La caña de azúcar –y por supuesto el azúcar- cultivo en el que el Perú era uno de los líderes indiscutibles hasta 1966 y en el que aún hoy –a pesar del mal manejo- muestra la más alta productividad del mundo (sobre 120 TM/ha), se ha debatido desde los 90’s, entre el “cooperativismo mafioso” (en realidad el post-cooperativismo manipulado por intermediarios) y la “privatización cavernaria”. Fue gracias a la debacle que se generó en este sector en la década de los 60’s, que magníficos profesionales peruanos salieron a Brasil y Colombia fueron los pilares en esos países de sendos desarrollos del sector azucarero, donde Brasil es hoy líder indiscutible, a pesar que la productividad en ese país –con buen manejo- no alcanza ni siquiera a 80 TM/ha.
Hoy ya hay nuevas experiencias en el Perú, que muestran productividades espectacularmente más elevadas, incluso en desarrollos de la caña en arenales (Chavimochic), en las que se han logrado largamente, más de 200 TM/ha. Perú –gracias a sus ventajas comparativas naturales- es el país con mayor potencial competitivo del mundo en caña de azúcar.
¿Debemos seguir protegiendo este sector? La respuesta simple es: ¡no! La protección patrimonial a las ex cooperativas azucareras debe terminar, pues sólo se está protegiendo a las mafias que las controlan y que manejan la comercialización y el contrabando; beneficiando de paso en exceso, a las azucareras que han ido mejorando su eficiencia operativa, que están hay haciendo elevadísimas rentabilidades, gracias a esta indebida protección. Las ex cooperativas azucareras ineficientes o se vuelven eficientes y se alejan del intermediario mafioso, o se modernizan y migran a la producción de etanol, producto que debería estar en la mesa del TLC, pero a nadie se le ocurre, porque los “expertos peruanos de hoy” creen que no es rentable a partir de la caña de azúcar; que barbaridad, los brasileños –líderes en el mundo de la producción de etanol a partir de caña, deben entonces estar totalmente insanos; lo producen a un costo de $0.20/Lt, (versus $0.35 en EEUU, igual en China, más de $0.50 en la UE); y en la Costa peruana se podría producir en promedio a $0.15/Lt. (o menos) con mercados de exportación asegurados. El impacto en la balanza comercial podría incrementarse entre entre $800 a $1,600 millones en cinco años; y entre $2,300 a $5,000 millones en 10 años dependiendo de la inversión, porque no hay lugar en el mundo que se pueda producir etanol más económico y eficiente que en la Costa Norte del Perú.
Es sencillo: con dos o tres empresas azucareras eficientes para regular el mercado y el precio del azúcar basta, pues lo que se debe hacer en el Perú es importar el azúcar y dedicar toda la caña posible con un manejo eficiente y por supuesto coherente (es decir coordinado y no con el “cada uno para su santo” como se usa en el Perú) a la producción de etanol, para los mercados local y de exportación. En 50 años ya no habrá petróleo y ya se pasó el “punto de inflexión” (p.e., en EEUU hoy se importa mucho más de lo que se produce); por tanto hay que aprovechar esta enorme ventaja que tiene el Perú y hacer todo el etanol que sea posible (producto agroindustrial que no debe ser tratado desde el punto de vista tributario como los derivados del petróleo). ¿Cuántas hectáreas se pueden desarrollar?; dentro de un escenario normal, no menos de 1 millón de hectáreas; y dentro de un escenario más agresivo, se podrían llegar hasta 2 millones de hectáreas en unos 15 a 20 años. Los expertos dirán y ¿de dónde sacamos esas áreas?; de los arenales de la Costa norte. ¿Con qué agua?; con la que se pierde en el océano en la avenida de los ríos, haciendo simples obras de contención en segundas y terceras terrazas, con movimientos de tierra –lo que no implica grandes inversiones- y con riego tecnificado (reiteramos los extraordinarios resultados en los arenales de Chavimohic que está obteniendo Laredo). ¿Con que dinero?, esa es la parte más simple; es cuestión de articular un sistema de inversión extranjera asociativa (no como el actual sistema subastador) que se facilita con las empresas productivas capitalizadas –EPC’s- por la aplicación de la Ley 28298.
Concluyamos esta serie de artículos sobre los “Productos Sensibles del Agro y el TLC”, contestando las reiteradas preguntas que hemos planteado a través de los mismos, ensayando un escenario positivo para el Perú y en particular para los agricultores peruanos, que redundará en beneficio de todos los peruanos, excepto de aquellos que no quieren que esto se haga.
Imaginemos unas 250,000 hectáreas de trigo, otro tanto de maíz amarillo duro y 180,000 hectáreas de algodón. Las de trigo y maíz rotando con una leguminosa (fríjol), que podría ser p.e. la soya (ciclo agronómico de 110 a 120 días; con un muy importante hectareaje potencial) incrementando significativamente la rentabilidad anual para los agricultores conformados en EPC’s. Ya no habría que importar ni trigo, ni maíz AD, ni algodón; y, a la vez de atender las necesidades industriales directas con esos productos, se podría desarrollar –además- una muy importante industria aceitera de maíz, de soya y de pepitas de algodón. Claro esto podría contrariar a los industriales del aceite de palma (el aceite saturado más pro-cancerígeno que se produce y se vende a los peruanos) y entonces vienen las explicaciones y las reacciones para que esto no se haga, se proceda a la firma del “TLC sí o sí” y el Perú siga estancado, entregando los mercados más estables que la Agricultura puede tener (los mercados internos del trigo, del maíz AD, del algodón y de paso el de la soya u otros frijoles) a los países que nos venden hoy esos productos, entre ellos y principalmente, los EEUU.
