Ricardo Alarcón

"Circunstancia especial". Con estas palabras
prudentes, pero al mismo tiempo confiantes,
Ricardo Alarcón, presidente del Parlamento
cubano, caracterizó la presente coyuntura
latinoamericana durante debate en el Foro
Social Mundial sobre "Estrategias imperiales,
militarización y resistencia de los pueblos".

Quien ha enfrentado más duramente la fortaleza del imperio
norteamericano, resistiendo durante 47 años a las
formas de violencia económica, militar y propagandística
lanzadas contra su país, nunca desprecia el potencial
y la fuerza de agresión de la mayor potencia del planeta.
Por otra parte, "circunstancia especial" cae como
una advertencia y un clamor por la responsabilidad aún
más rigurosa de la izquierda frente a los complejos acontecimientos
que están en curso en el hemisferio, lo que
desautoriza planteamientos fáciles y triunfalistas.

Es verdad que los EE.UU. han venido perdiendo su
influencia regional y han sufrido golpes y reveses importantes
en el plano mundial, como en la descontrolada
situación en Irak y el fracaso en las negociaciones de sus
intereses en el comercio internacional, por mencionar
sólo dos dimensiones del problema. Esto, sin embargo,
de ninguna manera significa que su condición de potencia
imperialista esté próxima a la derrota final, pues aunque
no sea invencible, sí es muy fuerte.

En ningún otro periodo histórico del continente la
situación política fue tan favorable a los proyectos democráticos
y populares como en la actual fase de lucha
contra el neoliberalismo y la dominación imperial. Desde
la elección de Hugo Chávez en Venezuela, en 1999,
hasta hoy, la situación política se altera de modo formidable
con sucesivas elecciones de gobiernos progresistas
y de izquierda. La reciente elección de Evo Morales
representa el fin del ciclo de colonización de Bolivia y
tiene un efecto simbólico que deberá repercutir en los
nuevos procesos electorales de este año en México, Perú,
Ecuador y Nicaragua.

En la sexta edición del Foro Social Mundial, participantes
de todos los rincones del mundo se preguntan
sobre los destinos que estos procesos abiertos pueden
tener. Las centenas de miles de activistas presentes en
Caracas también se indagan con respecto al papel que
jugará el Foro de ahora en adelante.
Es posible identificar una percepción común de que
el Foro ya ha superado la fase de la denuncia y de la
simple resistencia, y que ha logrado avanzar más allá de
la formulación de diagnósticos y propuestas alternativas.
Crece el consenso de que la dinámica articulada en
torno al foro debe avanzar a la fase de las respuestas
concretas, de la concretización de cambios políticos, sociales,
económicos y culturales.

El Foro no es una instancia de poder institucional
con capacidad de engendrar cambios estructurales que
son capitaneados por partidos políticos y gobiernos. Es
creciente, sin embargo, la preocupación del Foro en lo
que se refiere a la necesidad de lograr el avance del poder
movilizador que genera y amplía la conciencia libertaria
y que es capaz de alterar la correlación de fuerzas a favor
de proyectos alternativos. Algunos resultados son notables:
cierre del ALCA, la revolución bolivariana, el refuerzo
de la integración regional, la aplicación de prácticas
gubernamentales fundadas en la democracia
participativa, implementación de la ALBA – Alternativa
Bolivariana para las Américas, etc.

Esta ventana histórica a través de la cual se contemplan
vientos tan favorables – esta circunstancia especial – parece estar siendo adecuadamente comprendida por
la masa militante que participa en el Foro. La izquierda
parece haber aprendido las lecciones del pasado,
conciente de la importancia de la unidad y de la integración
entre los pueblos latinoamericanos para vencer al
neoliberalismo y al imperialismo. Se nota un espíritu de
solidaridad y hermandad internacionalista que solidariza
con las luchas y conquistas democráticas y populares de
los distintos países, con paciencia histórica y una visión
estratégica para comprender las fuertes contradicciones
inherentes a cada proceso interno y los distintos ritmos de
implantación de programas pos neoliberales en cada país.
Las posibilidades abiertas en América Latina nunca
fueron tan prometedoras como en esta cuadra de la historia.
En el Foro se respira el entusiasmo y el compromiso
con la continuidad de los avances y de la resistencia para
impedir retrocesos, aprovechando, así, esta maravillosa
oportunidad histórica que están construyendo los pueblos
de las Américas.

La centralidad de la política

El Partido de los Trabajadores de Brasil fue, durante muchos
años, una especie de esfinge de la izquierda latinoamericana
y europea. Poco después de su surgimiento, se
transformó en la mayor formación partidaria de izquierda
del mundo occidental y logró agregar valores y prácticas
diferenciados, como la crítica a las experiencias stalinistas
del este europeo, la defensa de la pluralidad y de la democracia
interna, la preservación de la independencia de clase
de los trabajadores y la defensa del socialismo como
horizonte estratégico.

Después de sólo 10 años de existencia, el PT ya ocupaba
funciones institucionales importantes en muchas
administraciones municipales y en asambleas y cámaras
legislativas, desarrollando experiencias innovadoras, entre
las cuales la administración popular de Porto Alegre,
que inspiró la realización del Foro Social Mundial en el
verano del 2001.

