"La hermosa Villa de Leiva, fundada en 1539, patrimonio nacional e internacional, ya no lo es tanto."
En febrero pasado los vecinos de la zona del santuario natural de flora y fauna de Iguaque, asentado en el municipio de Villa de Leiva, alertaron una vez más sobre las consecuencias que tendrá una licencia concedida el 26 de agosto del año pasado por la secretaría de Planeación municipal a la empresa de telefonía móvil celular Movistar para levantar una torre de42 metros de alto en ese territorio de agua y niebla sagradas. Todo ello en contradicción con una medida del mismo gobierno local tomada a principios de noviembre de 2005 y que obligó a suspender la obra como consecuencia de una acción de tutela y un proceso policivo interpuestos porla ciudadanía. En enero del presente la secretaría procedió a levantar la suspensión de la obra sin embargo de que la tutela —todavía hoy— está a consideración de la Corte Constitucional y que el proceso policivo no ha concluido. Los burócratas de Leiva están engolosinados con Movistar porque piensan que eso les da caché y de pronto algo más. 5108 – 5307 310379 13 93 – Miriam Saavedra.
Pero no hay tal. Los habitantes del territorio sostienen, en mensajes que han hecho llegar a instituciones ambientales criollas y extranjeras, que la licencia viola el plan de ordenamiento territorial sobre reservas naturales protegidas y que “El globo de terreno sobre el cual equivocadamente se expidió la licencia se encuentra ubicado en terrenos clasificados como zona de amortiguación”. “La obra afecta el carácter de Villa de Leiva como monumento nacional y genera un fuerte impacto en los cerros del Macizo de Iguaque, uno de los principales atractivos turísticos del municipio”, añaden. La obrita globalizadota encierra un depósito de mil galones de gasolina que puede afectar el ecosistema de las quebradas Tintales y La Colorada, que surten varios acueductos de la región, y además aumenta grandemente el riesgo de incendios forestales sobre la zona, cubierta de pinos sombríos.
Y no se crea que lo de Iguaque es un berrinche de última hora. En la región funciona desde hace rato una Veeduría Regional Ambiental al Macizo de Iguaque y un Movimiento Pro Defensa de Iguaque, que ya han realizado cuatro foros regionales y uno departamental. Tuvieron participación en el foro “Análisis sobre la política nacional de parques nacionales”, cumplido en Santa Rosa de Cabal, en el de estudiantes y profesores de la Universidad de Caldas y que debatió la ley de páramos en Inzá, Cauca. En octubre de 2005 realizaron la jornada ciudadana Árbol de la Vida, han presidido numerosas charlas, reuniones y actividades con diferentes sectores de la comunidad regional y departamental y ya funcionan numerosos grupos de apoyo en varios lugares del país. Han contado con el respaldo de instituciones, organizaciones y personalidades, entre las cuales han recogido más de dos mil firmas. Están de su lado los concejos municipales de Villa de Leiva y Tunja y la Corporación Autónoma Regional de Boyacá. Tienen el apoyo del Consejo Regional Indígena del Cauca (Cric), el más importante del país, la Organización Nacional Indígena de Colombia (Onic) y la Organización Wiwa Yugumaiun Bunkuanarrua Tayrona. El concejo de la Villa emitió un pronunciamiento de rechazo a la medida de concesión y exigió su revisión.
Pero ahí no se detiene la movilización ciudadana. Hay demandas de las comunidades de la Vereda Capilla II relacionadas con la contaminación de la quebrada Mamarramos por aguas residuales de la misma Unidad de Parques Nacionales. Están resueltos a defender las áreas protegidas y en particular las que han sido dadas en concesión al capital transnacional. Desde agosto de 2004 y en total secreto, el gobierno conspiraba para entregar los mejores parques nacionales a la voracidad del capital. “En marzo de 2005 nos enteramos. Fue entonces cuando vecinos de Chíquiza, Villa de Leiva, Sáchica, Gachantivá y Arcabuco se constituyeron en Veeduría Ciudadana al Macizo de Iguaque a fin de vigilar el proceso, informar a la comunidad y emprender acciones al respecto”. Durante meses han venido solicitando una discusión sobre el tema al Comité Técnico del proyecto de “ordenación y manejo ambiental” de la cuenca Cane-Iguaque’, en el cual participa la Unidad de Parques, y no ha sido posible. En octubre del año pasado realizaron la marcha “Corrida de la tierra”, en solidaridad con los campesinos de la vereda Capilla II, que dieron una lección de política ambiental al Ministerio del Ambiente cuando solicitaron que, como respuesta al deterioro de Iguaque y a la contaminación de la quebrada Mamarramos por parte de la propia Unidad de Parques, se procediera a suspender indefinidamente el ingreso de turistas a la zona.
