Del uno al cinco de noviembre la ciudad turística de Mar del Plata vivirá acontecimientos y movilizaciones sin precedentes en su historia. Allí, a cuatrocientos kilómetros de Buenos Aires, se darán cita durante esos días la Cumbre de las Américas, la Cumbre de los Pueblos y la Marcha contra Bush.
Las cifras son escalofriantes: decenas de miles de funcionarios argentinos para garantizar la seguridad, dos mil norteamericanos al servicio de la integridad del presidente de Estados Unidos y decenas de miles de manifestantes que se concentrarán para expresar su apoyo al presidente venezolano Hugo Chávez y su repudio al norteamericano George W. Bush.
Cumbres de las Américas
Las Cumbres de las Américas tiene su antecedente en el encuentro de 19 presidentes del continente en julio de 1956 en Panamá bajo el auspicio de la Organización de Estados Americanos. Posteriormente, en abril de 1967, de nuevo 19 presidentes más un representante de Haití, se reunieron en Punta del Este, Uruguay. El objetivo siempre fue lograr la adhesión de los países latinoamericanos a la política de Estados Unidos y su inclusión en su órbita económica y política y, por tanto, a sus intereses.
Sería 27 años después cuando naciese la denominación de Primera Cumbre de las Américas, ahora en Miami en diciembre de 1994. Allí, los ministros de Comercio de los países americanos, con la exclusión de Cuba, se pusieron de acuerdo en establecer una zona de libre comercio "desde Alaska hasta Ushuaia" que incluiría a 34 países.
Se llamaría ALCA, Area de Libre Comercio de las Américas, el gran sueño de Estados Unidos para que su fuerte economía pudiera adueñarse de los mercados americanos. Tres instituciones fieles a Norteamérica se encargarían de ir pilotando el proyecto: la Organización de Estados Americanos (OEA), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
La segunda Cumbre se celebró en Santiago de Chile, el ansiado proyecto del ALCA seguía avanzando.
En abril del año 2001, en la Tercera Cumbre de las Américas, se aprobaría en Québec (Canadá) la Carta Democrática Interamericana, un instrumento ideal para que la OEA apostara por su formato de democracia representativa vacía de garantías en los derechos sociales y económicos para los latinoamericanos.
La aparición del fenómeno terrorista en Nueva York y Washington y el aumento de la conflictividad social en América Latina por parte de grandes sectores de población empobrecidos e indignados con las políticas neoliberales exigió la convocatoria de una nueva cumbre extraordinaria en Monterrey (México) con el objetivo de frenar la alarmante crisis de liderazgo de Estados Unidos. El objetivo de hacer frente a los movimientos organizados que se enfrentaban indignados a la pobreza galopante de América Latina lo anunciaron bajo el eufemismo de implementar “medidas para fortalecer la gobernabilidad de las democracias” de las regiones centro y sur del continente y “combinar acciones conjuntas en la lucha antiterrorista”.
Se aprobó la declaración de Nuevo León, donde se nombraba el “uso efectivo de recursos internos e internacionales” por parte de los países más ricos y destacaba el “vínculo de interdependencia entre las economías nacionales y el sistema económico mundial” con el objetivo de blindar el neoliberalismo imperante en cada uno de los países del continente.
Por supuesto, el documento final acogía “los avances logrados hasta la fecha para el establecimiento de un Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA)” y apoyaba “el acuerdo de los ministros sobre la estructura y calendario adoptado para la conclusión de las negociaciones para el ALCA en los plazos previstos”. También el intervencionismo se abre paso en el documento: “Reafirmamos nuestra decisión de coordinar acciones inmediatas cuando la democracia corra peligro en cualquiera de nuestros países”. Recordemos que en ese foro los certificados de democracia los extiende Estados Unidos. Incluso afirman su compromiso con los partidos políticos pero, sólo en cuanto “eviten influencias indebidas”.
Ya el gobierno de Venezuela expresó sus reservas basándose en que “este proceso debe considerar las especificidades culturales, sociales y políticas de cada país; la soberanía y la constitucionalidad; el nivel y tamaño de sus economías para garantizar un trato justo”. El motín de la dignidad comenzaba a ponerse en marcha.
