Desde que Estados Unidos amenaza con dejar de entregar fondos a la ONU, Kofi Annan se pronuncia a favor de la reforma. Ya lo había hecho en 1997 y en 2002. Actualmente, el señor Annan se expresa ampliamente en la prensa en tribunas que escribe su amplio equipo de relaciones públicas, mayormente pagado por los contribuyentes estadounidenses. Ahora se atribuye los progresos registrados en Irak en el Washington Post después de haber presentado, meses atrás, esa guerra como «ilegal» y se niega a rendir homenaje a las fuerzas de la Coalición.
Pero, concedamos al señor Annan el beneficio de la duda y supongamos que, esta vez, habla en serio en lo tocante a la reforma. ¿Habrá aprendido la lección del escándalo [«Petróleo por Alimentos» ? ¿Se inspirará quizás de los trabajos del equipo [Newt Gingrich y [George Mitchell sobre la reforma de la ONU y de la [UN Reform Act de Henry J. Hyde? Lo único importante para esa organización es el dinero. Así es, por muy sorprendente que parezca tratándose de una organización basada en el principio marxista de redistribución.
Por mucho que diga que quiere reformarse, la ONU sigue pidiendo más fondos aún. Actualmente exige que el 0,7% del PNB de los países ricos se dedique a la ayuda para el desarrollo. Eso implica que Estados Unidos tendría que entregar 82 000 millones de dólares más. La ONU utilizará parte de esos fondos para dedicarse al cabildeo y pagar tribunas libres. Los europeos saben que la mayor parte de los pagos le tocará a Estados Unidos y apoyan ese plan. Como lo hizo en Boston en 1773, durante la Boston Tea Party, Estados Unidos tiene que tirar el plan Annan al mar.
«Turtle Bay Tea Party», por Claudia Rosett, Wall Street Journal, 30 de junio de 2005.
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