La compañía Pdvsa retomó el control de toda la producción de crudo en Venezuela este mes, con la migración obligada de los inversores privados desde los contratos de servicios a empresas mixtas, en las que el gigante estatal es socio mayoritario.
"El Estado venezolano recupera el control efectivo de la producción y nos ahorraremos pagos por 4.000 millones de dólares anuales", dijo el ministro de Energía y presidente de Pdvsa (Petróleos de Venezuela Sociedad Anónima), Rafael Ramírez.
Firmas trasnacionales y operadoras locales extraían cada día 500.000 barriles (de 159 litros) de crudo, un sexto de la producción del país, en 32 contratos de servicios sobre igual número de campos, y luego vendían a Pdvsa el petróleo conseguido.
Entre las operadoras estaban gigantes del mercado como la angloholandesa Shell, las estadounidenses ExxonMobil y Chevron (antes ChevronTexaco) y la francesa Total, y otras como la española Repsol YPF, la china CNPC, la japonesa Teikoku y las argentinas CGC y Tecpetrol.
Los contratos "eran verdaderas concesiones, una privatización, pero además, mientras producir un barril propio le cuesta a Pdvsa cuatro dólares, en los contratos de servicio durante 2005 el costo de producción fue de 20 dólares por barril", argumentó Ramírez.
Venezuela nacionalizó la industria petrolera en 1976 y creó un monopolio estatal para operarla, Pdvsa, pero en la década pasada, con precios internacionales deprimidos, en ocasiones bajo los 10 dólares por barril, buscó fórmulas para el regreso de capitales privados.
Una de ellas fue entregar campos "marginales", exhaustos o de recuperación costosa, a petroleras privadas mediante contratos de servicio, comprometiéndose Pdvsa a comprar toda la producción generada tras reconocer la totalidad de los costos de la extracción.
No todos los campos eran pequeños, difíciles o marginales, pues el Boscán, en el extremo noroeste del país, producía 80.000 barriles diarios cuando le fue adjudicado a ChevronTexaco.
Pdvsa además pagaba al fisco la regalía, de 16, 3 por ciento, por el uso del recurso.
"Ello constituyó una grosera transferencia de rentas al capital", comentó a IPS Víctor Poleo, docente del posgrado en economía petrolera de la Universidad Central, pues durante años "resultaron costos superiores a los que, en defecto, se hubiesen generado si los hubiese operado Pdvsa", agregó.
Poleo se ubica en la acera crítica porque, utilizando un símil, dice que los contratos de servicio se asemejan a tener una trabajadora prestando servicios en una vivienda, "y compete al dueño de la casa cuidar que los costos incurridos por la doméstica sean justos y razonables, por lo que debe ser responsable de su patrimonio e intereses".
En cambio, las nuevas empresas mixtas, en las que Pdvsa tendrá 60, 70 u 80 por ciento de acciones, según los casos, son comparables "al estatus de concubinato o co-propiedad de los recursos", de los cuales el socio operador deviene en propietario de hecho de un porcentaje de los recursos y de la producción.
Los términos precisos con los cuales funcionarán las nuevas empresas mixtas todavía están en fase de negociación en cada una de las 32 asociaciones. "Sabemos dónde estamos pero no hacia dónde vamos", comentó el presidente de Total en Venezuela, George Buresi.
El ejecutivo insistió en que las compañías mixtas "siempre deben ser de una gobernabilidad eficiente". Pdvsa ha destacado grupos de gerentes suyos como comités de transición para organizar las migraciones.
La única empresa que rehusó migrar fue la estadounidense ExxonMobil, por razones que no precisó, pero obviamente no quiso crearse dificultades por un contrato pequeño: operaba junto con la española Repsol YPF el campo Quaimare-La Ceiba, en el occidente del país, que produce 16.000 barriles diarios, con apenas 25 por ciento en ese emprendimiento.
La solución que encontró Exxon fue vender su parte a Repsol, que sí se asocia con Pdvsa, y así mantiene buenas relaciones con el Estado venezolano para una explotación en Cerro Negro, en la sudoriental Faja del Orinoco, donde se extraen 120.000 barriles de crudo extrapesado para convertirlos en 108.000 barriles de crudos mejorados.
El 42 por ciento de ese petróleo alimenta la refinería de Chalmette, en Texas, Estados Unidos, en otro negocio de Exxon y Pdvsa.
En la Faja del Orinoco, considerada el mayor depósito de petróleo pesado del mundo, con unos 230.000 millones de barriles, Pdvsa tiene asociaciones con trasnacionales para producir y mejorar crudo pesado, y ha ofrecido a compañías estatales sudamericanas campos para explotaciones conjuntas a futuro.
Antes que Exxon, las compañías que decidieron migrar lo hicieron lentamente, como a regañadientes, "porque Venezuela sigue siendo un campo atractivo en comparación con zonas de mayor riesgo o costo en el Medio Oriente, el Ártico ruso, zonas del Cáucaso o el declinante Mar del Norte", dijo a IPS el catedrático Francisco Mieres.
Además de operar en el país con las mayores reservas de América, tampoco es deleznable la asociación con Pdvsa, una de las cuatro primeras empresas petroleras del mundo (la tercera según Ramírez) en la lista del grupo editorial estadounidense Petroleum Intelligence Weekly.
Pdvsa obtuvo en 2005 ingresos brutos globales de 83.000 millones de dólares (28 por ciento más que en 2004), de los cuales 45.000 millones fueron nacionales (exportaciones y ventas domésticas) y el resto resultado de sus operaciones con redes de refinerías y distribución en Estados Unidos y Europa.
Venezuela produce entre 3,2 y 3,3 millones de barriles diarios de crudo, según cifras oficiales, aunque menos de 2,7 millones de unidades según la Agencia Internacional de Energía, de naciones consumidoras industrializadas.
"Queremos socios. Shell, Exxon, BP (British Petroleum), Total, Chevron, Teikoku... están aquí. Que vengan también empresas de Rusia, de India, de Irán, de China y de América Latina. Vamos a introducir la competencia para tener un balance", dijo Ramírez, pero "el Estado venezolano recupera el control" de la producción.
IPS
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