El nuevo primer ministro israelí, Ehud Olmert, anunció que durante los cuatro próximos años Israel tomaría medidas unilaterales par el establecimiento de sus fronteras. Su plan consiste en tomar la mitad de Cisjordania, sin respetar las fronteras internacionalmente reconocidas desde 1967. La única división geográfica entre Israel y Palestina reconocida por los Estados Unidos y la comunidad internacional concede a Israel el 77% del territorio total. Lo que queda ha sido dividido entre Gaza y Cisjordania. La franja de Gaza, que representa el doble de la superficie de Washington DC no es factible ni en el plano político ni en el económico: está aislada de Cisjordania, de Israel y del mundo exterior. El plan Olmert sometería lo que queda de la Cisjordania palestina a las mismas condiciones inaceptables. Los enclaves de Israel la dividirían de hecho en tres. El primer ministro ha anunciado igualmente que soldados israelíes permanecerían en los territorios y controlarían la frontera oriental en el valle del Jordán, aislando al mismo tiempo totalmente a los palestinos.
Nadie puede considerar ese plan ilegal como una solución permanente al conflicto del Medio Oriente. Además, se trata de una política en flagrante contradicción con la «hoja de ruta». Violaría una parte de los acuerdos de Camp David, de los acuerdos de Oslo y de las resoluciones de la ONU. La única solución pasa por negociaciones sinceras auspiciadas por el Cuarteto con el presidente Mahmud Abbas. Claro que los recientemente electos parlamentarios de Hamas no pretenden reconocer ni negociar con Israel mientras Palestina permanezca ocupada; pero el primer ministro, Ismail Haniyeh, ha expresado su apoyo a conversaciones de paz directas entre Olmert y Abbas. Sería un error subestimar la dificultad de llegar a un acuerdo mutualmente aceptable, pero muchos israelíes, palestinos y representantes de la comunidad internacional están de acuerdo en cuanto a los contornos generales de tal acuerdo final.
Libération (Francia)
Libération ha seguido un largo camino desde su creación en torno del filósofo Jean-Paul Sartre hasta su adquisición por el financiero Edouard de Rothschild. Difusión: 150,000 ejemplares.
«Confettis de Palestine», por Jimmy Carter, Libération, 24 de mayo de 2006.
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