La máquina petrolera ha
arrastrado desde su aparición en el sistema productivo venezolano al resto de los sectores que lo componen. Nada nuevo desde entonces a pesar de los ingentes esfuerzos por "sembrar el petróleo" o por diversificar la
economía basada únicamente en el ¨oro negro¨. Seguimos atados a la locomotora petrolera por los tiempos que vienen. La lucha contra esta suerte de fatalidad forma parte de los retos que han mantenido los
venezolanos en el último siglo
y lo que va del presente.
Dentro de los esfuerzos que se han venido realizando en este período de gobierno algunas cuestiones han estado aclarándose tanto desde el ángulo de la dinámica sectorial como la territorial. Trataremos de focalizar algunas de ellas que resultan interesantes para comprender y poder operativizar la dinámica actual. Iremos desde lo más simple a lo más complejo en una suerte de escala que incluya diferentes niveles sucesivos.
Lo primero y más sencillo se refiere a la presencia de los así llamados núcleos endógenos que para facilidad de entendimiento calificamos como unidad base del sistema. Unidad esta que permite ir estructurando un sistema que tiene reflejo no sólo en lo estrictamente productivo al querer o intentar modificar el modelo de organización de la economía. El impacto de los núcleos igualmente se pude observar en la estructura territorial y hasta, sin exagerar, en lo social productivo.
Cómo núcleo endógeno, aparte de las múltiples interpretaciones realizadas y por realizarse, entendemos un ámbito territorial propicio para el desarrollo de proyectos colectivos comunitarios primordiales con potencial real, capacidad funcional y estilo tecnológico adecuado para el diseño y ejecución de alternativas de progreso soberano, soportadas y sustentadas económica, ecológica y socialmente. De esta tarea se ocupa actualmente, como centro de atención primordial, el recién creado Ministerio de la Economía Popular y hasta la fecha han sido identificados una cifra cercana al millar, unos núcleos activos y otros pasivos de acuerdo a su nivel actual de funcionamiento.
Gran esfuerzo se ha venido realizando en la práctica por identificar un número importante de núcleos endógenos en el país. Como toda experiencia nueva ella no resulta totalmente de una conceptualización teórica a priori, impoluta, que defina en la realidad el sueño o simples pretensiones de imponérsela a aquella.
Tampoco se construye la realidad a través de un pragmatismo extremo, la vida sigue demostrando lo difícil que resulta al tratar de sobre imponerle modelos, cómo constatamos permanentemente en la presencia y voluntad de los seres humanos sobre este globo terráqueo con sus miserias y también sus enormes grandezas… Las agrupaciones humanas no se decretan burocráticamente, se construyen en la práctica y así van dejando huellas imperecederas a lo largo del tiempo y vaya que muestras que nos dejan hoy sobre la faz de la tierra.
Los núcleos endógenos no son más que acumulaciones que en nuestro caso pretenden estructurar también el aparato productivo futuro, claro teniendo en primera instancia al ser humano, incluido socialmente no solamente cómo resultado de la implacable lógica del metabolismo del capital, su alter ego, el trabajo el cual también busca entrometerse en el juego escénico, ahora y aquí a través de diferentes modalidades, algunas de las cuales actúan como verdaderos portadores de futuro. De allí la necesidad de la voluntad política como expresión de un cambio que busque y pretenda modificar la lógica acumulativa actual y la del modelo de desarrollo que le resulta en consecuencia.
Un segundo nivel dentro de la escala del sistema productivo lo marcan los denominados ¨polos de desarrollo de núcleos endógenos¨ los cuales simplemente son agregaciones de un número determinado de los anteriores. Entre ellos se genera una dinámica particular que permite consolidar a los núcleos endógenos que lo conforman, así como deben considerarse los efectos que produce su integración sobre el resto del aparato productivo impactado, sobre las condiciones de infraestructura existentes en el área, y los efectos que tiene sobre la integración social como un todo. En el caso venezolano y hasta dónde nos encontramos en el actual momento se han definido unos cincuenta de estos polos de desarrollo endógeno.
