Contrariamente a lo que anunciaban los sondeos, los resultados de la CDU en las elecciones alemanas fueron decepcionantes. El partido está a la cabeza, pero lejos del número de votos pronosticado desde que Gerhard Schröder anunciara elecciones adelantadas luego de los resultados negativos de su partido en las elecciones regionales y de la pérdida del apoyo popular para sus reformas. El espectacular ascenso de los demócrata-liberales no le ha permitido garantizar una mayoría al bloque de centro-derecha. La situación es compleja y el resultado podría depender muy bien de Dresde, donde la votación fue aplazada hasta el 2 de octubre.
La antigua mayoría es minoritaria en estos momentos en el Bundestag, pero no se sabe todavía qué coalición llegará al poder. El partido de izquierda excluyó la participación en un gobierno, los liberales no quieren aliarse con otro partido que no sea la CDU. La opción más probable es por lo tanto una «gran coalición» que reúna al SPD y a la CDU. Pero Gerhard Schröder se negó a apoyar un gobierno dirigido por la señora Merkel. La alianza de los dos principales partidos parece entonces quedar excluida, al menos en lo que se refiere a ambos líderes. En estas condiciones, luego de perder nuestro papel de locomotora del crecimiento económico europeo, ¿nos enfrentamos al fin de la estabilidad gubernamental que ha constituido siempre la clave del éxito económico y político en Alemania?
La respuesta es sencilla: no. No es primera vez que se produce este juego político en Alemania. Se trata incluso de una situación frecuente a nivel regional. En esta ocasión, el resultado es incierto pero las consecuencias en términos de asuntos nacionales y diplomáticos son más tranquilizadoras que inquietantes. La imperiosa necesidad de compromiso interno podría permitir enfrentar las cuestiones más espinosas. Este compromiso necesario tiene también interés en el apartado de las relaciones transatlánticas. Se espera que la señora Merkel se involucre más en la política germano-estadounidense, pero no debemos esperar cambios demasiado radicales pues la opinión alemana se sigue oponiendo con fuerza a todo compromiso militar. Con relación a las relaciones franco-alemanas, cualquier gobierno debería tratar de acentuar el papel desempeñado por esta alianza.
En resumen, una mirada distanciada ofrece perspectivas más tranquilizadoras para los más importantes socios alemanes de lo que estos ambiguos resultados podrían sugerir en un inicio.
Le Figaro (Francia)
Difusión: 350 000 ejemplares. Propiedad de la Socpresse (creada por Robert Hersant, hoy es propiedad del constructor de aviones Serge Dassault). Es el diario de referencia de la derecha francesa.
«L’ambiguïté n’annonce pas l’instabilité», por Andreas Hotes y Kai Wegrich, Le Figaro, 20 de septiembre de 2005.
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