El ministro de Exteriores palestino Naser al-Kidwa se reunió el jueves con su homólogo ruso Serguei Lavrov en Moscú. La víspera, en Washington se había celebrado un encuentro entre la secretaria de Estado norteamericano, Condoleezza Rice, y el vicepresidente del Gobierno israelí, Ehud Olmert.
El ministro de Exteriores palestino Naser al-Kidwa se reunió el jueves con su homólogo ruso Serguei Lavrov en Moscú. La víspera, en Washington se había celebrado un encuentro entre la secretaria de Estado norteamericano, Condoleezza Rice, y el vicepresidente del Gobierno israelí, Ehud Olmert.
El tema debatido en las capitales de ambos países, que son copatrocinadores del proceso del arreglo en el Oriente Próximo, era el mismo: los primeros resultados de la retirada de los asentamientos judíos desde el sector Gaza y, parcialmente, desde Cisjordania.
De momento, los diplomáticos miran con buenos ojos la evolución de los acontecimientos en la zona del conflicto palestino-israelí. Las evaluaciones que se escuchan en Moscú y en Washington son prácticamente idénticas: la evacuación de los colonos podría dar un impulso a la reanudación del proceso de paz en el Oriente Próximo sobre la base de la Hoja de Ruta.
Recordemos que esta última es producto conjunto del cuarteto de mediadores, representado por Rusia, Estados Unidos, la Unión Europea y la ONU. Durante largo tiempo todos ellos habían abogado por que la retirada de los asentamientos no fuese unilateral, tal y como había contemplado en un principio el primer ministro israelí Ariel Sharon, sino coordinada con los palestinos y vinculada al contexto de la Hoja de Ruta. Estas gestiones diplomáticas han terminado con éxito pero la ulterior evolución de los sucesos dependerá directamente de las partes en conflicto, en primer término, de que la Autoridad Nacional Palestina sepa desmantelar la infraestructura del terrorismo en su territorio, y de que Israel renuncie a su política de expansión ilegal de asentamientos existentes en Cisjordania y expropiación de los terrenos palestinos.
Hay una multitud de otros matices que deben tomarse en cuenta para la reapertura del proceso negociador. Todavía es temprano para hacer conjeturas acerca de los posibles resultados, aparte de que alguna gente simplemente tiene miedo de pensar en ello. Tanto los mediadores como los protagonistas del conflicto prefieren no centrarse ahora en las perspectivas a largo plazo y se dedican a solucionar los problemas a medida que se van planteando.
El problema número uno a día de hoy es la habilitación de los palestinos en los territorios abandonados por los colonos israelíes, y de éstos últimos, en los nuevos lugares de su residencia. Para conseguirlo, la ANP e Israel necesitan recursos que serán asignados principalmente por Estados Unidos y el Banco Mundial.
Rusia, al decir de Lavrov, está dispuesta a ayudarles a los palestinos en la creación de los cuerpos de seguridad, desarrollo de las infraestructuras sociales, educación y formación del personal, en particular, para las nuevas agencias de seguridad. Naser al-Kidwa manifestó su agradecimiento a la parte rusa por este apoyo económico y político. La mención del respaldo político, en este caso, es más que un habitual gesto de cortesía. El presidente ruso Vladímir Putin, quien realizó en abril pasado su primera visita al Oriente Próximo, sugirió convocar una conferencia internacional para el arreglo en la zona con el objetivo de acordar las futuras acciones de todas las partes implicadas.
El proceso del arreglo, según Moscú, no debería terminar con la evacuación de los asentamientos. En cuanto al formato tradicional de tales encuentros, el del cuarteto de mediadores, resulta demasiado estrecho para discutir estos temas. Se requiere ahí la participación de los palestinos y los israelíes, así como de Egipto y Jordania, dos naciones árabes que se encuentran en la frontera misma de la zona del conflicto y las cuales mantienen relaciones diplomáticas con Israel. El carácter de los problemas propuestos para el debate también rebasa el marco de las negociaciones bi- o cuadrilaterales.
En un principio, cuando Rusia formuló la propuesta de tal conferencia, Israel y EE.UU. acogieron su idea con cierto recelo. Más tarde, Washington se ha dado cuenta de que sí es una necesidad, según confiesan a RIA «Novosti» las fuentes diplomáticas. También Israel, cuando se haya definido la agenda de tal encuentro, podría asumir una postura más benévola hacia la iniciativa, sin miedo de que lo sometan al ostracismo o le impongan algunas condiciones inaceptables, cosa que según la parte israelí sucede con bastante frecuencia en los foros internacionales. Al comentar la evacuación de los asentamientos judíos, Mijaíl Margelov, quien encabeza el Comité de asuntos internacionales en el Senado ruso, ha observado que «las simpatías de la comunidad internacional están del lado de Israel ahora que todos los medios mundiales han mostrado el desalojo de las familias judías».
Sin embargo, las simpatías son una cosa cambiadiza. En todo caso, han empezado ya los preparativos para la conferencia, prevista en un principio para noviembre próximo. Su contexto será detallado en septiembre, cuando el cuarteto de los negociadores se haya reunido para una sesión en el marco de la Asamblea General de la ONU.
Lo importante es que no se produzca una nueva escalada del conflicto entre los israelíes y los palestinos. Y es algo probable, pues en ambos bandos hay personas interesadas en ello.
Ria Novosti 25 agosto 2005
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