Una tercera acotación se corresponde con las ¨Zonas Especiales de Desarrollo¨, las cuales vienen definidas como áreas diferenciadas dentro del ámbito de influencia de los Ejes de Desarrollo, con características físico naturales, geopolíticas, condiciones de habitabilidad y potencialidad que permitan implantar una estrategia territorial de descentralización desconcentrada.
Un cuarto elemento en esta estructura del sistema productivo lo representan los Ejes y Sub Ejes de Desarrollo. Los mismos se entienden como aquellas zonas de articulación orientadas hacia una ocupación nacional, armónica y eficiente del territorio a partir de sus vocaciones, potencialidades y restricciones.
Finalmente al mayor nivel de complejidad lo tenemos con la presencia de lo que llamaríamos Complejos Interindustriales suficientemente conocidos por sus relaciones intersectoriales, su gran nivel de inversión productiva alcanzando algunos miles de millones de dólares, y que tienen un significativo impacto no sólo en el ámbito regional sino también más allá de las fronteras. Para muestras basta recordar a Guayana, Paraguaná, Jóse, Morón, y los próximos desarrollos centrados en el gas en la Península de Guiria.
Ello sin pretender una lista exhaustiva que pudiera extenderse pero no de manera tan prolífica como el surgimiento de los núcleos de desarrollo endógeno de los cuales han ya sido identificados como mencionamos anteriormente cerca de un millar. Pasamos así de unos pocos Complejos Interindustriales, menos de diez a un millar en cuanto a los Núcleos. Total, de diferentes proporciones se trata y porqué no de complejidades y complicaciones a varios niveles.
Toda dinámica productiva puede ser vista y analizada a través de varias dimensiones. La típicamente sectorial fue muy bien estudiada con el uso de las matrices de insumo producto, conocidas como tablas de las interdependencias estructurales, o tablas de Leontief en honor a quien las diseñó y utilizó como instrumento de análisis.
En Venezuela no disponemos de dichos instrumentos actualizados aun cuándo se realizan serios esfuerzos a través de algunas instituciones oficiales y académicas para su puesta al día. Cómo se relacionan los diferentes sectores entre sí, cuáles son los ingresos de cada uno de ellos y las importaciones que realizan son parte de ese tipo de matrices. Así igualmente los productos obtenidos en cuanto a lo que corresponde a los diferentes sectores así como lo destinado al consumo, la inversión, y finalmente las exportaciones, son parte de las variables que se pueden encontrar al disponer de este tipo de instrumentos analíticos.
Dichas tablas contienen una serie de coeficientes técnicos propios de cada estructura productiva en particular, y permiten fijar elementos de política económica tal de lograr ciertos equilibrios entre los sectores y en el conjunto de la economía en general.
Por otro lado, la necesidad de conocer la distribución de las actividades en el espacio, dónde al final deben estar ubicadas y localizadas, nos permite comprender igualmente algo que viene sintiendo el país a lo largo del último siglo y en el primer lustro del actual, al manifestarse fenómenos de concentración que complican aún más la ausencia efectiva de un desarrollo intra e interregional.
Los desbalances, embotellamientos, cuellos de botella, insuficiencias de recursos en algunas regiones a expensas de su relativa abundancia en otras son parte de desequilibrios a romper. Todo ello al final se expresa en la presencia de habitantes que buscan de una manera u otra mejorar sus condiciones de vida aún cuando muchas de las veces los fenómenos de concentración poblacional no hagan más que proveer lo contrario por el aumento de los costos de aglomeración.
La dinámica del aparato productivo venezolano se encuentra lejos de poder tener equilibrios económicos y territoriales que satisfagan a los esfuerzos que se realizan a partir del gobierno nacional, y menos aún que permitan satisfacer los requerimientos y necesidades de quienes habitan este país a lo largo y ancho de sus fronteras. Un cambio estructural que modifique el sistema productivo venezolano sigue siendo una aspiración por realizar, lo cierto es que en el corto plazo no es tan fácil de alcanzar, de allí la imperiosa necesidad de una visión de más largo aliento que nos ubique en un posible desarrollo en ese horizonte estratégico.
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