Y así se llega a noviembre de este año con Estados Unidos en uno de sus peores momentos de apoyo en América Latina, con gobiernos abanderando la “patria grande” de Simón Bolivar y José de San Martín y eligiendo como país anfitrión para la IV Cumbre de las Américas a Argentina, probablemente el lugar donde el neoliberalismo ha dejado más en evidencia su capacidad de generar pobreza y desigualdad. A todo ello se le añade un presidente norteamericano cuyas políticas están llevando la guerra a todos los rincones del mundo con la pretexto de la lucha contra el terrorismo.
Cumbre de los Pueblos
El pueblo argentino ha reaccionado del único modo que cabía esperar. Decenas de organizaciones sociales, sindicatos e intelectuales han convocado en Mar del Plata la III Cumbre de los Pueblos como respuesta a la IV Cumbre de las Américas. El pasado 2 de agosto, bajo el liderazgo del Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, convocaban en conferencia de prensa a un encuentro internacional que se negaban a llamar “contracumbre”, sino “la voz de los pueblos”, la “Cumbre de los Pueblos”. Destacaron su independencia de cualquier gobierno, propusieron su propia agenda de discusión y negaron cualquier posibilidad de violencia en sus acciones y movilizaciones.
Se llevará a cabo del 1 al 3 de noviembre en la ciudad turística argentina de Mar del Plata, y su objetivo es “profundizar el debate y la discusión acerca de la construcción de alternativas y el fortalecimiento de las resistencias frente al ALCA- Área de libre comercio de las Américas y los demás tratados de libre comercio, el pago de la deuda externa, la militarización y la pobreza y movilizar a todo el continente contra la presencia de Bush y sus políticas a nivel mundial”.
La Cumbre de los Pueblos de América es convocada por la Alianza Social Continental (ASC), una coalición de organizaciones sindicales, religiosas, campesinas, de derechos humanos, de mujeres, y otros movimientos sociales, con presencia en todos los países del hemisferio, incluyendo a EE.UU, Canadá y Cuba. Desde 1997 ha protagonizada la lucha por impedir la ratificación del proyecto anexionista del ALCA- Área de Libre Comercio de las Américas y la imposición de los Tratados de Libre Comercio (TLC).
El formato de la III Cumbre de los Pueblos será del tipo Foro Social Mundial, con actividades centrales organizadas por la Alianza Social Continental y por la Autoconvocatoria Argentina No al ALCA, y actividades autogestionadas (talleres, movilizaciones, actividades culturales). Se han inscrito más de 500 organizaciones y movimientos nacionales e internacionales que realizarán alrededor de 150 actividades.
Los organizadores insisten en que “la III Cumbre de los Pueblos de América, es totalmente independiente del gobierno. No es la contra cumbre es la cara opuesta a la IVª Cumbre de Presidentes de las Américas, en donde se puedan generar procesos de resistencias al proyecto de dominación que los poderes hegemónicos quieren imponer. Es la Cumbre en donde las propuestas de otra integración y el reclamo de los pueblos sí serán atendidos”.
Las actividades tendrán lugar en las instalaciones del Polideportivo, el Estadio Mundialista de Mar del Plata Av. Independencia y Juan B. Justo, y en el Complejo Universitario, Funes y Peña. La página web con su programa de actividades es www.cumbredelospueblos.org
Ya anteriormente se celebró la II Cumbre de los Pueblos en Québec, en abril de 2001, allí se aprobó un documento final en el que denunciaron que tras siete años desde la Cumbre de Miami de 1994 en que los jefes de Estado y de gobierno acordaron fortalecer la democracia y los derechos humanos, apoyar la educación, y reducir la pobreza en las Américas, nada se había hecho. “La única agenda que ha prosperado, amparado por el déficit democrático, ha sido la negociación del Área de Libre Comercio de las Américas”, afirmaron.
Para los reunidos “el proyecto del ALCA es un estatuto de derechos y libertades para los inversionistas, consagrando la supremacía del capital sobre el trabajo, transformando la vida y el mundo en mercancías, negando a los derechos humanos, saboteando la democracia y socavando la soberanía de los Estados”.