La elección del presidente Lula, además de las enormes
expectativas generadas dentro y fuera de Brasil, en el
plano del imaginario popular también representó una especie
de "redención" del movimiento altermundista. No
sin razón, dada la importancia geopolítica del país en el
continente y su peso en el contexto mundial como la principal
economía de la periferia capitalista.

La crisis que atraviesa el PT – sea en razón del rumbo
frustrante y conservador del gobierno Lula, sea como consecuencia
de los arreglos nebulosos engendrados por sectores
de la antigua dirección partidaria –, reúne todos los
ingredientes que podrían tonificar tesis y posiciones autonomistas
muy debatidas en ediciones anteriores del Foro
Social Mundial.

Factor de despolitización

Esa posición despolitizadora, defendida por algunos intelectuales
y ONGs, entiende que es posible "transformar el
mundo sin conquistar el poder", lo que equivale a limitar
el protagonismo de la sociedad civil al nivel de las resistencias
y de la formulación de alternativas transformadoras,
dejando para aquellos que actúan en la esfera "de la política
y del Estado" el compromiso de efectuar tales transformaciones.
O, dicho de otra forma: la cuestión partidaria y
estatal es ajena al "universo de la sociedad civil", que se
basta a si misma.
Aunque este planteamiento teórico contenga una crítica
correcta en cuanto a los problemas de democracia interna,
a un cierto vanguardismo y "dirigentismo" de los
partidos de izquierda tradicionales, no deben ser despreciadas
las consecuencias dramáticas que esta postura representa
para la efectiva implementación de un proyecto
transformador y contra hegemónico.

El caso de Ecuador es emblemático. Con muchas dificultades
y contradicciones, la población indígena construyó,
después de años, una poderosa unidad étnica y asumió
su condición de fuerza social mayoritaria en la sociedad
ecuatoriana. Lideró la lucha contra un gobierno opresor
y avanzó en la conquista de dispositivos democráticos
dentro del sistema institucional de Ecuador.
En el momento de la presentación de una candidatura
presidencial, delegó la representación de la clase a un
coronel que había logrado impedir la violencia y la represión
estatal contra las manifestaciones populares. Aunque
electo con una plataforma transformadora, Lucio Gutiérrez
traicionó al movimiento y a la nación implementando un
proyecto totalmente antagónico a aquel que aseguró una
amplia adhesión social a su candidatura. Ya en el gobierno,
entre otras iniciativas nefastas, Gutiérrez dolarizó la
economía.

Las concepciones autonomistas

La coyuntura latinoamericana desmiente la validez de estas
concepciones autonomistas y disminuye su expresión
en el debate teórico e intelectual de este VI FSM. Entre las
actividades inscritas en el Foro, la mayor parte está en el
eje 1 (Poder, política y luchas por la emancipación social),
en el cual es posible localizar varios debates de fondo
sobre la problemática de los partidos políticos, de la disputa
por el poder y de la subida del Estado pos-capitalista
y pos-neoliberal, en su gran mayoría pensados desde la
perspectiva de avanzar en la relación entre partidos de
izquierda y militancia social.

En América Latina, a diferencia de otras regiones del
globo, la fase de la resistencia al neoliberalismo se combina
con la responsabilidad de construir nuevos paradigmas
en muchos países del hemisferio cuyas mayorías sociales
eligieron gobiernos progresistas y de izquierda. Si las contradicciones
enfrentadas al interior de todos esos nuevos
procesos nacionales conducidos por fuerzas partidarias
progresistas o de izquierda ya son significativas, ¿qué decir
de la simple delegación de la tarea de capitanear los
cambios a los "agentes de la política"?.

En verdad, este parece ser un dilema extraño a la
cultura de organización política existente en el continente
latinoamericano, donde la organización partidaria siempre
ha tenido un valor preponderante en la conducción de
los procesos sociales y políticos. Además, es imposible – o
como mínimo anti-gramsciano – comprender la posibilidad
de transformación social sin contar con los partidos
políticos, con la conquista de gobiernos y, especialmente,
con la disputa y tomada del poder, con su ejercicio socialmente
controlado y dirigido.

Los estatutos jurídico-institucionales de las democracias
formales atribuyen a los partidos políticos – y no a
las ONGs – la función de instancias mediadoras y de representación
de los distintos intereses de clase existentes al
interior de cada sociedad. Desconocer esa dimensión significa
abandonar la perspectiva de acumulación de fuerzas
en la disputa del poder para la transformación real del
Estado y de la sociedad. Por cierto, hasta los zapatistas
parecen haber recogido las enseñanzas de años de baja
acumulación de fuerzas en la lucha por emancipación que
traban desde 1994. Hace dos meses, el movimiento empezó
una cruzada por todo el territorio mexicano (no sólo en
Chiapas) proclamando la necesidad de construir un partido
político anticapitalista.

Este Foro desmistificó las posturas que colocan a la
militancia política en antagonismo con la militancia social.

Múltiples actividades debatirán este tema, reuniendo
sectores intelectuales, organizaciones y movimientos sociales
y estructuras partidarias de izquierda de diversos
países del continente. Más allá de cualquier diletantismo,
el hecho concreto es que, en el actual periodo histórico, la
izquierda avanza y es, cada vez más, llamada a actualizar
la estrategia de implementación efectiva de las alternativas
al neoliberalismo en el continente latinoamericano.