Las palabras no pueden separarse de la ética
de quien las utiliza o esconde. Esto es un
problema cardinal, pues se trata de propiciar
algo tan importante como expresar, relacionar,
enriquecer e impulsar ideas para identificar,
desarmar y sustituir el discurso predominante
de los que han llevado al mundo a la situación
que enfrenta hoy.
Hemos citado a la dignidad, cuyo disfrute
puede convertirse en el mayor de los placeres,
si los seres humanos logramos controlar los
instintos propios de nuestros orígenes. Tras esa
bandera se ha movido siempre la historia.
Pero en la historia, los seres humanos han
cometido colosales errores, como aquellos que
propiciaron la liquidación de civilizaciones enteras,
ya sea por enfrentamientos irracionales
con la naturaleza o entre los propios hombres.
Con alarma creciente se constata que ambos
elementos están presentes en estos momentos,
cuando por primera vez vemos surgir
un imperio que dispone, además del poder de
hacer más daño que todos los que han existido
juntos, el de hacer desaparecer nuestra especie,
y por si fuera poco con un grado, inédito también,
de cinismo y total desapego a la verdad.
Bolívar dijo que “los pueblos son dominados
más por la mentira que por la fuerza”. Y la
mentira hace sus primeras y mayores presas
entre aquellos que viven en la ignorancia.
El tema central utilizado para citarnos
aquí: “en la lucha de ideas, las ideas que
no se conocen, no luchan”, facilita el encuentro
de representantes de amplios sectores
de la sociedad que sostenemos la importancia
de ayudar a la gente sacándolas
de la ignorancia y sembrando en ellas
ideas que siempre les permitan salirse del
marco de desinformación y silencio característico
del tipo de periodismo y de productos
mediáticos embrutecedores que
acompañan la globalización depredadora.
De igual manera apreciamos este encuentro
como escenario propicio para señalar
que la comunicación no puede verse
como algo privativo de nosotros los periodistas,
sino como un proceso del cual no
puede ser excluido nadie que tenga algo
que decir o algo que saber y sobre todo
que hacer en esta lucha necesaria, inevitable
y organizada.
Los periodistas, entonces, como ha dicho
la FELAP, no podemos ser cómplices
de ningún tipo de política que se base en la
ignorancia, en la exclusión o en el silencio.
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