¿Quieren profundizar más el análisis cualitativo y cuantitativo?; si los expertos negociadores del TLC y los líderes de opinión así lo deseasen, estamos a disposición. Pero completemos el cuadro con una comparación que nos parece fundamental tomando como correctos los estándares del MINAG presentados por el Ministro Ferrero al Congreso en marzo 2005. En efecto, si tomamos el hectareaje total sembrado o plantado de los productos estrellas del TLC: espárrago, palta, mandarina, mango y limón, -lamentablemente las estadísticas del MINAG no reportan los otros productos- llegamos a un total estimado al 2003, de 67,000 hectáreas, con una ocupación de 19.0 millones de jornales. Si aceptamos que en 5 años más esta producción de va a triplicar –esperamos y ojalá se multiplique aún más- con o sin TLC, el total de jornales sería: 57.0 millones; redondeemos a 80 millones con todos los demás productos estrellas. Ahora bien, tomemos la ocupación de jornales asumiendo que en cinco años se llegarían a los hectareajes necesarios de trigo, maíz AD, Algodón y sus productos de rotación para ponerlos en comparación anual, se alcanzaría un total aprox. de 84 millones de jornales; ello sin contar la caña de azúcar y el arroz, con lo que esta cifra se va un valor bastante mayor; sin embargo, lo mencionado es suficiente para demostrar que los negociadores del “TLC sí o sí”, no tienen argumentos ni sustento alguno para regalar el mercado peruano a los importadores, liberalizando la importación del trigo, el maíz AD y el algodón.
Una mención aparte –y un artículo especial- merecen los lácteos (entre ellos singularmente la leche en polvo), sobre los que se puede afirmar sin ningún temor, el Perú puede auto-abastecerse sin problemas. Esto reforzará aún más la demostración.
Dejamos a los expertos del TLC que reporten cuánto va a mejorar la balanza comercial del Perú en cinco años por efecto de la mayor exportación de los productos estrellas que sin recato aplaudimos; aquí sólo mencionaremos que por efecto del auto-abastecimiento por producción nacional de trigo, maíz AD y algodón (sólo Piura y Lambayeque), la balanza comercial mejoraría en 5 años en unos $600 millones; si consideramos además el etanol, el incremento se iría a una cifra entre $1,400 millones y $2,200 millones; y el PBI se incrementaría entre $2,000 a $3,000 millones con una capitalización de activos que puede llegar al doble, dependiendo de cuan intensa sea la inversión en el bio-carburante de la caña de azúcar. Ello sin considerar el impacto del arroz, ni el de los lácteos. Habrá quienes digan que esto es un sueño; yo sólo les contestaría que son “diminutos mentales”, porque estas proporciones son normales y no asustan a nadie en realidades tan cercanas como Colombia, Brasil, Argentina, Chile y hasta en Bolivia.
Del Diario Gestión 04/11/2005.- Conveagro: Productores de algodón, maíz y trigo no aprueban plan de compensaciones por TLC (Luis Zúñiga, presidente de Conveagro):
Respondió al ministro de Agricultura, Miguel Manrique, quien desautorizó a Conveagro para opinar sobre las compensaciones a los agricultores, señalando que los gremios de productores de algodón, maíz y trigo sí participan en Conveagro.
Además dijo que en ningún momento estos gremios han expresado su conformidad con las compensaciones económicas ofrecidas por el Gobierno frente al TLC. "El ministro de Agricultura quiere sorprender a la opinión pública y a los productores. El ministro tiene que defender la posición del gobierno para mantenerse en el cargo, eso es normal y nosotros lo entendemos".
También descartó que como presidente de Conveagro tenga algún interés personal en oponerse al TLC.
Señaló que el Ejecutivo habla de un monto de US$160 millones para compensar a los productores, pero en un plazo de cinco años, es decir, son poco más de US$ 30 millones al año, que es una cifra "ridícula". (*)
"El ministro Manrique representa al gobierno que está entregando nuestro mercado en forma gratuita a los productores norteamericanos. Entonces no nos molestamos en pedir el cambio del titular porque será lo mismo, sólo esperamos que termine este gobierno".
(*) De acuerdo al análisis presentado en esta serie de artículos, la “utilidad neta” potencial que se generaría anualmente solamente entre maíz AD y trigo por la extensión prospectada, alcanzaría a US$255 millones (a lo que habría de agregarse el algodón que hemos excluido para no distorsionar el cálculo), versus la propina (que el Estado termina no pagando) de US$30 millones. ¿Han pasado por la escuela primaria los que toman estas decisiones?
Finalmente, el gobierno tiene la palabra y esperamos que la decisión sea técnica y no “política”, porque bajo este término –política- cualquier barbaridad puede pretenderse explicar, cuando no hay razones para sustentar las decisiones, otras que las presiones de las fuerzas económicas que influyen en los gobernantes. TLC con EEUU sí y con China también, pero bien negociados con equilibrio y garantía de bienestar para todos los peruanos.
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