El jefe del Carlyle Group, Frank Carlucci, se ha convertido en «el hombre con el que hay que contar» en Washington. Es miembro, en efecto, de la junta administrativa de numerosas sociedades e influye notablemente en la política exterior y de defensa de los Estados Unidos. De Kinshasa a Tanzania, pasando por Brasil y Portugal, se ha visto implicado en diversos golpes de Estado. En la actualidad sigue siendo el alter ego de Donald Rumsfeld, quien fue su compañero de cuarto cuando eran estudiantes, e hizo toda su carrera en la CIA, en el Consejo de Seguridad Nacional, el Pentágono y la esfera de los negocios.
Frank C. Carlucci nació en Scranton, Pennsylvania, en 1930, hijo de un picapedrero emigrante del sur de Italia. Realiza sus estudios en la Universidad de Princeton, donde conoce al joven Donald Rumsfeld. Ambos estudiantes comparten una habitación en el internado, practican lucha juntos y, durante todos sus estudios universitarios, siguen siendo amigos muy cercanos.
Después, Frank Carlucci se enrola por dos años en la US Navy, pasa algunos cursos en la Harvard Business School e ingresa al Departamento de Estado en 1956. Al cabo de dos años como vice-cónsul y asesor económico en Johannesburg (África del Sur), y de un curso de seis meses para el aprendizaje del idioma francés, es nombrado segundo secretario de la Embajada de los Estados Unidos en Leopoldville (Congo-Kinshasa), en 1960.
El hombre de las maniobras sucias
El país, que después será llamado Zaire y más tarde República Democrática del Congo, está en vías de obtener su independencia. El 27 de enero de 1960, las mesas redondas de Bruselas establecen los términos de la independencia, prevista para el 30 de junio. Carlucci llega en marzo al país africano.
En mayo, las elecciones, controladas por los belgas, llevan al poder al presidente Joseph Kazavubu y al Primer ministro nacionalista Patricio Lumumba. Se dice que éste último es favorable a la Unión Soviética, lo cual causa preocupación en Estados Unidos. Por otra parte, el país se ve sacudido por violentos choques interétnicos exacerbados por la ex potencia colonial belga. La hija de Carlucci es amenazada un día con una bayoneta, el propio Carlucci es apuñalado y detenido después de haber atropellado a un ciclista con su auto. No obstante, Carlucci decide permanecer en el país.
De hecho, Estados Unidos tiene mucho que hacer allí y necesita tremendamente la presencia de Carlucci. Lejos de cumplir una misión diplomática, Carlucci es el hombre de la CIA en Kinshasa [1]. Sólo dos meses después de su llegada al poder, Patricio Lumumba es derrocado por el general Mobutu Sese Seko, su sucesor designado por Washington.
Pero la amenaza de un contragolpe de Estado lleva a Estados Unidos a querer garantizar definitivamente que Lumumba no pueda volver al poder. Frank Carlucci recibe la misión de ganarse la confianza del líder nacionalista, mientras que Washington ordena a Mobutu que lo elimine. De ese modo, Patricio Lumumba es arrestado en diciembre de 1960 por los hombres del dictador. Estos lo entregan a los rebeldes katangueses de Moisés Tschombé, quienes lo torturan y finalmente lo asesinan el 17 de enero de 1961. Posteriormente se sabrá que la orden vino directamente de Dwight
Eisenhower [2] y que el rey Balduino de Bélgica no hizo nada por
impedirlo [3] .
Es difícil precisar con exactitud el papel de Frank Carlucci en esos hechos. Pero el tema sigue siendo candente en nuestros días. Raoul Peck, realizador de origen haitiano, lo experimentó en carne propia.
En su film Lumumba, ficción histórica dedicada al líder congolés, Peck incluye un episodio que representa una conversación entre varios protagonistas que están preparando su asesinato. Uno de ellos no es otro que Frank Carlucci, quien, al preguntársele sobre la posición de Washington, responde: «El gobierno de mi país no tiene por costumbre interferir en los asuntos democráticos de una nación soberana. Respetaremos la decisión de ustedes».
