Pese a las restricciones del gobierno norteamericano, la condición de ilegal constituye un pan de cada día. Los indocumentados protestan para ser reconocidos como ciudadanos, no como simples máquinas de trabajo mal pagas. El programa de trabajadores temporales no busca una solución sino regular las remesas y controlar a los ilegales.
Millones de inmigrantes, indocumentados, protestaron el primero de mayo en todo el territorio estadunidense. Quieren la condición de ciudadanos, con posibilidades de trabajo legal, para unos doce millones de personas.
Viajaron al «superpaís desarrollado», en muchas ocasiones con el ahorro de sus familias. Van tras mejorar sus condiciones de vida. Cuando viajan, previamente, establecen contacto con amigos y familiares nacionalizados, que les ayudan con la vivienda y la búsqueda de empleo. Al llegar en condición de “ilegales”, se ven obligados a emplearse en labores menospreciados por los nacionales. Y por lo tanto tienen cierta aceptación.
La mayoría de inmigrantes proceden de México, seguido de Cuba y Puerto Rico. Ingresan a Estados Unidos por el desierto de Arizona. Lo cual es cada vez más dificil, por las drásticas medidas del actual gobierno con sus refuerzos fronterizos donde se cazan, literalmente, como animales a quienes intentan cruzar.
En la actualidad existen dos proyectos en el Congreso sobre el tema de los inmigrantes: el más radical los condena como delincuentes y sanciona a quienes les contraten, tal como sucedió en 1986 con «The Immigration Reform and Control Act». El otro propone la implementación de un programa de trabajadores temporales, para continuar utilizando la mano de obra barata de inmigrantes. El proyecto pretende controlar la cantidad de remesas que los inmigrantes envían para la manutención de sus familiares1 , que para el Gobierno significan fugas de capital.
Busca este proyecto, además, rotar las poblaciones trabajadora, aprovechando su vitalidad laboral, para después reenviarla a sus paises de origen y así recibir a otro grupo. Un ciclo sin fin y sin mayores costos laborales.
Nación de inmigrantes
Pese a la coyuntura, el gobierno olvida que la historia de la nación estadunidense siempre estuvo ligada a los flujos demográficos de extranjeros. Tanto es así que su identidad nacional parte de colonias migratorias que huyen de un proceso de exclusión y persecución en Europa. Colonias anglicanas y luteranas ascéticas, ven en esas tierras una posibilidad para desarrollar la libertad y sus derechos. Sin embargo los fundadores del proceso de colonización asesinaron a sus originales habitantes: los pueblos indígenas. Y una vez extendieron sus asentimientos sobre el exterminio del pueblo amerindio, comenzaron a experimentar cierta adversidad a nuevos visitantes.
Los grandes procesos de inmigrantes continúan desde 1820 hasta 1882 procedentes de Irlanda, Alemania y Gran Bretaña, sumándose a ellos posteriormente los chinos. Las condiciones que reforzaron la estadía de ilegales eran la inexistencia de un documento de identidad obligatorio, pero sobretodo la creciente demanda de trabajo.
Estado ilegal
Estados Unidos, esa nación que prosperó gracias a colonias migratorias, pretende seguir explotando a quienes buscan el «American Dream» para garantizar el crecimiento económico de su imperio, sin que ello implique que los conviertan en ciudadanos, sino en máquinas humanas destinados a trabajos en condiciones deplorables y con bajos salarios.
Es posible que algunos logren legalizar su situación con la promesa de una constante participación electoral. Pero el Gobierno, con esa excusa y bajo la promesa de legalizarlos, ha llevado a cabo un censo de “ilegales”: ya saben dónde trabajan y viven.
Así, con sus limitaciones a la movilidad de los trabajadores, queda en cuestión la globalización que defienden los grandes empresarios y los propios estados. La creciente división entre países ricos y pobres lleva a miles a emigrar en busca de mejores condicioines de vida. Este desequilibrio de miseria y opulencia hace que lo único que en verdad ilegal sea la construcción de Estado.
Medidas antimigrantes
Las leyes, normas y programas contra inmigrantes tienen antecedentes en Estados Unidos. En las primeras décadas del siglo XIX diferentes leyes trataban de persuadir la llegada y estadio de estranjeros como la «Chinese Exclusion Act» contra los chinos. En 1917 se prohibió la entrada de personas procedentes de Asia e islas del Pacífico. En 1921 «The Quota Law» y en 1924 «The Inmigration Act» restringian el número y origen de los inmigrantes con respecto a quienes provenian de Europa oriental y meridional, como Asia, considerados menos aptos para la asimilación cultural.
En 1986 se emitió «The Immigration Reform and Control Act» (IRCA), conocida como «Ley Simpson-Rodino». Con ella se quiso desmotivar la presencia de ilegales por medio de sanciones a empresarios que los contrataran. ampliando los refuerzos en zonas fronterizas, al igual que programas de repatriación.
El mercado, la última palabra
– El censo realizado en el año 2000 en los Estados Unidos, demostró que el 11,5% de su población nació en otro país, lo que significa unos 33 millones de personas.
– La mitad de los incorporados al mercado laboral en la década pasada, lo hicieron en condición de inmigrantes
– En declaración sobre los inmigrantes e ilegales a los Estados Unidos, Uribe Vélez propuso implantarles un chip, para ubicarlos facílmente y evitar su estadia prolongada.
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