Los que hemos podido asistir estos últimos instantes en La Habana, durante el Encuentro Internacional contra el Terrorismo por la Verdad y la Justicia, hemos sido partícipes de un milagro. Milagro en el sentido literal de la palabra. Eso que es insólito y nos deja con los ojos húmedos, las manos juntas, y creyendo una vez más que el porvenir, por orden explicita de la evolución....nos pertenece.
En unos días un pequeño planeta enclavado en los confines de la Vía Láctea, desde una ciudad al borde del Mar Caribe, ha gritado en nombre de su propia memoria histórica. Esta Tierra que además de enferma, débil y triste, está amordazada por sus secuestradores.
Lo que aconteció en Nuestra América con el Plan Cóndor (bello animal que tendrá que vivir como condena de los Dioses para siempre como símbolo de la maldad), vuelve a remover sus entrañas a través del recuerdo. Las alas oscuras del Cóndor se desplegaron agitadas en un par de días con la voz trémula y gallarda de sus propias victimas, y también en el llanto y la indignación de millones de cubanos, que gracias a la magia de la televisión, tratamos de imaginar, aunque sea en sueños, tal cual una película de terror, que nuestros jóvenes hermosos que van y regresan solos de la escuela o de las fiestas , fueran eventualmente ...desaparecidos o, que los bebés que salvamos año por año se los entregan a los «gusanos» de Miami para enseñarles a odiar a la revolución cubana. Todavía no podemos concebir que el ser humano sea capaz de tanta maldad. Pero sí. Sucedió, y no en la Europa nazi, sino en Nuestra América. No sé si alguien...al menos haya escrito el Mein Kampf de América.
Las víctimas del Cóndor, por ese raro sortilegio que no deja de ser Cuba, convirtieron cada lagrima en un grito de combate, y cada recuerdo triste en arma de lucha.
El caso de Posada Carriles viene a desenmascarar en rigor el verdadero terror de Estado, que no es más que una de esas verrugas imprescindibles con las que el sistema capitalista pretende sobrevivir. Ese sistema social que nació chorreando sangre, a decir de Carlos Marx, y que ahora, con lo que estamos viviendo, le está chorreando el más infeccioso pus.
Este es el caso Posada Carriles, no más que el pus del imperialismo, el cual se queda sin armas y sin palabras, para defender lo único que saben defender: el dinero.
El capitalismo ha perdido toda capacidad ética para sostener al tercer planeta de este hermoso y bendito sistema solar, el cual surgió con el sólo fin de ser feliz y hacer feliz por supuesto a la humanidad, que es sin dudas, desde hace unos 150 mil años, su obra maestra.
Por eso en estos días nos ha acompañado otro milagro. Es verde, veterano y fuerte. Fidel; que nos advierte de estos peligros con ese movimiento especial de sus manos. Esas manos que se mueven y hablan más que las palabras. Esas manos las captó de manera única el pintor Guayasamín. Y esas manos que escuchan y esa voz sincera, nos alerta de que la Tierra está a punto de parir y que las crisis que se suceden unas tras otras, sí son, aunque parezca paradójico el principio del fin. Que no fueron en vano centenas de miles de compañeros muertos en nombre de esta dama azul secuestrada.
Y también nos dice Fidel que en virtud de Internet, televisoras y comunicaciones, puede que ese tiempo se nos acorte y que logremos, jalando el hilo de Posada Carriles volver a enrollar con decencia al mundo.
A lo mejor y es este el parto que la Tierra está esperando, esta vez asistida por buenos médicos. Ya ha tenido muchas contracciones la mujer azul que nos ha engendrado, mas ninguno ha sido realmente provechoso. Veremos si la contracción de Bolivia, esté bien cuidada.
En estos días en La Habana quizás la esté asistiendo los primeros ginecólogos honestos sin afán de lucro, para ayudarla a terminar de parir. Puede ser que el de La Habana sea esa primera contracción útil, esa a la que le gusta aludir los médicos en los momentos que, llenas de felicidad, esperamos las mujeres la llegada de un hijo.
Porque acá han hablado muchos de los que sufrieron torturas. Familiares de los desaparecidos y torturados, penas indescriptibles e inimaginables, pero también, como gritara nuestra Hebe de Bonafini hace unas noches esos desaparecidos, esos muertos no son victimas , son revolucionarios y si el enemigo es ahora mas siniestro, por la evidente Tercera Ley de Newton, debemos ser nosotros más valientes y mas inteligentes también.
Y por eso los medios alternativos , y por eso Telesur, que salió el dia 24 de este mes, y por eso la poesía, la música y la belleza a la caldera para avivar las llamas de la justicia. Tal como decía José Martí.
Los únicos que han sufrido el gran terror del mundo han sido los pobres, aquellos otros, que no caben en el reino de los cielos parafraseando a Jesús, no saben lo que es el horror del hambre, de las bombas, de la mentira, del secuestro. No nos dejemos confundir.
