El anuncio hecho el lunes por Ariel Sharon sobre la formación de un nuevo partido centrista es un acto de valentía. Según todos los observadores, Sharon habría podido conducir el Likud a una nueva victoria electoral, pero abandonó este partido para poder aplicar una política que permita a Israel disfrutar de mejores condiciones en materia de seguridad.
El Primer Ministro expresó su deseo de cambiar el sistema político israelí, pero ¿es la creación de un partido el mejor modo de hacerlo? Actualmente, el proyecto de reforma es tan incierto como el futuro político de Ariel Sharon. El sistema político israelí está socavado por las coaliciones parlamentarias. Es habitual que haya ministros que declaren cosas contrarias a las dichas por el Primer Ministro. Además, los primeros ministros se ven obligados a negociar en el seno de sus propios partidos divididos en corrientes. Al crear un partido que le es fiel, Sharon espera contar con una base más sólida. Pero en ese terreno no hay nada seguro.
Sharon debería tener como máximo una treintena de escaños, cifra adecuada para un nuevo partido. Deberá, por lo tanto, negociar para formar una nueva coalición y es probable que su partido sufra también tensiones internas. La reforma de la vida política israelí no se hará en un día. Por el contrario, aunque muchos israelíes son centristas, ningún partido había surgido en ese espacio del espectro político. Sharon, por tanto, se sitúa en una posición estratégica. Los laboristas y el Likud competirán con el nuevo partido para obtener los votos del centro y ello fortalecerá el consenso nacional sobre el rechazo de Oslo.
«Moving politics to the center», por Shmuel Sandler, Jerusalem Post, 23 de noviembre de 2005.
Manténgase en contacto
Síganos en las redes sociales
Subscribe to weekly newsletter