Cuando el film iba a exhibirse en los Estados Unidos, Frank Carlucci movió todos los hilos para impedir que la cadena de televisión por cable HBO transmitiera esa escena, amenazando en especial a Raoul Peck y a su sociedad de producción, Zeitgeist Film, con mandarlos a los tribunales. Ante el poderío financiero de su oponente, el realizador haitiano acepta entonces eliminar el nombre de Carlucci de la
banda sonora [4]
Ese no es el único golpe bajo imputado a Carlucci en aquellos tiempos de guerra fría. En 1964, es nombrado primer secretario en la embajada de Dar-es-Salam (Tanganika y Zanzíbar, actualmente Tanzania). El país también acaba de obtener su independencia, y el presidente Julius Nyerere lo conduce por la vía del socialismo. Al cabo de 18 meses, un grupo de oficiales se subleva.
Acusado de organizar el derrocamiento de Nyerere, Frank Carlucci, es declarado persona non grata y
expulsado [5]. Hoy es imposible saber exactamente de qué se le acusaba. Sobre todo porque al celebrarse en el Senado la audiencia de confirmación del nombramiento de Carlucci en la subdirección de la CIA, las discusiones se efectuaron a puertas cerradas a partir del momento en que se tocó el tema de
Tanzania [6].
En abril de 1964, el agregado militar estadounidense en Brasil, Vernon Walters, organiza el derrocamiento del presidente Joao Marques Goulart por el mariscal Castelo Branco. Frank Carlucci es enviado como refuerzo para supervisar la instauración de la dictadura militar y el asesinato de los dirigentes de la oposición a manos de los escuadrones de la muerte. En ese entonces, Carlucci no oculta ya que representa a la CIA.
De 1969 a 1974, trabaja en Washington con diferentes administraciones. Primero en el Buró de Oportunidades Económicas (OEO) de la Casa Blanca. A solicitud del presidente Nixon, su amigo Donald Rumsfeld acaba de asumir la dirección de ese órgano tras presentar su renuncia a la Cámara de
Representantes [7] y Carlucci se convierte en su ayudante. Después Carlucci es nombrado subdirector del Buró de Personal y Presupuesto (OMB) cuando Rumsfeld asume el Programa de Estabilización
Económica [8].
Trabaja entonces bajo la dirección de Caspar Weinberger y en 1973 pasa a laborar con éste en el Departamento de Salud, Educación y Bienestar, aunque conservando sus vínculos con Donald Rumsfeld, que deja Washington para convertirse en embajador ante la OTAN.
En 1974, Henry Kissinger se preocupa por lo que ocurre en Portugal. Varios oficiales jóvenes acaban de liberar al país de la dictadura de Salazar durante la llamada «revolución de los claveles». El poder se desliza lentamente hacia la extrema izquierda. Pero Portugal, específicamente debido a las Islas Azores, es indispensable para la OTAN.
El general Vernon Walters, convertido en subdirector de la CIA, estima que el embajador de Estados Unidos en Lisboa es incapaz de oponerse al peligro. Junto a Donald Rumsfeld, entonces director del gabinete del presidente Gerald Ford, convence a Kissinger para que designe a Frank Carlucci como el indicado para controlar la situación y lo hace nombrar nuevo embajador en Lisboa. Carlucci se rodea enseguida de sus antiguos colaboradores de la CIA en Brasil e inclusive manda a buscar 80 agentes de los servicios brasileños.
En el último momento, el gobierno portugués hace fracasar a operación. Mediante la radio nacional, Otelo Saraiva de Carvalho, líder histórico de la revolución, emplaza al embajador estadounidense a que abandone el país lo más rápido posible [9]
La consagración
La carrera de Carlucci como hombre de las sombras se ve finalmente recompensada, en 1978, cuando el presidente Jimmy Carter lo nombra subdirector de la CIA bajo el mando del almirante Stanfield Turner. La misión de ambos consiste en sanear las prácticas de la agencia. Para ello, Carlucci aplica importantes cortes presupuestarios, lo cual escandaliza a los senadores republicanos. Pero se esfuerza más por ocultar las infamias de la agencia que por eliminarlas.
Crea así una legislación restrictiva en materia de desclasificación de documentos públicos y obtiene la aprobación de una ley destinada exclusivamente a sancionar al ex agente Philip Agee, quien revela en su revista Covert Action Quaterly los manejos sucios de la agencia.
