenidas e internadas preventivamente en un campo construido el año pasado para ello, en la isla de Pulau Nasi, a cinco millas de la costa de Banda Aceh; una destino tipo Guantánamo, pero en versión indonesia.
[1] La unión de dos grupos de combate de esta importancia es excepcional. Son necesarios 12 grupos de ese tipo para controlar todos los océanos. Habida cuenta de los problemas de mantenimiento y de rotación del personal, los Estados Unidos no disponen de tantos grupos a la vez.
[2] «Paul Wolfowitz, el alma del Pentágono», por Paul Labarique, Voltaire, 24 de febrero de 2005.
[3] «Three GAM Rebels Killed in Fresh Clash with Government Soldiers», Antara, 7 de enero de 2005.
[4] «GAM Rebels Infiltrate into Refugee Camps in Aceh », Antara, 9 de enero de 2005.
[5] Ver: «La Albert Einstein Institution: no violencia según la CIA», por Thierry Meyssan, Voltaire, 10 de febrero de 2005.
[6] Ver: «Exxon-Mobil, proveedor oficial del Imperio», por Arthur Lepic, Voltaire de 16 de abril de 2005.
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