Estados Unidos, obcecado por la imagen popular, digna y contagiosa de la Revolución Bolivariana ha redoblado sus esfuerzos para extirpar el ejemplo de soberanía, justicia e igualdad que esta representa para los pueblos de América Latina y el mundo.
Un comando especial para el tratamiento de la “enfermedad” ha sido creado en el Estado de Florida con importantes recursos financieros y el apoyo de los más brillantes cerebros en la ciencia de la guerra psicológica y la generación de conflictos. No ha sido necesario llevar a cabo labores de contrainteligencia para conocer de estos planes. El propio Comando Sur del imperio lo dio a conocer abiertamente.
De nuestro lado pareciéramos centrar la atención casi exclusivamente en las bravatas diarias de la diplomacia gringa o en la posibilidad de una acción militar directa. No estamos reparando suficientemente en ciertos signos de violencia, sicariato y llamados a una supuesta resistencia que se van produciendo con persistencia. Lo cierto es que una modalidad conocida como “Tercerización de Conflictos” para generar inestabilidad, desasosiego, incertidumbre y fabricar conflictos ya la aplicó EEUU, con éxito, en la Nicaragua sandinista y últimamente en Haití.
Se trata de poderosas empresas transnacionales dedicadas al negocio de la guerra sucia. Michael Moore nos dio a conocer este fenómeno en su documental Fahrenheit 09/11. Allí pudo verse como estas transnacionales del crimen reclutan mercenarios para este trabajo sucio con ingresos qué, con bonificaciones especiales, alcanza los 6.000 dólares mensuales.
Por esta vía el gobierno estadounidense sortea las limitaciones que el Congreso pueda imponerle al uso de sus fuerzas armadas además de realizar operaciones totalmente violatorias de los derechos humanos sin responsabilidad legal. Estas empresas son contratadas como expertas en seguridad e inteligencia operando bajo la cobertura legal de “contratistas”, “consultores”, “especialistas” y “expertos”. Las Fuerzas Armadas de los EEUU, utilizó esta figura inmoral en Nicaragua, Irak, durante la “Tormenta del Desierto”, Bosnia Herzegovina, Kosovo y Haití. Lo hacen también actualmente en Irak bajo la figura de “Empresas Contratistas”.
Estas empresas de servicios militares para la tercerización de conflictos recibieron un auge inusitado desde la llegada al gobierno de George Bush padre y su secretario de Defensa Dick Cheney, posteriormente Vicepresidente en el gobierno del Junior. Fue éste último quien presentó un estudio que recomendaba la conveniencia de impulsar la privatización de su ejército para tareas “especiales”. El informe, elaborado por una consultora de servicios militares de nombre de nombre Brown & Root Services, es filial de Halliburton, la misma que dirigió desde 1994 el propio Dick Cheney. Según una estimación de Meter Singer, analista del Brookings Institution, prestigioso centro de estudios internacionales, estas empresas de servicios militares manejan un negocio superior a los 200.000 millones de dólares anuales.
Estas empresas de servicios militares están siendo ampliamente utilizadas en el Plan Colombia, aquí mismo, al otro lado de nuestra frontera y en estrecha relación con los Paramilitares, no sólo para eludir el límite de tropas regulares establecido por el Congreso, ya que su empleo no requiere de autorizaciones políticas especiales, sino para llevar a cabo labores de inteligencia, corrupción y guerra sucia sin las limitaciones, -pocas- propias de las fuerzas regulares. Un ejemplo del uso de estas empresas de servicios militares, como hemos señalado antes, estuvo en Nicaragua. La empresa Lagie Aviación Service and Technology, Inc, fue subcontratada por la DynCorp para ayudar al teniente coronel Oliver North a fin de suministrar armas y municiones para la contra nicaragüense mediante el uso de recursos provenientes del narcotráfico.
Esta misma transnacional del crimen, la DynCorp, junto a otras como Dunn and MacDonald Inc, o la Global Risk Estrategies, prestó sus servicios en tareas de contrainsurgencia en El Salvador, en Bosnia, y estuvo implicada en el reclutamiento de mercenarios en República Dominicana desde donde entraron a Haití hasta producir el cerco y posterior secuestro del Presidente Aristide.
Cuenta con más de 25.000 “empleados” desplegados en varias partes del mundo, con un grueso números de ellos en la frontera con Venezuela al servicio del Plan Colombia. La fachada legal de estos “especialistas” no ha impedido que se vean envueltos en violaciones de los derechos humanos o en actividades delictivas. En 1999 “empleados” de DynCorp fueron acusados en Bosnia de traficar con niñas para utilizarlas como esclavas sexuales y en Colombia en el tráfico de drogas.
Detrás del asesinato de cientos de campesinos, así como el atentado contra el líder agrario Braulio Alvarez, está el paramilitarismo colombiano y junto a ellos estas “empresas de servicios militares”. El pueblo revolucionario debe prepararse para una escalada de acciones de este tipo. El viejo refrán dice que: “guerra avisada no mata soldado... y si lo mata es por descuidado”. Que nos consigan, como afirma el comandante Chávez, OJO PELAO, pero no ingenuamente dormidos.
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