La mayoría de los países miembros de la Unión Europea piden a Ankara que haga posible la unificación de Chipre y que reconozca los derechos de las minorías étnicas y religiosas. Esos factores frenan las negociaciones en todos los casos y la Comisión Europea declaró a finales de julio que duda que Turquía pueda integrar la Unión antes de 2012. La entrada en servicio del oleoducto Bakú-Tbilissi-Ceyhan (BTC) refuerza en principio la posición de Turquía en el mercado energético europeo, sin embargo la reanudación de las operaciones del ejército turco contra los kurdos cuestiona el futuro de esa arteria y ejerce una influencia nefasta en las negociaciones. La propia Unión Europea tiene algunas preocupaciones y el problema no proviene de las posiciones «antiturcas» de los países miembros como tratan de hacer creer algunos medios de comunicación y políticos turcos. Los factores que frenan la entrada de Turquía son de orden político.
La economía turca depende en una tercera parte del turismo y sus finanzas provienen en un 70% de créditos de los Estados Unidos y Europa. Ello incluye el arriendo de numerosas bases a los Estados Unidos. Europa está poco interesada en asumir el sistema económico-financiero turco. En un contexto de escalada entre estadounidenses e iraníes, esas bases serán indispensables, esa es la razón por la cual el mantener la estabilidad del país es indispensable para los estadounidenses.
Los recientes atentados confirmaron que los conflictos étnico-religiosos perduran y la Unión Europea no está dispuesta a financiar su solución. Parece que Ankara comprende el tipo de interés que los Estados Unidos y Europa tienen por el país y. en respuesta, Turquía aumenta su influencia económica y política en Azerbaiyán, Georgia y Asia Central. Los países de Asia Central también comprenden el papel de Turquía en la estrategia euroasiática de Occidente. La última cumbre de la Organización de Shanghai con sus decisiones también frenó de golpe la presencia turca en la región. La iniciativa de semejante política provino de Uzbekistán, país que concentra un máximo de inversiones turcas.
Además hay otro factor que influye en la política turca de la Unión Europea y de los Estados Unidos, la posición de las monarquías petroleras árabes que se oponen a que llegue el petróleo del Mar Caspio al mercado mundial. Por consiguiente, es razonable considerar una participación de las estructuras saudíes en el aumento de los problemas políticos internos al sudeste de Turquía, a lo largo del trayecto del BTC. Este BTC constituye un medio de presión para los Estados Unidos sobre la política de precios de Arabia Saudita y sus vecinos.
Turquía ha resultado ser el rehén de sus cercanas relaciones con los Estados Unidos, pero también de las divergencias de opiniones entre los Estados Unidos y la Unión Europea, y entre Estados Unidos y sus aliados árabes. Es comprensible que Europa no desee asumir la economía turca y además sus problemas étnico-religiosos.
«Евросоюз отгораживается от Турции?», por Vartan Toganian, Gazeta SNG, 28 de agosto de 2005.
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