Ahora que el ministro de Comercio, Jorge Humberto Botero, ha anunciado que se “hará el rompe” en el proceso de negociación del TLC es bueno que se conozca cómo es el estado actual del proceso; si el rompimiento es para alcanzar nuevos logros para Colombia o si, al contrario, es para saldar por la vía rápida el ejercicio reiterado de concesiones, que llegó la hora de la capitulación.
Un modo de hacer ese balance es recurrir al documento titulado “COLOMBIA”, ubicado en la página electrónica del Representante Comercial de Estados Unidos. En dicho documento, de 2004, se dice cómo “el gobierno de Estados Unidos buscará orientar los asuntos descritos en el contexto de las negociaciones”. La confrontación entre esta agenda estadounidense con lo que ya está acordado en el Tratado permite saber hasta dónde ella se ha satisfecho en las distintas mesas.
El documento describe lo que el gobierno gringo buscará en cada caso. En cuanto a arancelas plantea conseguir el ingreso inmediato, sin tarifas aduaneras, para la mayoría de los productos, contemplando un tiempo adicional para los tenidos como “sensibles”. En lo que llama “medidas no tarifarias”, persigue la eliminación de las barreras para sus productos agrícolas, permitiendo salvaguardias por periodos para ciertos géneros. Así mismo, indica la negación que hoy hay para el acceso a Colombia para los productos “remanufacturados” (de segunda) y se lamenta de los distintos impuestos para los licores y que los alimentos para mascotas estén sometidos a medidas preventivas, que se vete la importación de carne de donde se haya presentado la enfermedad de “vacas locas”, descalificando dicha prohibición por “carecer de base científica”, o que las compañías de suplementos nutricionales sufran dificultades para el otorgamiento del registro sanitario. Remover todo esto es una de sus pretensiones.
En Compras Estatales, cree que si se quitan los obstáculos que la ley 816 exige a proveedores foráneos, tales como tener presencia local para estar inscrito en la lista oficial o tener un componente de oferta nacional para aumentar el puntaje a favor del proponente, sus exportaciones al Estado crecerían de 100 millones de dólares anuales a 500 millones. En Propiedad Intelectual, el documento desestima el sistema de patentes y similares en Colombia y coloca como fin principal adecuarlo para reforzar los derechos relacionados con la propiedad de datos para sus productos farmacéuticos y de insumos agrícolas. Asevera que en las áreas rurales nacionales hay más productos falsos que originales. Considera que ampliando la protección de los datos de fabricación solucionará esta alteración y se queja de la piratería en la industria del cine, la cual evalúa como el 75% del mercado, en el negocio de software y en la edición de libros; plantea endurecer las penas y acelerar procesos a los infractores.
En el capítulo de Servicios enfatiza en asegurar el acceso para los proveedores estadounidenses en la modalidad transfronteriza, sin presencia física, en particular en telecomunicaciones, contabilidad/ auditoría, turismo, transporte de carga terrestre y marítimo, arquitectura, ingeniería, servicios médicos y odontológicos, de informática y consultoría, entre otros. En servicios financieros anuncia que, si se eliminan todos los requisitos existentes, el sector les podría generar oportunidades por 500 millones de dólares anuales. Se traza como propósito modificar la Ley 182 de 1995 y la 375 de 1996 que restringen en la programación de televisión a los productos extranjeros en los horarios de mayor sintonía y la inversión extranjera. Se regocija, de antemano, con la creación de la Agencia Nacional de Hidrocarburos y que ECOPETROL sea tan sólo un competidor más. Advierte que buscará para todas sus inversiones un rango de protección como “la guarda de derechos en tribunales internacionales de arbitraje para las disputas con el gobierno” y remarca su interés en el comercio electrónico al cual considera como inmaduro en Colombia y al que pide que no se discrimine.
Quien haya estado al tanto de las negociaciones del TLC podrá percatarse que Estados Unidos ya ha consolidado un altísimo porcentaje de su agenda, que sólo restan molestos detalles en sectores donde la resistencia ha sido mayor. Mas no solamente en la negociación, también en los proyectos legislativos que el gobierno ha presentado en los dos últimos años para satisfacer las metas norteamericanas, aprobados todos por el uribismo. La negociación concluirá cuando todo esté cumplido. Estados Unidos es ya un claro ganador; ¿Quién podría decirme cuántas leyes se han modificado en Estados Unidos para lograr el TLC con Colombia?
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