Y también se le ha dedicado tiempo en La Habana a esa victima que es el pueblo norteamericano, el cual está abducido por los mismos secuestradores de siempre. Los bebés norteamericanos son secuestrados por la mentira de sus gobernantes, que según recordara Fidel en sus palabras finales, esta mentira desde tiempos anteriores ha regido el gobierno de ese pobre país. Y que, como dijera uno de sus mejores hijos, el físico Carl Sagan, sufre más del 98% de analfabetismo científico.
En este encuentro hemos pillado al secuestrador de este planeta. No es Posada Carriles, sino el imperialismo con sus miserables cómplices, pero Posada Carriles puede convertirse en nuestro mejor anzuelo.
En La Habana entonces hemos empezado a quitarle la mordaza a la Tierra, que es mujer, por cierto, y está desnuda y la hemos visto hablar en la voz de tantos compañeros y en la forma increíble de escuchar de ese enamorado verde que es Fidel.
Esta dama azul violada y ultrajada esbozó su primera sonrisa, al ver que al fin sus contracciones de parto, podrán ser asistidas en mejores hospitales. Ahora el primero; el hospital de urgencia, fue este rápido evento de La Habana.
Una reflexión merecería por si sola las palabras del vicepresidente de la Venezuela bolivariana. José Vicente Rangel, dejó mudos a los marxistas más expertos: La transparencia y la profundidad, normalmente en contradicción se dieron la mano, tal como si pudiésemos ver el fondo marino en pleno medio del océano. Esas palabras merecerían análisis aparte. Tan sólo recordar la frase donde más o menos dice, que a pesar de la justicia que empieza a reinar en esa zona nueva de la Tierra que es Venezuela, no es suficiente y que deberíamos pasar de la democracia bolivariana a la democracia socialista. Ese hombre ya no joven, pareció ser el más hermoso, el más atrevido y vigoroso de todo el evento.
Porque de eso se trata, no que inventemos nada nuevo, sino tal como lo dijo el compañero Luciano Vasapollo de Chile, y me atrevo a parafrasear, no tenemos camino nuevo, lo que podemos tener de nuevo es el modo de caminar.
La joven Belén Gopegui esta vez se acercó al lado tibio de su almohada, y con dulzura y sencillez nos advirtió que no nos asombremos de nada más. Que ellos: aquellos del eterno Cóndor, son capaces de cualquier cosa, que nada nos tome por sorpresa.
Por mi parte le hago caso, pues hemos vivido los más diabólicos absurdos Lo dije una vez: La Estatua de la Libertad está a punto de ser considerada una intrusa francesa indocumentada en New York.
Belén también nos despertó frente al hecho de que el terrorista Posada Carriles, y el dolor del pueblo cubano ante sus crímenes, nos hace recordar el horror que ha sufrido el mundo. Y es por eso entonces por terror pasado, presente y futuro contra el que estamos luchando.
Sucede que en Cuba la tortura desencadenó la revolución socialista. Las torturas de los 70 asesinados en el Moncada nos condujeron en unos años a lo que tenemos hoy.
Por eso un caso puntual en Cuba se convirtió en un caso de la Tierra, en apenas unos días.
Con este grito que se haga justicia y que se extradite al criminal Posadas Carriles a Venezuela, por estos raros vientos de la pequeña isla de Cuba, estaremos de alguna manera buscando la justicia que no se ha hecho. La justicia de nuestros centenas de miles de latinoamericanos desaparecidos, muertos; de los africanos que son matados vilmente de hambre y enfermedades, y sobre todo de la justicia que nos toca esgrimir por los crímenes contra Afganistán e Iraq. Son la misma estampa de las torturas que padecieron nuestros hermanos en la siniestras (diestras) dictaduras de los años setenta en América Latina.
Al terminar, Fidel le recordó al imperialismo que cuando los hombres le pierden el temor a la fuerza, esa fuerza ya no existe. Viene siendo como un puñetazo al aire. Fidel recordó a Martí, el que por supuesto estaba sentado entre nosotros. Porque «un error en Cuba, un error en América, un error en la humanidad moderna».
Y terminó el evento con Víctor Jara en los oídos y el corazón. Con quien si no, ordenando levantarnos y darnos las manos, y recordando a Manuel...al amor que el Cóndor le arrebató a Amanda.
Algo sólo me faltó en este evento, y fue que terminásemos las jornadas cantando «La Internacional» , pues al empezar sus palabras de clausura Fidel nos llamó a todos «compatriotas». Y es correcto, pues todos somos hijos de la mujer azul llamada Tierra. Debimos cantarla en esos mil idiomas y con esa misma y única melodía que une a aquellos que queremos que esta mujer, hoy triste, y a mordazaza, pueda parir; para entonces de una buena vez, poder nacer todos nosotros y poder salvarla de su posible muerte.
Carlos Marx y todos ellos, quisieron tan sólo eso: Hacer parir a la Mujer Azul. En aquel entonces, ella no estaba de parto, hoy sí.
Sólo faltamos los parteros. La Habana fue el primer intento. Si fracasamos, no sólo se pierde el hijo, moriría la Tierra, la bella e inédita Dama Azul del Universo.
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