Recordaron algunas cifras que asolan el panorama latinoamericano:
– una población de 800 millones de personas, de las cuales cerca de 500 millones viven en América Latina y la mitad de éstas en la pobreza.
– una deuda inaceptable de 792 mil millones de dólares americanos con los países del Norte, de los cuales 123 mil millones de dólares se destinaron al pago de la deuda sólo en el año 1999.
– una concentración de capital, de tecnología y de patentes en el Norte.
– Estados Unidos y Canadá concentran el ochenta por ciento del peso económico.
– un mercado laboral donde una proporción alta de los empleos pertenecen al sector informal, un sector sin voz ni derechos y donde los derechos laborales son constantemente transgredidos.
Las organizaciones allí reunidas preocupadas por el futuro de sus pueblos denunciaban que “los acuerdos de libre comercio agravan las desigualdades entre ricos y pobres, entre hombres y mujeres; entre los países del Norte y los países del Sur; y destruyen los vínculos ecológicos entre el hombre y el medio ambiente. El 20 por ciento de la población mundial consume el 80 por ciento de los recursos naturales del planeta. Estos acuerdos orientan la economía hacia la exportación en detrimento de las necesidades de las comunidades locales. Estamos presenciando la consolidación del poder económico y legal de las empresas en perjuicio de la soberanía de los pueblos”.
Recordaban que “los acuerdos de libre comercio favorecen la mercantilización de los bienes comunes de la humanidad y del planeta. La lógica neoliberal reduce al ciudadano a un simple consumidor. Esta lógica favorece la rentabilidad a corto plazo sin considerar los costos ambientales y sociales”.
También, estos “acuerdos de libre comercio amenazan la agricultura local basada mayormente en el trabajo de las mujeres, bajo la presión de las grandes industrias agroalimentarias y de las políticas de dumping, poniendo en peligro la seguridad alimentaria”, además de propiciar “la privatización sistemática de los servicios públicos tales como la salud, la educación, y los programas sociales mediante programas de ajuste estructural en los países del Sur y recortes presupuestarios en los países del Norte” y fomentar “la marginalización de los pueblos indígenas y la apropiación de sus conocimientos con fines comerciales”.
Terminaron haciendo un “llamamiento a los pueblos de las Américas a intensificar su movilización y en contra del proyecto del ALCA y a desarrollar otros modos de integración basados en la democracia, la justicia social y la defensa del medio ambiente”. Un llamamiento que ha llegado ahora a Mar del Plata para los días 1, 2 y 3 de noviembre.
Marcha contra Bush
Pero no será la Cumbre de los Pueblos la única cita que tienen los argentinos y los hombres y mujeres del mundo que quieran rechazar las políticas neoliberales de Estados Unidos. La presencia del presidente norteamericano George W. Bush con su militarización de la región, su despliegue de seguridad y su política de apropiación de los recursos naturales del mundo, por la vía de la guerra si es necesario, ha provocado una indignación generalizada en Argentina que culminará con una Marcha contra Bush el día 4 de noviembre en Mar del Plata, fecha de su llegada a la Cumbre de las Américas.
Convocados por la indignación de la masiva presencia de bases militares norteamericanas en la región, el inhumano bloqueo a Cuba, los intentos de desestabilización en Venezuela, el apoyo a la intervención militar a través del Plan Colombia o los intentos de apropiación de la mayor reserva de agua del planeta en el acuífero guaraní de la Triple Frontera, decenas de miles de personas se han dado cita el día 3 en Mar del Plata para expresar su repudio a Bush. Todo ello en un ambiente pacífico con un gran acto final en el Estadio Mundialista donde ya se ha confirmado la presencia del presidente venezolano Hugo Chávez y el cantautor cubano Silvio Rodríguez, junto con otros grupos musicales latinoamericanos.
Cientos de autobuses organizados por partidos, sindicatos y todo tipo de organizaciones sociales partirán desde Buenos Aires y las principales ciudades del país en lo que será una de las mayores concentraciones de los últimos años en Argentina.
Mar del Plata, Argentina, será el lugar del mundo en que se confronten los pueblos que reivindican la paz, la soberanía y la justicia social con el presidente norteamericano que más guerra, imperialismo e injusticia está llevando al mundo.
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