Así que las intervenciones secretas continúan, aunque con más posibilidades de mantenerlas en secreto. De ese modo, Carlucci parece haber supervisado personalmente las maniobras de manipulación de las Brigadas Rojas en Italia y la eliminación del líder demócrata-cristiano Aldo Moro, favorable a la participación de los comunistas en el gobierno [10]. Por otra parte, comete un error en una operación de sabotaje en Yemen del Sur, finalmente cancelada por el almirante
Turner [11]
En 1981, el presidente Ronald Reagan nombra a Caspar Weinberger secretario de Defensa. Este llama a su lado a Frank Carlucci, a pesar de la oposición de algunos republicanos que le reprochan haber trabajado con el gobierno demócrata de Carter. Weinberger y Carlucci se dan a la tarea de engrosar los presupuestos del Pentágono y de racionalizar las compras. Carlucci manda a buscar a un brillante asistente militar, Colin L. Powell, para que trabaje con él.
En 1982, Carlucci abandona sus actividades políticas para dedicarse al mundo de los negocios y se incorpora a una sociedad de comercio internacional, la Sears World Trade (SWT), filial del líder de la distribución al gran público, Sears-Roebuck.
Curiosamente, la sociedad de import-export comienza entonces a contratar personalidades republicanas como Curtis Hessler, ex subsecretario del Tesoro, o Alan Woods, ex subsecretario de Defensa, mientras que Donald Rumsfeld (que acaba de incorporarse a la industria farmacéutica después de haber precedido a Weinberger en el Pentágono) ingresa en la junta administrativa. En realidad, la SWT dispone a su vez de una filial, la International Planning and Analysis Center (IPAC), dedicada al negocio de los
armamentos [12].
En secreto, la SWT asesora a las autoridades estadounidenses y canadienses sobre la compra y venta de misiles antiaéreos, radares, aviones a chorro y otros equipos militares, apoyándose en un think tank [Centro de investigación, de propaganda y divulgación de ideas, generalmente de carácter político. Nota del Traductor]: el Hudson Institute.
Según la revista Fortune, la SWT se convirtió en una pantalla de la
CIA [13]. La SWT no anda muy lejos cuando su administrador, Donald Rumsfeld, enviado especial del presidente Reagan, viaja a Bagdad para vender a Sadam Husein armas químicas destinadas a luchar contra el Irán de los mollahs.
Frank Carlucci utilizó sus relaciones políticas para acumular en tiempo record una asombrosa fortuna
privada [14], mientras que la Sears sufre pérdidas por 60 millones de dólares. Carlucci gana un salario anual de 200,000 dólares, al cual se suman diversas comisiones y 735,000 dólares de prima inicial. Un esquema que permite vislumbrar lo que será el Carlyle Group.
En 1987, en pleno escándalo del Irangate, el presidente Reagan despide a su asesor de Seguridad nacional, el almirante John Pointdexter, totalmente «quemado» en el asunto [15], y selecciona a Frank Carlucci para sustituirlo. Este último recluta a sus amigos para el Consejo de Seguridad Nacional, en especial al general Colin L. Powell, a Robert B. Oakley (especialista en terrorismo y viejo compañero suyo de estudios en Princetown) y también al coronel Grant Green (que había trabajado con él tanto en el Pentágono como en la SWT).
Varios meses después, al prolongarse el Irangate, Reagan sacrifica a su secretario de Defensa, Caspar Weinberger, y escoge a Carlucci para reemplazarlo, mientras que Powell pasa a ser consejero de Seguridad Nacional. Reagan acaba de lanzar la «guerra de las galaxias». En el Pentágono, Carlucci aumenta los créditos de investigación y se opone a los tratados de desarme con la Unión Soviética.
Unir lo útil a lo agradable
Es después de ese mandato que Frank Carlucci es reclutado por el Carlyle Group, convirtiéndose en su
director [16] En lo referente a ese período, remitimos al lector a nuestro artículo analítico, El Carlyle Group, un negocio de iniciados. Esa sociedad de gestión de valores contrata a un sinnúmero de personalidades políticas del mundo entero y obtiene ganancias asombrosas. Administra 13,000 millones de dólares y realiza inversiones en el campo de los medios de difusión y el armamento, hasta convertirse en el 11° proveedor del Pentágono.
Cuando su amigo Rumsfeld regresa al Pentágono, esta vez como secretario de Defensa de George W. Bush, no tarda en desbloquear el proyecto Crusader. Ese blindado, destinado a reemplazar al Paladin, había sido abandonado por los militares que lo consideran inadecuado para los combates del futuro. Es, pues, en aras de la modernización de la artillería que se reactiva ese costoso programa, completamente en manos del Carlyle
Group [17].
