Querido presidente Bush,
¿Acaso alguien sabe dónde han ido a parar nuestros helicópteros? ¿Necesita usted ayuda para encontrarlos? Yo sé cómo es eso, una vez perdí mi automóvil en el parqueo de Sears. Entiendo particularmente que al día siguiente del huracán usted no se haya trasladado a Luisiana, sino a San Diego, para participar en una velada con sus colegas del mundo de los negocios. No se preocupe por las críticas que le hagan por eso, ¿qué hubiera podido hacer usted para ayudar? ¿Taponear los diques con los dedos?
En tercer lugar, cuando usted salió de su centro vacacional, debo admitir que tuvo una actitud impresionante cuando pidió a sus pilotos que echaran un vistazo sobre el sitio de la catástrofe. Me imagino que a usted le hubiese gustado sacar un megáfono y dar órdenes a los que estaban abajo a cargo del problema. Hay gente, por supuesto, que tratarán de politizar este asunto y de utilizarlo contra usted. En el peor de los casos, no responda y siga por el camino que va. No es culpa suya que el 30% de la población de Nueva Orleans viva en la pobreza y que miles de ellos no dispongan de un medio de transporte para salir de la ciudad. Todos ellos son negros, nada así hubiese ocurrido en Kennebunkport [1].
Resista, Sr. Bush, muéstrenos sólo que usted puede dar salida a algunos helicópteros. Compórtese simplemente como si Nueva Orleans y la costa del Golfo de México estuviesen al lado de Tikrit.

Fuente
Der Standard (Austria)

«Michael Moore reitet wieder», por Michael Moore, Der Standard, 4 de septiembre de 2005. Este texto ha sido adaptado de una carta abierta al presidente Bush publicada en el sitio del autor.

[1ciudad de Maine donde el ex presidente Bush tiene su residencia secundaria