Las elecciones de diciembre en Irak podrían resultar esenciales. El parlamento elegido el mes pasado escogerá un presidente y un primer ministro, dando a Irak su primer gobierno electo según una constitución adoptada por referendo. Ese gobierno podría ver con buenos ojos un cambio en la presencia militar extranjera y George W. Bush ha declarado que el gobierno tendría mayores responsabilidades en la reconstrucción política y económica del país. Las fuerzas armadas iraquíes deberían tener más peso en la lucha contra la insurrección.
Las elecciones en Irak estuvieron precedidas en los Estados Unidos por un debate sobre el futuro de la presencia estadounidense en Irak. Esta concordancia de hechos ofrece la gran ocasión de comprender el papel de la presencia extranjera en el país. Irak es un país de retos estratégicos considerables. Un Irak en descomposición sería una calamidad para el mundo. Ahora bien, la presencia estadounidense tiende a contribuir a esa situación. Existen dos elementos esenciales para el «éxito» en Irak: un gobierno que responda a las necesidades de los habitantes y respete los derechos de las minorías, y un ejército que responda a las órdenes del gobierno central. ¿Qué política puede favorecer esos resultados?
Para algunos, lo que cuenta es una rápida retirada, pero las consecuencias mundiales serían terribles. Para otros, hay que quedarse, pero Estados Unidos no soportará durante mucho tiempo el peso de Irak. En realidad, hay que inspirarse en el ejemplo afgano y hacer que la ONU y la OTAN participen más en la reconstrucción, ya que ello permitirá reducir las tropas estadounidenses.
«Focusing on ’Success’ In Iraq», por Brent Scowcroft, Washington Post, 16 de enero de 2006.
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