Doscientos años después de haber logrado su independencia, Haití ha sobrevivido a un proceso electoral interminable que hubiera podido sumergirlo nuevamente en el caos. La victoria de René Preval es indiscutible. Ahora es fundamental que la comunidad internacional y sobre todo los países que tienen mayor influencia en Haití reconozcan su victoria y se aseguren de que no haya tentativas para socavar su autoridad, ya sea del interior o del exterior del país como ocurrió con Jean Bertrand Aristide.
Preval es el único presidente haitiano electo que haya terminado su mandato sin golpe de Estado. Su elección marca el deseo de los haitianos de ver un presidente combatir contra la pobreza y la corrupción. La victoria de Preval no garantiza la solución de los problemas, pero la ausencia de confirmación de su victoria conducirá al caos. Los adversarios de Preval deben reconocer su victoria. Deben investigarse igualmente los rumores de fraude electoral. Si no se hace la luz sobre este asunto habrá dudas en cuanto a la composición del parlamento, éste no será legítimo y continuará la inestabilidad. En fin, hay que contribuir a la reconstrucción de Haití.
«A country at boiling point», por Duncan Campbell, The Guardian, 21 de febrero de 2006.
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