¿Por qué existen unas sociedades más violentas que otras? En el film Boowling for Colombine (USA: 2001), su director Michael Moore nos adelanta una hipótesis: es el miedo lo que hace a unas sociedades más violentas que otras. Es la violencia una expresión del miedo. Y es en las sociedades temerosas donde se legitima la violencia como instrumento del poder.
De esta forma el miedo se instaura como una estrategia de control y regulación social, no tanto por su misma capacidad destructora, sino por la idea de nuestro desamparo y débil tejido social.
Ciudadanía y mercado
Desde los años 90 del siglo anterior, se evidencia el predominio militar, político, económico e ideológico de las corrientes más conservadoras del orbe. Con el fin de las economías socialistas y el desmoronamiento de las conquistas del Estado Social de Derecho, se impone en todo el mundo el modelo neoliberal.
Este modelo propone a los ciudadanos comunes y corrientes una única salida, que tiene sus orígenes en la economía capitalista: que el mercado decida quiénes son los mejores, quiénes son los menos y quiénes tienen que desaparecer. De manera elegante denominan a esta elección «libre concurrencia», teniendo como indicador principal nuestra capacidad de consumo
Desde esta perspectiva cada ciudadano, ahora consumidor, tiene que comportarse como una empresa: calidad, eficiencia y éxito, son referentes con que se construye «ciudadanía» y «sociedad» en el mundo de hoy. En consecuencia justicia, solidaridad, derechos sociales, entre otras, son cosas del pasado.
Este marco condiciona unas subjetividades, donde uno está en permanente competencia y amenaza con el otro: es el reino de las desconfianzas, es el fin de los tejidos sociales, de las relaciones de colaboración y de las identidades colectivas. El miedo se impone como un referente estructural totalizante.
El miedo como estrategia de control social
La incertidumbre es inherente al sistema capitalista, de allí la importancia de crear contextos de posibles amenazas, reales o imaginarias, micros 11 de septiembre. Sin embargo, más efectivo es crear la ilusión de que estamos solos, que la organización y movilización social no existen o por lo menos carecen de sentido.
De lo que se trata desde el poder, es de resquebrajar toda forma de tejido social. Para ello el sistema recurre a diferentes estrategias, una de ellas: crear los marcos interpretativos que constituyan y legitimen las representaciones del miedo atravesando «lo más colectivamemente social hasta lo más intimamente personal»1 . Se conforma así la cultura correspondiente al modelo capitalista.
El sociólogo francés Pierre Bourdieu sostiene en una entrevista2 que «no debemos menospreciar las cosas futiles que se presentan en la televisión, pues estas cosas futiles son, en realidad, muy importantes en la medida que ocultan cosas valiosas». Las representaciones de la violencia cotidiana, ocultan la violencia estructural a que asistimos en los últimos años. Solo a manera de ejemplo, desconocemos la cantidad de víctimas en la guerra de Iraq o la cantidad de personas infectadas con SIDA en el África. Nos sorprendemos ante lo anecdótico y aceptamos lo estructural.
Si no contamos con nadie, todos somos una amenaza para todos, en particular los extraños, los inmigrantes, las minorías (donde también caben los desplazados, los desocupados, los indigentes, las negritudes, los indígenas...). En fin, todo aquel que salga o parezca salir de la norma, de la costumbre, de la rutina, es motivo de sospecha. Se desprende de allí la subcultura de la prevención, de la seguridad democrática, la croactividad y las guerras preventivas.
La amenaza se torna algo permanente. Por eso es importante que de cuando en cuando tienda a ocurrir algo, el rito demanda una victima, el acto del sacrificio. La paz, la calma, la tranquilidad no pueden ser duraderas, es necesario alimentar el imaginario con actos, alimentar el miedo con experiencias que la gente comente y retroalimente. Esta es una de las funciones de la cultura y sus dispositivos -como los medios de comunicación de masas-.
Si no podemos protegernos por nosotros mismos, es necesario que alguien nos salve, volvemos así a las representaciones de la política y del poder más primitivas: el mesianismo y el autoritarismo. Frente al miedo, a las amenazas extrañas, desconocidas, cobran significación los ejércitos con sus tanques, los policías con sus perros, las cárceles y los manicomios.
1 Plantgean E. Citado en Echegollen Alfredo. Cultura e imaginarios políticos en América Latina
2 Bouerdieu Pierre. Sobre la televisión y otros males mayores. En Conformismo o democracia. Varios autores. Fica. Bogotá. 2003
Recomendado del mes
Grupo: Zona marginal
Álbum: De talla internacional
Género: HIP-HOP
Por: El burritoquepiensa
Seis años después de su primer trabajo musical La expresión de un pueblo, Zona Marginal nos sorprende con su nuevo y excelente disco: De talla internacional, a la vuelta de su gira por Europa, donde Rico, Jhon J. y Shaolín lograron una gran madurez tanto musical como en el discurso.
En su gira compartieron con okupas y miembros de otros movimientos sociales, como los raperos, que como ellos, reflejan en sus letras la realidad social que sobrellevan, donde la pobreza no está ausente.
Tenemos en este trabajo una alternativa a géneros musicales que como el regueton atacan la cultura hip-hop. Donde grupos, por el afán de sonar, de pegar, se han acomodado, vendiendo sus ideales, degradando a su mínima expresión a las mujeres y poniendo en boca de mucha gente "valores" comerciales que en nada fortalecen a nuestra sociedad.
En su nuevo producción Zona Marginal nos permite apreciar una gran sinergia de voces, sonidos musicales y mensajes que llegan de manera directa a nuestro cuerpo y a nuestra conciencia. Cantándole al suburbio latino, nos recuerdan que si bien Colombia está vuelta una mierda es nuestra mierda, y está en nosotros que sea nuestro paraíso. A través de toda la producción nos recuerdan por qué el que escucha, escucha y lucha, y también nos dicen que ya no mas (no más injusticia de ninguna clase, no más secuestros, no más masacres, no más robo, no más corrupción), conformándose para esto en el escuadrón anticorrupción. También le cantan a los desaparecidos preguntándonos ¿a dónde van? O nos recuerdan la importancia de las empresas públicas en el apagón, insistiendo en no parar nunca en la lucha, por que ésta continúa, y de las ventajas que tenemos en nuestros recursos naturales en la guerra por el agua.
De una manera muy agradable Jhon J, Rico y Shaolín, mezclan sus voces y arreglos con las y los de Cali Rap Cartel, Philly Blunt, Kalancho, Asilo 38, Noztra, Roshy, Tostao y los Choquitown
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