Las noticias provenientes de Egipto esta semana eran las habituales: el miércoles 6 de diciembre, último día de las elecciones parlamentarias, la policía atacó a los electores y les impidió asistir a las urnas utilizando gases lacrimógenos. Ocho personas murieron en esos enfrentamientos.
Las elecciones en Egipto habían suscitado la esperanza de que llegara un verdadero gobierno democrático tras cinco decenios de autocracia, pero Hosni Mubarak transformó el proceso en parodia. El fraude fue masivo desde que se vio que los Hermanos Musulmanes tendrían una cómoda ventaja electoral. La primera persona que denunció los fraudes fue una valiente jueza, Noha Al-Zainy, quien constató la victoria de un Hermano Musulmán en la circunscripción que debía controlar con 18 000 votos más de ventaja. Finalmente, la Comisión Electoral concedió la victoria al partido de Mubarak. Más de 150 jueces presentaron quejas similares. Egipto rechazó todo control internacional de las elecciones e impidió a los Hermanos Musulmanes ir a votar. Además, las listas de electores estaban amañadas.
El resurgimiento de los Hermanos Musulmanes fue lo que llevó a Mubarak a renovar los fraudes y las intimidaciones. La difícil situación económica de Egipto y la opulencia del clan Mubarak favorecen a los Hermanos Musulmanes quienes difunden sus mensajes en las mezquitas cuando la oposición liberal no puede expresarse en ninguna parte.
Durante mucho tiempo, los Estados Unidos apoyaron a Mubarak, ahora hay que apoyar al pueblo egipcio y discutir con todo el mundo, incluidos los demócratas musulmanes.

Fuente
Los Angeles Times (Estados Unidos)

«Saving Egypt from Mubarak», por Saad Eddin Ibrahim, Los Angeles Times, 10 de diciembre de 2005.