En el memorial por las víctimas de la dictadura fueron sepultados los restos de Hugo Ratier Noguera (a la izquierda su compañera Ruth Carvajal y su hijo, Dagoberto Vergara) y Alejandro Salgado Troquian (a la derecha su compañera Digna Césped y sus hijos María Isabel Martínez y Alejandro Bustos).
Habla la presidenta de la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos, Patricia Silva.
A la ceremonia asistieron familiares, amigos y compañeros de los caídos, y dirigentes de organizaciones de derechos humanos. Hubo discursos, poemas y canciones que recordaron la trayectoria humana y política de Ratier y Salgado y las circunstancias en que ambos fueron asesinados.
La noche del 7 de septiembre de 1983, la CNI descargó un duro golpe sobre el MIR al dar muerte a cinco de sus dirigentes y militantes clandestinos, vinculados a las tareas armadas de ese partido. El MIR impulsaba una política de resistencia popular a la dictadura que incluía trabajo de masas, propaganda y acciones armadas que desarrollaba a través de diferentes estructuras.
La labor de inteligencia de la CNI, orientada sobre todo a identificar, ubicar las viviendas y vigilar los movimientos de los dirigentes y militantes de la estructura armada del MIR, había alcanzado resultados considerables. Consiguió detectar varias "casas de seguridad". Entre ellas los domicilios de Arturo Villabela Araujo, encargado de las tareas militares en la comisión política y de Hugo Ratier Noguera, encargado de esas funciones en la Región Metropolitana, miembro del comité central del MIR.
Arturo Villabela (38 años, un hijo), había retornado clandestinamente al país después de un período de prisión y exilio. Era uno de los dirigentes del MIR con mayor capacidad y conocimiento en tareas armadas. Dirigía un trabajo de largo aliento para echar las bases de una estrategia de guerra popular en el ámbito rural y urbano. El MIR no se proponía sólo el derrocamiento de la dictadura sino también instaurar un gobierno revolucionario.
Villabela había iniciado su actividad política en la Universidad de Concepción, donde se graduó de ingeniero, y pertenecía al grupo original de dirección del MIR que encabezó Miguel Enríquez.
Hugo Ratier, 39 años, argentino, había llegado a Chile durante el gobierno de la Unidad Popular. Traía una formación política forjada en la Izquierda revolucionaria de su país y aquí se incorporó al MIR, haciendo trabajo poblacional y clandestinizándose después del golpe militar. Enseguida pasó a desempeñar tareas en la resistencia popular, donde destacó como un jefe valiente y creativo en la planificación y ejecución de numerosas operaciones armadas. Integró la dirección clandestina del MIR que se hizo cargo de reagrupar ese partido después del golpe y que enfrentó los peores momentos de la persecución a la Izquierda chilena.
El 30 de agosto de 1983 un comando urbano del MIR montó una emboscada en la comuna de Las Condes al intendente de Santiago, mayor general (r) Carol Urzúa Ibánez, dándole muerte. La CNI decidió entonces descargar un golpe en represalia, que se concretó una semana más tarde.
Al anochecer del 7 de septiembre de 1983, los equipos de aniquilación de la CNI se pusieron en movimiento con instrucciones de dar muerte a Villabela, Ratier y a quienes vivían con ellos. Las casas de seguridad de ambos estaban bajo observación permanente para coordinar la operación.
La CNI actuó primero sobre la vivienda de Arturo Villabela, en calle Fuenteovejuna 1330, Las Condes. A esa hora en la casa se encontraban el dirigente del MIR y los militantes Lucía Vergara Valenzuela (31 años, dos hijos) y Sergio Peña Díaz (médico veterinario, 37 años), que cumplían funciones de ayudantía y enlace. La casa fue sometida a una lluvia de fuego. La CNI utilizó una ametralladora pesada instalada a bordo de una camioneta que sigilosamente se situó frente a la vivienda. También se usaron granadas incendiarias y armas automáticas. Los tres miristas murieron en el lugar y la casa quedó semidestruida por el incendio que provocó el ataque.
Seguidamente, a las 21.30 horas, la CNI descargó el segundo golpe en la calle Janequeo 5707, comuna de Quinta Normal. Allí vivían Hugo Ratier Noguera, su ayudante Alejandro Salgado Troquian (obrero, 30 años) y un niño de 15 años, Alejandro Bustos, hijo de Digna Césped, compañera de Salgado, también militante del MIR que se encontraba fuera del país en misión de su partido.
Alejandro Salgado Troquian fue asesinado en la calle, cuando regresaba después de cumplir sus tareas del día. Casi simultáneamente el equipo de la CNI asaltó la vivienda, dando muerte en el patio a Hugo Ratier -que alcanzó a hacer un amago de defensa-. El niño Alejandro Bustos, que a esa hora estudiaba, pudo huir y ocultarse con ayuda de vecinos. Actualmente vive en Suecia con su madre y su testimonio sobre lo ocurrido aquella noche será el eje de un documental que prepara Pedro Ordenes, cineasta chileno radicado en Estocolmo.
Las últimas escenas de ese documental se filmaron durante los funerales de Hugo Ratier y Alejandro Salgado en el mausoleo del Cementerio General. Los trámites para depositar en ese lugar los restos de ambos combatientes por la libertad fueron largos, pero culminaron gracias a la tenacidad de María Isabel Martínez, hija de Digna Césped, y a la cooperación de la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos (Afep).
En la emotiva ceremonia hablaron, entre otros, Dagoberto Vergara, hijo de Hugo Ratier, que acompañaba en el funeral a su madre, Ruth Carvajal, y Digna Césped, que recordó la vida en común de ambas familias en la clandestinidad y la amistad que unió a Ratier y Salgado. También habló la presidenta de la Afep, Patricia Silva.
Estuvieron presentes los ex dirigentes del MIR Hernán Aguiló, René Valenzuela y Manuel Cabieses; representantes de organizaciones de derechos humanos, y la dirigente del Taller Ranquil, de Suecia, Juana González
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