El próximo primer ministro israelí está, aparentemente, a la cabeza de Kadima. La cuestión principal es saber si Olmert continuará los pasos de Ariel Sharon o si optará por una vía independiente. Es probable que Olmert diga que tiene la intención de continuar los planes de Sharon luego de las elecciones, pero en la práctica, Sharon nunca reveló sus cartas políticas, y las posiciones presentadas al Comité de Editores de Israel, el 29 de octubre de 2005, sólo abrían opciones.
La visión del mundo de Olmert, al igual que la de un número de políticos de derecha, sufrió una transformación durante estos últimos años. De esa forma, sostuvo la retirada unilateral de la franja de Gaza, que fue realizada por Sharon. Olmert aspira a ser duro y no está dispuesto a confiar en ellos. Si nos atenemos a sus declaraciones de estos dos últimos años, parece haber concluido que Israel no será capaz de seguir siendo una nación judía y democrática, si no cambia su disposición. No hay dudas de que está muy guiado por la preocupación de la baja demografía israelí con respecto al número de palestinos. Por consiguiente, por sí solo, está de acuerdo con limitar el Estado de Israel a los territorios en que pueda contar con una mayoría de habitantes judíos.
Olmert teme que el terrorismo palestino continúe incluso si Israel propone un compromiso doloroso, ya sea intencional o porque son incapaces de mantener sus promesas para poner fin a su violencia. Eso es lo que sucedió a los palestinos en el Líbano y en Jordania donde provocaron guerras civiles. Sharon pensaba que podría lograr el cese total del terrorismo por la fuerza. Eso no se produjo. Ello hace que Olmert piense que es necesario continuar las grandes retiradas unilaterales, como en Gaza.
Luego de las elecciones, el gobierno que dirigirá enfrentará varios problemas que dictarán estrategias diferentes. La primera posibilidad es que los palestinos continúen su terrorismo. El gobierno israelí esperaría que los palestinos respeten la hoja de ruta, y durante ese tiempo reaccionaría por la fuerza. Washington consideraría esto como una guerra defensiva, pero pediría a Olmert que se mantenga la promesa de Sharon de desmantelar los puntos de control ilegales y detener la expansión de las colonias. Esa exigencia cumpliría una parte de la hoja de ruta y la promesa escrita que hizo Sharon al presidente George W. Bush y a la secretaria de Estado Condoleezza Rice.
Otra opción estratégica, que es más difícil de llevar a cabo, y, por ende, que tiene menos posibilidades de lograrse, sería la de llegar a un estatus final. Parecería dudoso que la OLP sea capaz de lograrlo por sí sola. Además, Hamas, sin dudas, está aumentando su fuerza con las elecciones. Sin un verdadero apoyo de los principales países árabes, las negociaciones pueden empantanarse, como sucedió con Ehud Barak y Yasser Arafat en Camp David.
La tercera estrategia es que Israel trate por sí mismo de determinar sus fronteras temporales, tal y como están definidas en la hoja de ruta, frente a la entidad palestina, que se convertirá más tarde en un Estado. Israel no puede lograrlo sin hacer otras retiradas unilaterales, o sólo mediante el muro de separación. Eso implica que haya una retirada de las colonias aisladas y de los puestos de avanzada militares ilegales. Más tarde, será necesario que se produzca una retirada de los judíos de Jerusalén Este, lo cual parecía impensable para un hombre del Likud como Olmert. Esta vez, tendrá la oportunidad histórica de consolidar el Estado de Israel: manteniendo la independencia democrática y judía del Estado, y garantizando su seguridad.

Fuente
Ha’aretz(Israel)
Diario de referencia de la izquierda intelectual israelí. Propiedad de la familia Schocken. Tirada de 75,000 ejemplares.

«Olmert’s strategic options», por Ze’ev Schiff, Haaretz, 13 de enero de 2006.