La política israelí es única en el mundo, pues es el único país donde las nociones de «izquierda» y «derecha» han sido tergiversadas por la ocupación militar y los criterios políticos. Hoy día, un israelí no se califica de izquierda o de derecha según lo que opine sobre cuestiones tales como el sistema fiscal o la jubilación, sino sobre temas como la creación de un Estado palestino o el acuerdo de paz. Por consiguiente, tenemos una extraña situación en la cual las clases inferiores y la masa de los trabajadores humildes apoyan a la derecha depredadora mientras que las clases acomodadas apoyan a la izquierda. Esto no sólo asegura el fracaso electoral de la izquierda, sino que ha contribuido además a que el concepto de paz sea una noción elitista, asociada a los patrones de las fábricas y no a los trabajadores de éstas.
Durante estos últimos años, el Partido Laborista de Israel adoptó políticas socioeconómicas de ultraderecha que no difieren mucho de las de Benjamin Netanyahu y del Likud. El 30% de los empleados activos gana menos de 2 000 shekels mensuales (400 euros), lo que crea una clase de trabajadores sumidos en la miseria que no ganan lo suficiente para mantener a una persona y mucho menos a una familia entera. Es un proceso destructor de la sociedad que genera frustración, cólera y también violencia y criminalidad.
Creo que la ocupación constituye, ante todo, un acto inmoral. No se trata de una cuestión de fronteras ni de territorios, sino de moral. Quiero poner fin a la ocupación no a causa de la presión internacional o palestina, sino porque considero que ello es de importancia vital para los intereses de la nación israelí.
Aunque ello no se perciba de inmediato, la ocupación tiene la característica de ejercer un impacto tanto sobre el ocupado como sobre el ocupante. Nuestros muchachos son enviados a la guerra con una misión imposible –reinar, como dueños, sobre otro pueblo. Muchos de ellos regresan heridos, con el alma lastimada y esas lesiones afectan a la sociedad israelí en su conjunto. En mi criterio, la ocupación es una de las razones principales de la violencia de nuestra sociedad, de su decadencia moral, de su corrupción. Cuando un país aplasta a un pueblo durante 38 años, las normas morales de esa sociedad se corrompen.
«The concept of peace has become an elitist product», por Amir Peretz, LabourStart, 12 de junio de 2005. Texto adaptado a partir de una entrevista.
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