Hace treinta años, en julio de 1975, los cosmonautas rusos y astronautas norteamericanos se habían dado el primer apretón de manos en la órbita circunterrestre
Hace treinta años, en julio de 1975, los cosmonautas rusos y astronautas norteamericanos se habían dado el primer apretón de manos en la órbita circunterrestre.
Los acontecimientos que precedían aquel histórico hecho se habían desarrollado de la siguiente manera. A pesar de que el líder soviético Nikita Jruschov había prohibido terminantemente «entregar la Luna a los norteamericanos», éstos fueron los primeros en llegar a la superficie del astro.
Leonid Brezhnev, sucesor de Jruschov, finalmente canceló el programa lunar que iba desarrollando la Unión Soviética.
Después de haber efectuado seis alunizajes, los estadounidenses también cancelaron su programa. Acto seguido se vio recortado drásticamente el presupuesto de la NASA, y de las 300 mil personas ocupadas en el programa lunar quedaron sólo 14 mil.
Además, de los 73 candidatos a astronautas, 30 tuvieron que buscarse otro empleo. En cuanto a los trabajos enmarcados en el proyecto
«Space Shuttle», empezarían sólo tres años más tarde (El primer vuelo de transbordador espacial «Columbia» tuvo lugar el 12 de abril de 1981, o sea, en el vigésimo aniversario del vuelo de Yuri Gagarin, pues los norteamericanos siempre han preferido relacionar sus actividades espaciales más importantes con fechas memorables.)
Entretanto, ya flotaba en el aire la idea de un vuelo conjunto soviético-norteamericano. EEUU se había dado cuenta de la necesidad de tales vuelos después que en el camino hacia la Luna estallaran los depósitos de combustible en el «Apolo 13».
El Dr. Lanny, futuro director técnico por la parte estadounidense del vuelo «Apolo-Soyuz», había comentado que «en aquel dramático momento fue rechazada toda idea de solicitar ayuda ajena y que, siendo ingeniero, sabía que la Unión Soviética y Estados Unidos diseñaban naves espaciales y sistemas de acoplamiento distintos».
El secretario general del Partido Comunista de la URSS, Leonid Brezhnev, había respaldado en nombre de la Unión Soviética la idea de un vuelo conjunto y proclamó que el concepto clave era «explorar el espacio con fines pacíficos, diseñar sistemas de acoplamiento de las naves y desarrollar la labor conjunta de las tripulaciones».
El 15 de julio de 1975, a las 15:20 horas de Moscú, desde la base espacial de Baikonur fue lanzada la nave «Soyuz 19» tripulada por los cosmonautas Alexei Leonov y Valeri Kubasov.
Siete horas y media más tarde, desde el Centro Espacial Kennedy ubicado en el Cabo Cañaveral (Florida, EEUU) partió la nave «Apolo» con los astronautas Thomas Stafford, Vance Brand y Donald Slayton a bordo.
Uno de los participantes en el programa lunar de Estados Unidos, Eugene Cernan, había comentado a periodistas en la víspera del vuelo que «ninguno de los participantes en el programa de vuelo conjunto cambió de convicciones políticas en el transcurso de los contactos bilaterales, y que todos entendían que se debía prestar atención no a las diferencias, sino a la necesidad de comprender, respetar y confiar unos en otros».
El programa de vuelo de cooperación fue cumplido con éxito a pesar de que había sido ejecutado en la época de la «Guerra Fría» por las dos potencias espaciales rivales.
Por primera vez en la historia de la cosmonáutica, en la órbita circunterrestre había funcionado durante dos días un sistema espacial formado por naves acopladas de dos países con una tripulación internacional a bordo. Círculos sociales internacionales y conocidas figuras políticas de distintos países habían calificado el vuelo soviético-norteamericano como importante acontecimiento histórico que abría una nueva era en las exploraciones del espacio, y también, como notable aporte a la mejora de las relaciones soviético-norteamericanas y del clima internacional en general.
El éxito del programa había sido condicionado en gran medida por la experiencia que tenían acumulada las tripulaciones soviética y estadounidense. El comandante del «Apolo» fue el general de Brigada Thomas Stafford.
Anteriormente había realizado en cinco ocasiones maniobras de acercamiento durante los vuelos en las naves «Gemini 6» y «Gemini 9». Cuando se incorporó al programa lunar de EEUU, tuvo la tarea de dar la vuelta a la Luna en el «Apolo 10», aproximarse a la superficie del astro a una distancia de 12,8 kilómetros en el módulo de alunizaje y sacar fotos de las regiones donde en el futuro podría alunizar la nave.
El «ensayo general» fue exitoso y la tripulación encabezada por Neil Armstrong partió a la Luna ya con la misión de alunizar.
El comandante de la nave «Soyuz», Alexei Leonov, era cuatro años más joven que Stafford.
Leonov había sido el primer humano que caminó en el espacio durante el vuelo que realizó en la «Vosjod 2». Luego empezó a prepararse para volar a la Luna y, además, se entrenó para otros cinco vuelos que no llegaron a realizarse por distintos motivos.
Durante la ejecución del programa «Apolo-Soyuz» se había necesitado no sólo saber aplicar los conocimientos técnicos, sino también saber usar la diplomacia en el trato y mostrar el sentido de humor, sin el cual habría sido difícil trabajar todos juntos en la órbita.
Desde luego, hubo algunos fallos pero todos los participantes habían sabido vencer los problemas de carácter tanto político como técnico y conseguir una comprensión mutua total.
Las principales tareas del programa del primer vuelo de cooperación habían consistido en diseñar un medio de salvamento universal, ensayar sistemas de control conjunto de vuelo, efectuar investigaciones y experimentos conjuntos y practicar operaciones de rescate en el espacio cósmico.
Los ensayos del sistema de acoplamiento en la órbita, las maniobras de aproximación, acoplamiento y desacoplamiento de las naves, los experimentos científicos y las investigaciones técnicas han servido de gran provecho a la hora de crear y desarrollar la Estación Espacial Internacional (ISS).
¿Hubo situaciones imprevistas durante el vuelo?
Poco antes de ser lanzado el «Soyuz», se supo que no funcionaba la cámara de televisión instalada a bordo. Pero el lanzamiento no fue aplazado habiendo quedado que los cosmonautas la repararían. Y así fue.
La tripulación del «Apolo» había vivido una situación mucho más dramática. Cuando los astronautas aterrizaron (mejor dicho, acuatizaron, porque la nave estadounidense podía posarse únicamente sobre el agua), los vapores de gases tóxicos producidos por los motores de la nave penetraron dentro de la cabina.
Los astronautas tuvieron que ponerse las máscaras de oxigeno. ¿«Cuánto tiempo habían tenido para hacerlo?», le preguntaron después a Stafford los periodistas. «Diez o quince segundos», contestó.
¿«Han habido otros casos parecidos en su vida?"
"Once».
«¿Representaban peligro para su vida?»
«Claro que sí».
Hace cinco años, Thomas Stafford y Vance Brand habían visitado Moscú para asistir a las solemnidades por el 25º aniversario de aquel histórico vuelo.
Donald Slayton ya no estaba entre ellos pues había fallecido unos años antes. En una ceremonia solemne organizada en «Rosaviakosmos» (Agencia Federal Espacial de Rusia), los astronautas fueron condecorados con la recién instituida medalla «Estrella de Ícaro». La medalla correspondiente a Slayton fue entregada a Stafford para que a su vez la entregara a la familia del astronauta fallecido.
Ria Novosti, 4 de julio 2005
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