Los partidos que dominaron la política venezolana durante medio siglo antes de que el presidente Hugo Chávez llegase al poder en 1999, el socialdemócrata Acción Democrática (AD) y el socialcristiano Copei, junto a otras formaciones, decidieron retirarse cuando faltaban apenas cuatro días para los comicios, alegando falta de garantías electorales.

Les siguieron grupos con fuerza en algunas regiones, como Proyecto Venezuela, de la zona industrial de Carabobo (100 kilómetros al oeste de Caracas) y Primero Justicia, implantado en los sectores de clase media de la capital.

En cambio, decidieron participar agrupaciones opositoras de centroizquierda, como el Movimiento al Socialismo (MAS), Causa Radical, Un Solo Pueblo, Izquierda Democrática y el partido regional Un Nuevo Tiempo, que gobierna el petrolero estado de Zulia, el de mayor población, en el oeste del país.

La oposición zuliana efectuó una marcha multitudinaria en apoyo de sus candidatos la noche del miércoles en Maracaibo, la capital regional.

"Hay un descarado ventajismo del gobierno, un poder electoral parcializado, un registro electoral envenenado y un sistema de votación con máquinas que no es confiable", expuso el secretario general de AD, Henry Ramos.

Una auditoría reciente en presencia de observadores de la Organización de los Estados Americanos (OEA) "demostró la vulnerabilidad del voto y se desató una profunda desconfianza en el árbitro electoral", señaló su par de Copei, César Pérez.

Chávez replicó alegando que esos partidos "se prestaron al juego del imperialismo, pues se ha puesto en marcha otro plan desestabilizador del gobierno de Estados Unidos. Sus candidatos, que llamaron a votar desde hace meses, ¿qué le dirán ahora a la gente? La verdad es que no tienen votos porque no tienen pueblo".

El vicepresidente José Vicente Rangel estimó que "detrás de todo esto está la mano de la embajada americana (estadounidense), según nuestros informes de inteligencia".

Para el canciller Alí Rodríguez el retiro "busca inútilmente deslegitimar al árbitro electoral y a la democracia venezolana, para servir la mesa a cualquiera de las formas de intervención que siempre ha habido por parte de las grandes potencias".

En Washington, el portavoz del Departamento de Estado, Sean McCormack, negó que Estados Unidos estuviera detrás del retiro de candidatos opositores, aunque su país comprendía esa decisión "debido a su falta de confianza en la transparencia del sistema electoral".

Ausentes los partidos tradicionales, "los grandes ganadores serán los opositores que tomaron la decisión inteligente y van a participar", dijo Rodríguez.

La oposición "concurre al peor de sus escenarios posibles, porque su mejor opción era participar toda y unida, y la segunda era abstenerse unida, pero ahora va dividida. Lo que ocurrirá es que no tendrán diputados y no deslegitimarán al gobierno", dijo a IPS Luis León, director de Datanálisis, una de las principales encuestadoras del país.

En los comicios se escogerán 167 diputados a la unicameral Asamblea Nacional, que actualmente cuenta 165 escaños y en la cual hay 86 oficialistas frente a 79 opositores.

Pero, cuando el parlamento fue elegido en 2000, el oficialismo ganó 110 escaños, sólo que algunos grupos e individualidades desertaron de sus filas y fueron a las opositoras en el marco de la aguda confrontación política cuyo cenit fue un efímero golpe de Estado en abril de 2002.

Los pronósticos de las encuestadoras y analistas políticos afirman que el oficialismo ganará más de dos tercios de las bancas en disputa y, hasta el retiro de algunos partidos esta semana, la mayoría de los estimados calculaba apenas 30 escaños para la oposición.

Para aumentar el galimatías, algunos candidatos de partidos tradicionales mantendrán sus postulaciones, en tanto sí se retirarán algunos otros postulados por fuerzas que en cambio han decidido participar, todo en el marco del sistema electoral mixto con candidaturas nominales y por listas.

Oscar Schémel, de la encuestadora Hinterlaces, dijo a IPS que según estudios previos podría abstenerse el 71 por ciento de los 14,5 millones de electores inscritos, "pero ese porcentaje puede aumentar, porque muchas personas desconfían o tienen dudas sobre el sistema de votación y el Consejo Nacional Electoral".

El poder electoral ha sido blanco de las críticas opositoras desde el proceso de referendo que el 15 de agosto de 2004 ratificó a Chávez en la presidencia, con 5,9 millones de votos frente a cuatro millones de quienes querían revocar su mandato.

La semana pasada, durante una auditoría de las máquinas "captahuellas", que permiten identificar al elector por su huella dactilar para permitirle acceder al recinto de voto, técnicos de oposición pudieron demostrar que una combinación de programas de computación podría eventualmente informar cómo sufragó cada votante.

Ello porque la votación misma se efectúa con máquinas, programadas para desordenar la secuencia en que reciben sus votos, pero en teoría es posible que alguien, con acceso a los programas de esas máquinas y las captahuellas, pueda cotejar el orden de identificación con el de votación y vulnerar el secreto del voto.

Una misión de observadores de la OEA pidió entonces al poder electoral que atendiese la petición opositora de retirar las captahuellas, a lo que accedió el Consejo, pero a pesar de eso los partidos AD, Copei y otros decidieron retirarse.

"Se trató de una reacción ante lo percibido como punta de un iceberg de defectos y quizá trampas adicionales en todo el sistema electoral", observó a IPS José Vicente Carrasquero, profesor del posgrado en ciencias políticas de la Universidad Simón Bolívar.

Para Carrasquero "la discusión sobre secreto del voto y limpieza del escrutinio no es señal de una democracia vigorosa sino de un sistema democrático enfermo, que lleva además hacia un parlamento monocolor en el que será ajeno el debate".

"Será como el sistema de partido único que casi vivió México durante décadas, pero con la diferencia de que el (mexicano) Partido Revolucionario Institucional movilizaba a los electores, y en cambio aquí puede presentarse una alta abstención con pobre capacidad de movilización", estimó Carrasquero.

La OEA, entretanto, dijo en una declaración que los partidos políticos opositores se habían comprometido a participar en los comicios tras el retiro de las máquinas captahuellas y que en una reunión con el árbitro electoral "consideraron que el secreto del voto en este proceso no va a ser vulnerado".

El secretario general de la OEA, el chileno José Miguel Insulza, advirtió que la entidad hemisférica no abogará porque los partidos participen o se abstengan.

La oposición "podrá ser exitosa si es alta la abstención, pero no lograrán movilizar a la gente ni deslegitimar al gobierno, y la observación internacional se va a quedar con la impresión de que fue una decisión malcriada", insistió León.

Ramos, el jefe de AD, sostuvo que "en Venezuela no hay solución de corto plazo. Estas son luchas muy sostenidas, y no estar en el parlamento no significa que no prosigamos en el camino democrático, discutiendo los temas en la calle".

Leopoldo Puchi, secretario general del MAS, dijo en cambio a IPS que su organización participaría porque "renunciar al voto abre un camino peligroso en relación a lo que el país tenga como alternativa. No tenemos por qué dejarle la institución del voto a los seguidores de Chávez".

El ex candidato presidencial socialista y editor del diario Tal Cual, Teodoro Petkoff, criticó al oficialismo por "mantener un juego cerrado, sin buscar soluciones políticas a una crisis política", pero estimó que la oposición "tiene una conducta errática y convierte en derrota lo que era una victoria".

IPS