Este año el Festival Internacional de Cine de El Cairo no tuvo mucho éxito, ya que el público no se mostró muy interesado en ese evento por haber desviado su atención hacia las elecciones legislativas. Ese interés muestra que hay algo que está cambiando en el país. De hecho, estamos presenciando una transformación en todo el mundo árabe: el surgimiento de una opinión pública autónoma.
Es esa opinión pública la que expulsó del Líbano a Siria, la que llevó a Hosni Mubarak a celebrar elecciones y a emprender reformas. Los iraquíes se movilizan para las elecciones enfrentándose a los terroristas y los palestinos denuncian la corrupción de Al Fatah votando a favor del Hamas. También Arabia Saudita está cambiando gracias al impulso de la opinión pública. Según el crítico de televisión Ibrahim al-Ariss, ha sido la creación de emisoras televisivas como Al Jazeera y Al Arabiyya lo que ha contribuido al desarrollo de esa opinión pública. No hay duda alguna de que eso ha influido. En nuestros días, los presidentes y monarcas comprueban que ya no monopolizan la influencia sobre la opinión pública. No obstante, los activistas políticos continúan sufriendo vejaciones por parte de los que detentan el poder.
Hay que decir que si la opinión pública árabe da señales de vida, no lo hace para los Estados Unidos, para Europa o para Israel. Lo hace para sí misma. Ello fortalece al Hamas, a los Hermanos Musulmanes y a los chiítas religiosos en Irak. Occidente debe comprender que, en lo adelante, los dirigentes de los países árabes no serán sus únicos interlocutores.
«There is Arab public opinion, just ask the dictators», Zvi Bar’el, Daily Star, 10 de enero de 2006.
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