Frank Carlucci se vuelve omnipresente. Es el hombre con el que hay que contar en
Washington [18]. Es cierto que las juntas administrativas se disputan su presencia: en la Rand Corporation, en la Neurogen Corporation, en la Kaman Corporation, en la Texas Biotechnology Corporation, en la United Defense Industries Inc, en el Unites States Military Cancer Institute o incluso en la Academy of Diplomacy.
Entre otras actividades, Frank Carlucci, que ya se había introducido en Corea del Sur por intermedio del reverendo Moon, tuvo tiempo para presidir la Cámara de Comercio taiwano-estadounidense, mientras negociaba un contrato de telefonía móvil con el presidente de China continental, Jiang Zeming, por un monto de 400 millones de dólares.
Hace gestiones para calmar a los neoconservadores, siempre listos para guerrear contra Corea del Norte. Pero exacerba tensiones entre las dos Chinas, precisamente lo que hace falta para reanudar la carrera armamentista. Para ello organiza un encuentro al más alto nivel entre Paul Wolfowitz y su homólogo taiwandés, Tang Yao-Ming, así como un seminario de tres días dirigido a vendedores y compradores [19] .
Decididamente, es una delicia unir la política con los negocios.
[1] Cf. «Frank Carlucci: Diplomat, Businessman, Spy» por Louis Wolf y William Vornberger, en Covert Action Quaterly n°27, primavera de 1987.
[2] Cf. Declaraciones de Robert H. Johnson ante la Comisión Senatorial presidida por Frank Church. Y «Eisenhower ordered Congo Killing», por Alex Duval Smith, The Independant, 14 de agosto
[3] Ver en nuestro sitio y en francés: las Conclusions de la Commission d’enquête Parlementeaire visant à déterminer les circonstances exactes de l’assassinat de Patrice Lumumba et l’implication éventuelle des responsables politiques belges dans celui-ci presentadas por la Cámara de Representantes de Bélgica en noviembre de 2001.
[4] «Carlucci Can’t Hide His Role in ’Lumumba’» por Lucy Komisar, en Pacific News Service, 14 de febrero de 2002.
[5] Para detalles de la operación contra Zanzibar, calificada de «Cuba africana», consultar: Revolution in Zanzibar, An American’s Cold War Tale por Don Petterson (Westview Press, 2002)
[6] Confirmation hearing of Frank Carlucci III to be Deputy Director of Central intelligence Agency, Senate Select Committee on Intelligence, 27 de enero de 1978.
[7] Donald Rumsfeld fue diputado de Illinois de 1962 a 1969.
[8] Fred Malek, quien se unirá posteriormente al Carlyle Group, le sucederá en esas funciones.
[9] Cf. L’Orchestre noir par Frédéric Laurent (Stock, 1978).
[10] Por iniciativa de Aldo Moro, seis partidos políticos, entre ellos los comunistas, habían formado un «arco constitucional» y suscrito un programa común de gobierno.
[11] «Carlucci Launched CIA Operation in Yemen That Collapsed» por Bob Woodward, ien Washington Post, 4 de diciembre de 1986.
[12] «Sears Tries New Role as Wheelers-Dealers in World Trade» por Stuart Auerback, en Washington Post, 9 de abril de 1984.
[13] Citado por Tim Shorrock, «Company Man» en The Nation, 14 de marzo de 2002.
[14] Cf. «Contracting Conducted Over Golden Safety Net» por Rick Atkinson y Fred Hiatt, en Washington Post, 31 de marzo de 1985.
[15] El almirante Pointdexter es condenado a seis años de prisión.
[16] The Iron Triangle - Inside the Secret World of the Carlyle Group, por Dan Briody, Wiley, 2003.
[17] «Bush Billions Will Revive Cold War Army» por Julian Borger, en The Guardian, 6 de febrero de 2002.
[18] «Who’s the man to see in Washington?», en Chicago Sun-Times, 5 de mayo de 2003.
[19] Ver la investigación de Tim Shorrock en Asia Times del 19 y 20 de marzo de 2002: «US-Taiwan: The guiding hand of Frank Carlucci» y «Carlyle’s tentacles embrace Asia».
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