Los ciudadanos que están comandando la protesta de la población sostienen que “La problemática de los parques y reservas naturales está enmarcada dentro de la estrategia capitalista de despojo a nivel planetario” y que “El capitalismo salvaje, en su insaciable codicia de dinero y poder, amenaza convertir todo en mercancía. Pisotea los valores fundamentales de la vida humana al reducir todo a un único fin: acumular y consumir hasta devorar el planeta entero”.
Ahora mismo, agregan, intenta dar el zarpazo a la biodiversidad y el agua. Y fíjense ustedes que eso no es paja. La hermosa Villa de Leiva, fundada en 1539, patrimonio nacional e internacional, ya no lo es tanto. En el curso de los últimos tres o cuatro años los cambios son, como diría María Emma, impresionantes. Se acabaron las caminatas por senderos al templo del Ecce Homo, el Infiernillo y Santa Sofía. El mismo templo, con su pequeño cementerio al lado y sus grandes troncos fosilizados como boas gigantes, se desmorona en medio de la indiferencia oficial. Se esfumaron los niños vendedores de fósiles fáciles que mostraban su tesoro y esperaban una moneda tuya. En vez de eso el paisaje se está llenando de las inefables telas plásticas de la floricultura que al borde de la carretera te saludan y se ríen de tu ingenuidad. En la zona circundante del núcleo urbano son cada vez más ostentosos los ladrillos y las azoteas de quienes tienen plata para estar más cerca de las estrellas del desierto. Leiva se ha vuelto zona de inversión en finca raíz para vender a extranjeros cansados de Manhattan que prefieren el agua de las últimas quebradas que le quedan al campo.
Y vean que eso también puede resultar costoso para la vida de la gente. A finales de abril pasado la quebrada San Francisco, que es la primera que usted encuentra cuando sale de la terminal de buses y busca hotel —tiene un puente, usted casi no puede notar que debajo corre agua y al otro lado ya está usted frente a la casa-museo (también olvidada) de la primera figura política de la guerra de independencia, Nariño—. A esa quebrada, y desoyendo las voces de los ambientalistas, sus inhumanos vecinos humanos estuvieron por buen tiempo arrimándole muros y tendiéndole puentes hechizos y a finales del pasado abril ella decidió no dejarse encerrar más y se vino contra todo lo que encontró. Allí, abajito del hospital, las casas fueron de repente invadidas por el agua y el lodo y los socorristas se vieron en aprietos para salvar a la gente. Con la quebrada de San Agustín, que atraviesa la zona urbana, puede pasar algo peor. Arriba del más lujoso hotel, el Duruelo —administrado por la comunidad Carmelita— le construyeron una represa que surte de agua al complejo turístico, con la característica de que el curso del agua pasa después por los lados de la Casa de Convenciones Los Fundadores —administrada por monjas—, la Plaza Mayor y la iglesia principal. Esa quebrada también está intervenida con muros y “jacas” que le arrebataron terreno al curso del agua y cualquier día puede ocurrir una catástrofe, sostienen los ambientalistas. “Dios no lo quiera”, contestan los posibles damnificados.
“Hoy vamos a debatir la problemática ambiental nacional: Ley de Bosques, Ley de Agua, fumigación de Parques Nacionales, etc. Al defender a Iguaque sentamos un precedente: escogemos otro camino, distinto al que nos quiere encadenar el capital. Ejerzamos el derecho a defender lo nuestro, a disponer de nuestras propias vidas. Hagamos un ejercicio de democracia participativa para expresar el repudio a las políticas torpes del gobierno de turno y para abrir un sendero que convoque al resto del país”. Esa es la voz de quienes no quieren ver apagado su derecho al aire y al agua.
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