La campaña de desinformación de los medios de comunicación ha continuado, aunque afortunadamente sin mucho éxito. Un desorientado periodista en un programa dominical, se preguntaba cómo se había producido una divergencia total entre medios y población. Casi todos los medios habían coincidido en una postura de voltear la página, denunciar como una maniobra interna del gobierno, que no hay que exagerar la nota, que hay que mirar hacia el futuro, que envidiamos a Chile, que hay que seguir con la negociación del TLC, entregándoles los puertos, la energía. Pero, la población exigía explicaciones al gobierno chileno por su artera conducta en el conflicto con el Ecuador, y los vídeos de LAN; y apoyaba la posición que ante la presión popular debió asumir el gobierno.
En efecto, es impresionante y habla muy bien del pueblo peruano. A pesar del bombardeo de la antipatria y los que le hacen el juego -bien intencionados o asalariados- los micrófonos y cámaras abiertas a los empresarios que son socios menores, felipillos del capital chileno en el país, algunos diplomáticos en retiro, internacionalistas; no han logrado confundir a la población.
La campaña continúa
Los medios han seguido su campaña, en torno a algunos puntos.
El más utilizado es que se trata de una maniobra del gobierno para subir algunos puntos (solo 3 ha precisado alguno). Haciendo eco de los argumentos chilenos, aquí se ha buscado desacreditar la posición correcta del gobierno, buscando sacar provecho de la baja popularidad del régimen, señalando que se trata de la utilización de asuntos internos.
Los negocios deben continuar. Con una supuesta visión de futuro, habría que continuar con la suscripción del TLC con ese país. Es más, hay que venderle gas no sólo para cubrir sus necesidades, sino para que lo exporte a la Argentina. PPK (el más chilenófilo de los ministros según El Mercurio), ya tenía todo prácticamente arreglado con su homólogo chileno.
Minimizar el hecho y reducirlo al tema del vídeo, tratando de ocultar o soslayar, la traición del vecino. “Un vídeo estúpido y mal hecho”, cuyo daño no se compara al que hicieron los pobladores de Caylloma, en su lucha por obtener recursos, que le corresponden, por el turismo en el Colca.
Hay que dejar el complejo de inferioridad, olvidando los traumas de la guerra perdida y dejando de envidiarlos, como ha reiterado un periodista checo que radica en el Perú. Otros han señalado, secundando la persistente campaña chilena, que hay que cambiar la historia y hacer una común que borre los rencores del pasado. Debemos mirar el futuro como Francia y Alemania.
Lo que pretende ocultar la propaganda
Perú y Chile son países competidores en el Pacífico sur, y tenemos riquezas que nos deparan un gran futuro, si las élites dejan de impedirlo. Chile ha llegado a un límite y necesita tierras nuevas, energía, agua, que su desfavorable condición geográfica determina. Han hecho lo mejor que han podido y lo han hecho bien para sus intereses. Las inversiones y el control económico de recursos y sectores claves en el Perú, es parte de una estrategia funcional a sus intereses, que la antipatria quiere presentar aquí como si fueran los nuestros.
Los intereses de Chile entran en conflicto con los nuestros, y quieren subordinar nuestra economía a sus objetivos nacionales. Un TLC es una pieza clave en ese camino de consolidar las asimetrías a su favor.
Tenemos, además, un problema de límites marítimos pendiente, que se niegan a discutir con la seguridad de quien desarrolla una carrera armamentista, mientras el Perú mantiene un suicida desarme unilateral, y una campaña de maltrato y desmoralización a las Fuerzas Armadas.
La salida del gas por Chile echaría por la borda la relación con Bolivia y la posibilidad de consolidar un polo energético con creación de valor agregado. Asimismo, entra en colisión con la venta de gas que se puede hacer a Brasil que también está interesado, además de México.
Lo ocurrido con Chile, no se puede pasar por agua tibia como pretenden los chilenófilos. Debe ser una señal de alerta en el largo plazo. Seremos vecinos, correcto. Pero, vecinos distantes. No hay que escalar el conflicto, correcto. Pero tampoco subordinarse a los intereses económicos y geopolíticos del vecino.
¿Puede ser de otra manera?. Por supuesto. Eso supone resolver el tema de límites marítimos, y la ejecución plena del Tratado de 1929. Una salida al mar para Bolivia en una zona trinacional de soberanía compartida, relaciones de comercio e inversiones simétricas en el contexto de la Comunidad Sudamericana de Naciones. En ese escenario, la integración reduce las posibilidades de conflicto.
Pero, en el contexto actual no sería una integración, sino una subordinación y eventual absorción. En este escenario, las posibilidades de conflicto aumentan. Debemos trabajar porque el primer escenario se produzca, y prepararnos para la eventualidad del segundo.
Sería suicida re-escribir la historia, consolidando la chilenización en el terreno ideológico y cultural. No hay que cultivar odios, pero no hay que olvidar la historia, ni la pasada, ni la reciente. Sólo con hechos persistentes en el tiempo, el vecino del sur podría eventualmente ser un socio confiable.
Francia y Alemania ni cambiaron su historia, ni se subordinaron una a otra. En un marco de mutuo respeto impulsaron un proceso de integración, no sólo comercial sino de cohesión social, y de reducción de asimetrías con los fondos estructurales. Nosotros no somos países desarrollados, ni tuvimos las ayudas a la reconstrucción de la posguerra que saldaba deudas históricas. Aquí se quiere dominar a los “indios culeaos”, migrantes a quienes hoy se maltrata en el sur.
Unidad nacional
El fracaso de la antipatria en su campaña no debe hacernos cejar en el empeño de desenmascararlos ante la población, aislarlos y ponerlos en evidencia (en un primer momento).
Debemos propiciar la más amplia unidad nacional entre las fuerzas políticas y sociales, las regiones. Aquí no se trata de izquierdas ni derechas, de gobierno u oposición, se trata del interés nacional en defensa de la patria. No podemos aislar al gobierno, ni la Cancillería con ataques que debilitan nuestra posición negociadora. Así, lo han entendido estadistas y patriotas como el presidente Paniagua y Alberto Andrade, quienes no han dudado en cerrar filas por el Perú. Lamentablemente, no se puede decir lo mismo de otros líderes que parecen estar calculando hacia dónde se dirige la opinión mayoritaria, para pronunciarse.
El gobierno debería cesar de inmediato a los ministros y funcionarios chilenófilos, especialmente a PPK, los del ministerio de Comercio y de Transportes; que pretenden entre gallos y medianoche renovar la licencia a Lan-Chile que vence ahora, para sus viajes a EEUU. Debemos impedir se consume esta traición.
Insistimos en la suspensión -no postergación- de las negociaciones del TLC con Chile, limitación a las inversiones en sectores estratégicos que aún no han copado, y limitar su actuar donde ya lo consiguieron. Aumento inmediato del presupuesto de Defensa y su vinculación a rentas de recursos estratégicos.
Para el mediano y largo plazo se requiere, hoy más que nunca, que nos pongamos de acuerdo en líneas maestras de una Estrategia de Desarrollo y Defensa de largo plazo; más allá de nuestras diferencias ideológicas o políticas. Especialmente, en la estrategia de inserción internacional y las políticas con nuestros vecinos.
Basadre hablaba con razón de la deserción de las élites en el Perú. Pero, civiles y militares, las regiones, el movimiento social y popular, no podemos permanecer impasibles ante la rentada acción de la antipatria y debemos actuar en consecuencia.
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